El papel, los papeles de los Ministerios, aguantan todo lo que quieras escribir sobre ellos, pero lo cierto es que estamos a junio de 2022 y las cosas van lentas, por no decir lentísimas en el reparto de los muy cacareados fondos procedente del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Los fondos sin destino. Por Esther Herranz
Por Esther Herranz. Experta en la UE y en Agricultura (Diputada europea 2002-2019), profesora y apasionada del sector agrario.
Mikel Segovia escribía hace unos días una reflexión al respecto, haciendo hincapié en que, precisamente los Ministerios más concernidos, el de Asuntos Económicos y Transformación Digital y el de Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miterd) son los más retrasados. Diez mil millones a la espera de destino.
Al mismo tiempo, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (Mincotur) había comprometido más del 86% del programa NextGeneration que le corresponden.
Alguien no está haciendo bien el trabajo para el que los españoles le pagamos, con impuestos cada vez más altos, su sueldo y eso requiere una explicación clara y nítida en la sede de la soberanía nacional, el Parlamento; a ver si los españoles conseguimos enterarnos pronto de qué está pasando.
Máxime los españoles interesados y preocupados por el mundo rural, la despoblación de la España interior y las actividades agroalimentarias. Y lo digo porque el jueves 16 de junio el Ministerio de Agricultura presumía del “apoyo” del Gobierno de España a la digitalización de la PYMES agroalimentarias con el “Agroimpulso” para fomentar la innovación y digitalización en toda la cadena de valor alimentaria.
Esto es, cuanto menos, chocante, dado que el Ministerio de los dineros no avanza en comprometer el gasto. Me temo que estamos, como de costumbre, dando cera al sector agroalimentario por su contribución al empleo, comercio internacional y equilibrio territorial (en palabras del secretario general de Agricultura) pero luego el dinero necesario, los fondos siguen sin destino desde el Ministerio que guarda la llave de la caja.
Leía yo detenidamente la semana pasada el informe de la consultora Llorente y Cuenca sobre la aplicación de los fondos NextGeneration y del título ya se vaticinaban inquietantes preguntas: “Claves, éxitos y dudas sobre su implementación”… y efectivamente, deduce LLYC en su informe que, de seguir así las cosas, el grado de ejecución de las ayudas europeas no será correcto en España hasta finales de 2023, o sea dentro de año y medio, al menos, coincidiendo con la convocatoria obligada de Elecciones Generales en España.
Falta información
No quiero pensar mal ni imaginar que esos fondos puedan utilizarse para dar autobombo a los partidos gobernantes en la campaña electoral de ese entonces porque eso sería dramático para un país tan necesitado de inversiones, modernización y superación de una crisis económica tan severa como la que España atraviesa.
También hacía referencia el informe a una clamorosa falta de in formación sobre la ejecución efectiva que los fondos comprometidos están teniendo. Hace meses me referí en otro artículo a lo sospechoso que a mi me pareció la negativa del presidente Sánchez a nombrar una autoridad independiente para la ejecución y fiscalización de la dinámica de esos fondos.
Creo que no anduve muy equivocada, porque no hay información fidedigna sobre qué porcentaje de los fondos asignados ha llegado a los destinatarios finales y, lógicamente, eso hace que se despierten los interrogantes de si los fondos están sirviendo al propósito para el que fueron pensados y qué efectos positivos están teniendo, o no, en nuestra maltrecha economía. Por no hablar de las muchas dudas que algunos ya alimentábamos sobre la desconfianza en Sánchez al negarse a situar al frente de los fondos a una autoridad independiente y competente en la materia.
Este invento del NextGeneration está pensado para inyectar en nuestra economía una ingente cantidad de fondos extra que nos permita recuperar el pulso económico perdido pero con el escaso uso de las agrupaciones empresariales para promover iniciativas que reciban esos fondos el impacto en la economía es escaso y estamos perdiendo una excelente oportunidad.
Si los proyectos que se presentan están limitados en el importe de lo subvencionable por culpa de la Autoridad de la Competencia, si el gobierno se ha reservado para sí mismo una proporción descomunal para sus gasto directo a través de licitaciones desesperadamente lentas y que, puede ocurrir que no sean más que las propias actuaciones de unos presupuestos generales del Estado, con lo que estaría desvirtuándose el objetivo del plan pensado desde la UE. Y todo pendiente, además de las reformas pendientes que el gobierno está obligado a hacer si quiere que los fondos lleguen a España
Lo dicho, los fondos sin destino. ¡Una pena más!