Tomás García-Azcárate
Las razones del ministro Garzón. Por Tomás García-Azcárate
Tomás García-Azcárate
Las declaraciones al diario británico «The Guardian» del ministro español de Consumo, Alberto Garzón, han provocado una tormenta en este principio de año.
Lo primero que recomiendo hacer es leer las propias declaraciones[1]. A mí me llegaron a través de un tweet, muy crítico cierto, de mi amigo Ignacio López García-Asenjo, pero que contenía el enlace con la entrevista original, toda una prueba (más) de su honradez y rigor profesional.
Fuente: https://twitter.com/NachoLGA1962/status/1478154914090082304
Mucho de lo que se ha dicho y escrito al respecto no se corresponde con la entrevista. Vamos a continuación intentar abordar su contenido con el mayor rigor del que soy posible.
Entiendo que tiene razón el ministro Garzón, por cierto responsable de Consumo, cuando dice que en promedio nuestra dieta (la mía entre otros) incluye más carne que la que recomiendan las autoridades sanitarias. Entiendo que tiene razón también entonces cuando reproduce el mensaje, que estas autoridades no paran de difundir, que debemos modificar nuestra dieta, volver más a la Dieta Mediterránea, comer más frutas y verduras y más legumbres como las lentejas y los garbanzos.
A las razones sanitarias antes aludidas, hay que sumar otras de sostenibilidad. Nuestra dieta no es generalizable al conjunto del Planeta. Los habitantes de los países en desarrollo tienen derecho a acceder a una dieta más variada, es decir entre otros a incluir más carne en su alimentación, pero el futuro del Planeta requiere el que nos encontremos ellos y nosotros en un punto intermedio, con una dieta más variada y diversa que la que tenemos ahora.
Por lo tanto, el titular del artículo es científicamente correcto: «Spanish should eat less meat to limit climate crisis says minister»
Se le puede quizás reprochar, pero es un defecto demasiado generalizado hoy en nuestra clase política, que solo se refiere a los españoles, cuando el problema es compartido por la mayoría de la población del mundo desarrollado. Me habría quedado más contento si el titular hubiera sido “Los europeos debemos comer menos carne para limitar la crisis climática». De todas maneras, mi experiencia es que los titulares no los pone en entrevistado sino un periodista, ni siquiera siempre aquel que hizo la entrevista.
Entiendo que tiene razón el ministro Garzón cuando subraya que el impacto medioambiental de la actividad ganadera es muy distinto entre la ganadería extensiva y la intensiva. También sobre este punto existe un acuerdo bastante generalizado en la comunidad científica. Es verdad que las emisiones de gases de efecto invernadero, por kilo producido, son mayores en la ganadería extensiva que en la intensiva, pero la primera brinda además otros servicios medioambientales, desde el mantenimiento de pastos a la lucha contra la erosión, desde las “ovejas-bomberos” -por recoger la feliz expresión de mi amigo Francisco Martínez Arroyo- al mantenimiento de una diversidad biológica. Estos servicios compensan claramente, en una visión holística, el primer inconveniente señalado.
Por otro lado, la ganadería intensiva en España consume mucho cereal (España produce algo más de la mitad del cereal que consume) y muchas leguminosas (principalmente) torta de soja masivamente importada. Europa todavía no dispone de los instrumentos jurídicos necesarios para evitar que estos alimentos para el ganado importados no hayan contribuido a la deforestación, por ejemplo en Brasil.
Por último, es verdad que la ganadería intensiva ha facilitado que una buena parte de la población de los países desarrollados, la de menor poder adquisitivo, pueda incorporar la carne (a veces incluso de manera excesiva) en su alimentación. Cuando se habla de la necesidad de una alimentación sostenible, nunca hay que perder de vista la necesidad de que sea socialmente inclusiva. No habría lo uno sin lo otro.
Las macrogranjas
Entiendo que tiene razón el ministro Garzón cuando no confunde ganadería intensiva con macrogranjas. De hecho, el ministro no habla en su entrevista de la ganadería intensiva, esta expresión no aparece ni una sola vez. Sus comentarios negativos se refieren al impacto medioambiental de las macrogranjas
Hablando de éstas, entiendo que el ministro Garzón se equivoca cuando hace referencia exclusivamente al vacuno de carne. Son muy pocas las explotaciones ganaderas de 4.000, 5.000 o incluso 10.000 cabezas de ganado vacuno. Porque la palabra inglesa “cattle” se refiere únicamente a este tipo de ganadería. Si la entrevista se ha hecho en inglés, puede ser un error debido a un desconocimiento de este detalle por parte del entrevistado; si se ha hecho en castellano, puede ser un error del periodista o del traductor. Si no es un error lingüístico, es un error centrar la atención sobre las mega granjas de vacuno.
