Iberoamérica y la seguridad alimentaria y ambiental del planeta. Por Jaime Lamo de Espinosa
La agricultura de América y Caribe aporta el 13% de la producción mundial de alimentos y representa el 23% de las exportaciones globales; es el mayor exportador neto de productos agropecuarios del planeta. Dependemos pues, en mucho, en estas horas de limitaciones y carencias por la guerra de Ucrania, de ese continente.
Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
En medio de tantos problemas agrarios ligados al abastecimiento de cereales, piensos y fertilizantes provenientes de Ucrania y estrangulados parcialmente por el control por parte de Rusia del Mar Negro, no tenemos más remedio que mirar en otra dirección para asegurar tales abastecimientos. Y como siempre esa mirada va hacia EE.UU y hacia Iberoamérica (me gusta más que lo de América Latina aunque esta última expresión haya triunfado). Y por eso debo destacar un hecho singular ocurrido hace unos días, el pasado 4 de noviembre, cuando el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) celebró en Madrid, en la Casa de América, una conferencia y coloquio sobre «La transformación de los Sistemas Agroalimentarios: una visión desde las Américas» bajo la presidencia del director del IICA, Manuel Otero, reelegido recientemente por otro periodo de cuatro años y que cuenta con gran experiencia en temas como ciencia y tecnología, comercio y sanidad agropecuaria, fortalecimiento institucional y cooperación internacional.
Desde hace muchos años el IICA ha mantenido con el Ministerio de Agricultura unas muy especiales relaciones. Su sede está en Costa Rica, en San José, y en España tiene su sede en el propio Ministerio desde el año 2013, formalizándose en 2015. Antes, en 1977, el IICA y España firmaron un acuerdo de cooperación y en 2001 el Instituto abrió una oficina de representación permanente, que fue desde el inicio la Oficina Permanente para Europa (OPE). Y España se convirtió, ese mismo año, en el único Estado Asociado del IICA fuera de América. Sin duda, la OPE supone una ventana del IICA en Europa y es, a su vez, un puente para la cooperación técnica entre España y América.
La misión de la OPE es trabajar con socios españoles y europeos, bajo la eficiente dirección de su coordinadora, Soraya Villarroya, para dar respuesta a las demandas de cooperación técnica que llegan desde los 34 países americanos. Su visión es conseguir que el IICA sea considerado por España y la UE como la institución de referencia para canalizar cooperación técnica en agricultura en América Latina y Caribe (ALC) en los ámbitos hemisférico, regional y nacional.
Pues bien, en ese acto celebrado en Madrid, su director general, Manuel Otero, nos hizo un muy interesante relato sobre lo que representa aquel continente para la situación agraria mundial presente. Nos recordó que la agricultura de América y Caribe aporta el 13% de la producción mundial de alimentos y que representa el 23% de las exportaciones globales; es el mayor exportador neto de productos agropecuarios del planeta. Dependemos pues, en mucho, en estas horas de limitaciones y carencias, de ese continente. Porque, además, es allí donde se concentran el 16% de las tierras agrícolas, el 50% de la biodiversidad, el 23% de la superficie boscosa y el 30% del agua fresca del planeta.
Pero, como destacó Otero, pese a todo ese potencial la situación interna no es homogénea. Los indicadores de hambre, pobreza e inseguridad alimentaria en América Latina y Caribe han empeorado desde 2020. El 30% de la población no puede acceder a fuentes saludables de alimentos. Se está dando, también allí, un deterioro de su performance productiva, y en sus áreas tropicales la productividad aumenta a la mitad del ritmo de crecimiento de las áreas templadas, encontrando la mayor parte de pobres y vulnerables en las áreas urbanas, mucho mayor que en las zonas rurales. Ello tiene que ver también con un hecho negativo, que la región tiene un muy pobre comportamiento en I+D, la inversión es pequeña y casi toda ella procede del sector público.
Su conclusión, mirando hacia su interior, fue que necesitan una nueva generación de políticas que sean pro-naturaleza, que contemplen el largo plazo y que enfatice la articulación público-privada. Y finalizó destacando el consenso regional habido entre los días 22 y 23 de septiembre de este año, entre ministros y secretarios de Agricultura de América frente al cambio climático. En esa alianza continental resaltó, entre otros objetivos, el de One Health, una única salud para hombres, animales y el planeta. Quizás la frase que mejor sintetiza su pensamiento fue: “Tenemos que confiar en los agricultores porque de ellos va a depender un desarrollo más sostenible”.
También aportaron su visión Enrique Iglesias, ex secretario general Iberoamericano; Ramón Jauregui, presidente de la Fundación Euroamérica y Laura Oroz, directora de Cooperación con América Latina y Caribe. La conclusión de todos fue que América Latina está llamada a ser y es ya un actor estratégico para la seguridad alimentaria y ambiental del planeta. Y dado que unos países son exportadores netos mientras que otros son importadores, todos están llamados a aumentar el “comercio interno” entre los Estados latinoamericanos. Europa debe ser consciente de la importancia de América Latina en el plano de la geopolítica, como nos recordó Jauregui.
Siempre tuve una estrechísima relación con el IICA y, como siempre, escuché con interés al Sr. Otero. Pero esta vez no pude por menos que pensar en la urgente necesidad que tenemos, aquí y ahora, y que vamos a tener, de que ALC nos cubra en nuestras necesidades, las de España y Europa, para garantizarnos los abastecimientos necesarios de cereales panificables, piensos y oleaginosas para cubrir las rupturas de mercado de Ucrania, y asegurarnos, si fuera posible, precios que no nos arrastren a una inflación causada por los alimentos. En ese sentido las futuras cosechas del continente hermano y las nuestras serán decisivas.
También el Cambio Climático fue objeto de comentarios, pues preocupa seriamente al IICA. Es normal. Los datos que nos llegan no permiten el optimismo. Estas semanas se está celebrando la Cumbre del Clima, la COP27, en Egipto, sin la asistencia de los líderes de China, India y Rusia. Mal comienzo. Allí se han oído palabras que resaltaban el empeoramiento de las perspectivas en la reducción de las temperaturas y las fuertes incidencias en gases de efecto invernadero, sobrecalentamiento del planeta, meteorología extrema, fuertes lluvias, calores desconocidos, extensas sequías, etc. Y, al tiempo, menores cosechas por reducción de áreas cultivadas y restricciones en exportaciones de alimentos básicos, arroz, en algunos países tratando de garantizar su propia seguridad alimentaria.
Tendremos que volver sobre esta importante cuestión en próximas cartas. El cambio climático acentúa nuestras sequías y pone en peligro nuestras futuras producciones y regadíos y nuestra seguridad alimentaria.
Un cordial saludo.