En las dietas utilizadas en los sistemas intensivos de producción de rumiantes es habitual añadir grasas para aumentar su contenido energético y contribuir así a cubrir las elevadas necesidades nutricionales de los animales. Entre las más utilizadas se encuentran los productos ricos en ácido palmítico y el aceite de soja. Sin embargo, su uso es polémico por el impacto ambiental de sus cultivos y por la creciente competencia entre humanos y animales por los recursos alimenticios. Como alternativa, se ha planteado la utilización de los aceites que se obtienen del desengrasado de los insectos en el proceso de producción de quitosanos o de harinas ricas en proteína.