Un muy oportuno artículo de EfeAgro nos ha ofrecido los datos disponibles sobre las macrogranjas en España[2]. Su lectura es más que recomendable si se quiere profundizar con rigor en el tema. Empieza el artículo mencionado por reconocer que “el término “macrogranja” como tal no queda recogido en ninguna normativa vigente”.
El articulo recuerda que “la normativa comunitaria sobre emisiones industriales (2010/75/UE) es de aplicación a la cría intensiva con más de 40.000 plazas para aves de corral; más de 2.000 plazas para cerdos de cría (de más de 30 kilos); o de más de 750 plazas para cerdas reproductoras. También están obligadas a declarar sus emisiones todas las explotaciones que superen las 10 toneladas de amoniaco al año, así como 100 toneladas de metano anuales aunque no lleguen a ese número de animales.”
Por lo tanto, “el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico cuenta con el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR). Actualmente hay más de 7.100 complejos industriales que informan de sus emisiones y el 53% corresponde al sector de la ganadería (aves de corral y cerdos), es decir, más de 3.700 explotaciones que se considerarían de gran tamaño, sin contar con las de vacuno intensivo que no están incluidas en este registro”.
Ante esta señalada carencia de datos me he permitido buscar en dos informes publicados por el Ministerio de Agricultura el estudio del sector cebo de vacuno del 2019[3] y el estudio del sector vacuno de carne español del 2021[4]. Ambos confirman que lo que podríamos llamar “macrogranjas” no está de actualidad en el sector vacuno de carne.
Desgraciadamente no he encontrado la misma información en el informe sobre estructura del sector vacuno lechero en España del 2020[5] aunque hay evidencias de la existencia de algunas granjas de gran tamaño. Curiosamente, la expresión “macrogranjas” empezó a popularizarse a partir del proyecto, impulsado por la sociedad navarra Valle de Odieta, en Noviercas, proyecto que recibió entre otros un informe negativo de la Confederación Hidrográfica del Duero que consideró que no hay agua suficiente para abastecerlo[6].
Una visión micro
¿Desde el punto de vista medioambiental, son mejores las grandes explotaciones de ganadería intensiva que las más pequeñas? Es una pregunta a la que no me creo capaz de dar una respuesta categórica.
Es verdad que las explotaciones ganaderas intensivas más reciente son de mayor tamaño y suelen disponer de una tecnología más moderna y eficiente, que debería redundar en una menor huella ecológica. Las autoridades públicas deben vigilar el respeto por estas explotaciones de la legislación vigente.
Pero también es verdad que la Comisión Europea ha decidido llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por la deficiente aplicación de la Directiva sobre nitratos. El tema no es nuevo. La Directiva nitratos es del año 1991[7]. La Comisión envió una carta de emplazamiento a España en noviembre de 2018[8] y un dictamen motivado en junio de 2020[9] en los que señalaba los incumplimientos por parte de España.
En diciembre del 2021, la Comisión constató que “a pesar de algunos avances limitados, España todavía debe adoptar medidas adicionales para evitar la eutrofización en todo el país, ya que las establecidas hasta la fecha no han logrado alcanzar los objetivos de la Directiva. Además, debería revisar y seguir designando zonas vulnerables a los nitratos en siete regiones (Castilla y León, Extremadura, Galicia, Baleares, Canarias, Madrid y Comunidad Valenciana), incluir todos los elementos obligatorios necesarios en los programas de acción de cinco regiones (Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y Madrid) y adoptar medidas adicionales en las cuatro regiones en las que las medidas establecidas han resultado insuficientes para alcanzar los objetivos de la Directiva sobre nitratos (Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Murcia). La Comisión considera que, hasta la fecha, los esfuerzos que han realizado las autoridades españolas han sido insatisfactorios e insuficientes.”
