Si los sarmientos, tras la poda, no se someten a una labor de mantenimiento tras su triturado para favorecer su mineralización rápida e incorporación al suelo vitícola, el eco-régimen en lugar de ser una práctica medioambientalmente sostenible se convertirá en un enorme problema sanitario en la vitivinicultura por el riesgo de propagación de hongos de la madera en el cultivo de la vid. Y lo mismo puede suceder en otros cultivos leñosos.
Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha y las organizaciones profesionales agrarias, ASAJA, COAG y UPA de esta Comunidad instaron al Ministerio de Agricultura a que, en la aplicación del eco-régimen de mantenimiento de cubierta vegetal inerte, mediante el depósito en el suelo de los restos de poda triturados en el cultivo de la vid que, a partir del 2023 se exige con la nueva PAC,, se permita un mínimo laboreo de mantenimiento de 10-15 centímetros para favorecer así su mineralización rápida y el enriquecimiento del suelo agrícola.
El objetivo, señalan estas organizaciones, será prevenir así un problema sanitario de enorme repercusión en el viñedo español y, por ende, del castellano-manchego.
Actualmente, como es conocido dentro del sector vitivinícola, las enfermedades de madera de la vid (yesca, eutipiosis, pie negro, enfermedad de Petri, decaimiento por botyrosphaeria, excoriosis… entre otros) son la mayor de las amenazas sanitarias que azotan a la viticultura mundial, sin que hasta el momento se hayan encontrado tratamientos eficaces con sustancias autorizadas, y cuya única solución preventiva para evitar su diseminación es la quema de los restos de poda.
Laboreo mínimo
Estas organizaciones agrarias proponen que para evitar que el nuevo eco-régimen de la PAC, consistente en depositar los restos de poda en los suelos vitícolas, en lugar de ser una práctica medioambientalmente sostenible, se convierta en un enorme problema sanitario en la vitivinicultura española y castellano-manchega, dichos restos vegetales se incorporen al suelo con una labor superficial (10-15 cm) de mantenimiento, de forma que se favorezca y acelere su rápida mineralización e incorporación al sustrato del suelo para que no afecte a la sanidad de las plantaciones de vid.
A juicio de este sector, cuando las medidas de control del cumplimiento de la medida priman más que su eficacia práctica y agronómica, lo que sobre el papel podría ser una medida agroambientalmente positiva, se podría convertir en un problema sanitario de consecuencias nefastas, que repercutiría muy negativamente en la sostenibilidad del cultivo más estratégico y social de Castilla-La Mancha, la primera región vitivinícola del mundo, con cerca de medio millón de hectáreas de cultivo.