Lo que pide en el fondo la legislación comunitaria es de sentido común. Antes de autorizar una nueva instalación, cabe hacerse algunas preguntas y asegurarse que las respuestas son todas positivas. Entre ellas, me atrevería a destacar si se dispone del agua sostenible necesaria para su funcionamiento, si está previsto y asegurado su tratamiento y reciclado, si el tratamiento de los purines es el adecuado, si el bienestar animal está asegurado, si el riesgo sanitario está controlado, si se van a producir molestias al entorno (por ejemplo los olores) y si estas entran, en el caso de respuesta favorable, en el ámbito de lo aceptable por las poblaciones y las autoridades públicas.
En cuanto a las autoridades locales y regionales, una pregunta pertinente es en qué medida esta inversión potencia, o dificulta, el desarrollo local y cuál es su impacto final en la creación de empleo o en la atractividad de la zona para otras actividades. Sin las respuestas a estas preguntas, no cabe a mi juicio emitir una opinión fundada sobre la utilidad de cada proyecto individual.
Entiendo que el ministro Garzón se equivoca cuando sostiene que las macrogranjas (se supone que todas) contaminan el suelo y el agua.
Lo que la Comisión Europea, y detrás de ella el ministro Garzón pone en entredicho, a mi juicio no “desacredita los sistemas de control”…
Fuente: https://twitter.com/NachoLGA1962/status/1479437818086793222
… o la labor profesional de los técnicos que trabajan sobre el terreno.
Pero si “socava el proceso regulatorio seguido en España”, al menos en la transposición de una directiva que tiene 32 años de antigüedad.
Una visión macro
Pero no solo hay que enfocar el problema desde el punto de vista micro, de cada inversión tomada por separado. También es necesario completar el panorama con una visión global del futuro del sector ganadero, de que ganadería y de que ganaderos queremos en el futuro en nuestro país.
España se ha transformando en el primer Estado miembro productor de carne de porcino, superando al anterior campeón, Alemania, un crecimiento basado en las expediciones a los restantes países europeos y las exportaciones a terceros países. China, nuestro primer mercado exportador, sufrió una drástica reducción de su producción por culpa de la peste porcina africana, pero su cabaña se está recuperando a un ritmo aún más rápido que previsto.
Estamos ante una burbuja porcina y la única duda es saber cuándo va a explotar. Lo denuncié en el 2016[10] , lo repetí por dos veces en el 2021[11], llegando a hablar incluso de un tsunami[12]. La experiencia de los ciclos del porcino y de las crisis anteriores nos dice que las principales víctimas del ajuste de oferta que viene serán explotaciones familiares y productores no-integrados.
El consumo de carne en Europa está disminuyendo año tras años y esta tendencia debería seguir en el futuro[13]. Aunque haya oportunidades de exportación en terceros países, un país deficitario en cereales y proteínas oleaginosas, alejado de los mercados potencialmente pujantes asiáticos, no tiene ventajas comparativas para ser competitivo en el medio y largo plazo. El hecho es que el auge de las grandes granjas anuncia la muerte de los productores más pequeños, la reducción de la ganadería familiar frente a los grandes grupos inversores.
Es una opción política sobre la cual no cabe opinar desde el ámbito de reflexión científica. No se puede tomar sopas y sorber. Mi apuesta personal por una agricultura y ganadería familiar (entendida como aquella en la que las decisiones se toman entorno a la mesa de la cocina y no la del consejo de administración) como elemento dinamizador del mundo rural, me hace ser reticentes frente a estas macrogranjas, a menos que sean instalaciones en común de varios productores que comparten así costes y mejoran su calidad de vida compatibilizando mejor vida profesional y vida personal.
Pero insisto, esta es una opción personal y política que se sale completamente del ámbito del rigor científico en el que intento enmarcar este artículo.
La calidad de los productos
El último tema abordado por el ministro Garzón es el de la calidad de los productos obtenidos en las macrogranjas. Contrariamente a lo que se podría deducir de ciertas declaraciones hechas, no se refiere el ministro al conjunto de la producción cárnica española, ni siquiera a la obtenida por la (no nombrada) ganadería intensiva pero únicamente a la obtenida en las macrogranjas.
Entiendo que el ministro Garzón se equivoca al generalizar el maltrato animal en todas las macrogranjas. Casos de maltrato animal se dan, no solo en España por cierto, como demostró el reportaje de Jordi Evole en Salvados[14], pero no dejan de ser una rara excepción frente a una realidad generalizada muy diferente. Por cierto, esta filmación no se hizo en una explotación que se podría calificar de macrogranja. Incluso cabe suponer que las condiciones de estancia de los animales son mejores en las nuevas explotaciones, más grandes, que en otras más antiguas, aunque no dispongo de ningún dato que permita sostener esta afirmación.
En cuanto a la calidad de los productos, cabe diferenciar entre calidad sanitaria y calidad organoléptica. En ambos casos, no conozco datos estadísticas que las diferencien según tipo de ganadería, extensiva, intensiva e intensiva macrogranjas. Globalmente, la calidad sanitaria parece fuera de dudas, como lo demuestra tanto los informes de control de las autoridades nacionales como el auge exportador español. ¡Si este no fuera el caso, ya se habrían ocupado las autoridades, en particular de los terceros países de hacérnoslo saber cerrando las fronteras!
Por otro lado, lo que sí sabemos es que “el consumo de antibióticos en España registró una bajada del 56,7% en sanidad animal entre 2014 y 2020.» Según el Ministerio de Sanidad, en el caso de las ventas de antibióticos veterinarios… España pasó de los 418,8 mg/PCU (miligramos de principio activo por Unidad de Corrección de Población) de 2014 a los 181.2 mg/PCU de 2020[15]. No he encontrado datos relativos al año 2021 pero la tendencia señalada no puede ser más positiva, aunque seguramente cabe todavía mejorar.
He de confesar que comparto el pre-juicio (entendido como juicio previo) del ministro Garzón que un animal criado al aire libre debería tener una trayectoria sanitaria aún más saludable, y un nivel de felicidad mayor, que un animal estabulado pero no dispongo de ningún dato que sustente esta afirmación.
En el caso de la calidad organoléptica, aunque no disponga de datos estadísticos, el hecho es que el consumidor está dispuesto a pagar un precio más alto por unos huevos ecológicos o con gallinas criadas más en libertad, por pollos ecológicos, por una carne de la Sierra de Guadarrama o una IGP Ternera Gallega o Ternasco de Aragón, por solo poner unos pocos ejemplos entre los muchos que podría citar. Como economista tengo tendencia a confiar (¡razonablemente!) en el mercado si observo diferencias de precios entre productos que perduran en el tiempo, más allá de modas pasajeras o campañas de promoción concretas.
Es verdad que estos productos son más caros que sus competidores y que su desarrollo puede agravar la fractura social que se ha ampliado en nuestro país (y en Europa) desde la crisis del 2018. Pero también es verdad que un consumo más comedido, menos carne pero mejor, debería aminorar este inconveniente.
[1]https://www.theguardian.com/world/2021/dec/26/spanish-should-eat-less-meat-to-limit-climate-crisis-says-minister
[2]https://www.efeagro.com/noticia/macrogranjas-ganaderia/
[3]https://www.mapa.gob.es/es/ganaderia/temas/produccion-y-mercados-ganaderos/estudiodelsectorespanoldecebodevacuno2019_tcm30-512343.pdf
[4]https://www.mapa.gob.es/es/ganaderia/temas/produccion-y-mercados-ganaderos/estudio_vacasnodrizas_datossitran2020_tcm30-109530.pdf
[5]file:///C:/Users/Tomas/AppData/Local/Temp/Estructura%20del%20Sector%20Vacuno%20Lechero%20en%20Espana%202016-2020.pdf
[6]https://www.noticiasdenavarra.com/economia/2021/05/06/varapalo-macrogranja-noviercas-impulsada-sociedad/1143766.html
[7]https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX:31991L0676
[8]https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/ES/MEMO_18_6247
[9]https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/INF_20_1212
[10]https://tomasgarciaazcarate.com/post/c2bfestamos-enfrente-de-una-burbuja-ganadera-en-espana-133185
[11]https://tomasgarciaazcarate.chil.me/post/nueva-pildora-de-la-pac-la-crisis-del-porcino-que-viene-337266
[12]https://www.agronewscastillayleon.com/tomas-garcia-azcarate-en-el-sector-del-porcino-vienen-olas-muy-fuertes-incluso-un-tsunami
[13]https://ec.europa.eu/info/food-farming-fisheries/farming/facts-and-figures/markets/outlook/medium-term_es
[14]https://www.lasexta.com/programas/salvados/mejores-momentos/las-estremecedoras-imagenes-de-una-granja-de-cerdos-llenos-de-ulceras-y-malformaciones-parecen-monstruos_201802045a7770c00cf201d4f672c0b8.html
[15]https://www.mscbs.gob.es/gl/gabinete/notasPrensa.do?id=5568