Los cítricos, un sector crucial de nuestra agricultura. Por Jaime Lamo de Espinosa

Los cítricos, un sector crucial de nuestra agricultura. Por Jaime Lamo de Espinosa

Luis Planas, ministro de Agricultura; Ximo Puig, presidente de la Generalitat Valenciana; Saura Navarro, consejera valenciana de Agricultura, e Inmaculada San Feliu, presidenta del Comité de Gestión, celebraron con todo orgullo estos magníficos 50 años.

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Durante las últimas quincenas prácticamente todas mis cartas han tenido como orientación básica el análisis de los distintos problemas que viene sufriendo el campo español desde hace un par de años: costes crecientes de insumos, sequías fortísimas, muy altas temperaturas, ausencia de precipitaciones, bajísimos niveles de agua embalsada, en algunos casos por debajo de una cuar­ta parte (Cataluña interna o Gua­dal­qui­vir), miles de pueblos de España sufriendo restricciones no solo para riego sino para uso domiciliario cotidiano y además una po­lí­tica incomprensible que, amparándose en el cambio climático, la Agenda 2030 o los caudales ecológicos, llevan años destruyendo presas y barreras fluviales lo que no ayuda precisamente a retener las aguas de lluvias, escasas, que re­cibimos. Y ello provocado la creación de una muy potente plataforma de reivindicación, lucha o protesta, SOS Rural que nace ahora, lo que puede cambiar muchas cosas porque acabará te­niendo una fuerte presencia en las listas electorales de los distintos ámbitos territoriales. Lo he dicho ya muchas veces: el campo grita y llama a la puerta.

Es por eso por lo que hoy me complace escribir de modo contrario y además hacerlo sobre una región, un producto y un tema que conozco bien por el origen valenciano de mi familia. Me refiero concretamente a la ce­lebración del 50 aniversario de la creación del Comité de Gestión de Productos Cí­tricos que nació en el año 1972 y que ha de­sa­rrollado una muy positiva gestión a lo lar­go de todo este tiempo.

Los cítricos son hoy uno de nuestros grandes sectores de la economía agraria, respetado en el ámbito internacional y en buena parte simbólico e icónico de lo que representa y es nuestra agricultura. Un Comité de Gestión que surgió el 21 de julio de 1972, siendo entonces un excepcional ministro, Tomás Allende Gar­­cía-Bax­­­ter, quien dio origen a ese Co­mité que ha llevado una fuerte vida hasta el presente.

Era yo muy joven, acababa de ganar la Cátedra de Economía y Política Agraria de Valencia, que más tarde obtuve en Madrid, y vi en los años posteriores, trabajando en el Forppa, en la Subcomisaría del Plan de De­sarrollo, en la Dirección General de In­dustrias Alimentarias, en el propio Gabinete del ministro Allende, en la Subsecretaría de Agricultura con Fernando Abril, ya en La Tran­sición, y al frente del propio Ministerio hasta el año 1982, el muy importante papel de­sarrollado en favor de los cítricos por di­cho Comité.

Desde principios del siglo XIX comienza el cultivo y la exportación de naranjas españolas desde la zona de Castellón, Villarreal, Almazora y Burriana, y en 1849 se realiza la pri­mera exportación de naranjas a In­gla­terra. Poco después diversos armadores va­len­cianos construyen el carguero Turia para crear una línea regular de exportación de na­ranjas a Londres. Poco a poco, la costa de Castellón y de Valencia comienza a trans­formar sus cultivos de cereales en na­ranjos y a finales del XIX, por ejemplo, en Burriana o en Alzira más del 50% de sus tierras estaban ya orientadas a este cultivo. La exportación salía básicamente del puerto de Burriana y de ahí que se acuñara la famosa frase “Burriana, París, Londres” representativa del potente comercio exterior de esa época. A mediados del XX, además, el gran economista Flores de Lemus clamaba por una mayor producción hortícola y frutícola para la exportación y entre ellas destacadamente los cítricos.

Desde entonces hasta hoy los cítricos han sido uno de los grandes productos de ex­por­tación y de este modo, a comienzos del pasado año, España exportaba 3,7 millones de toneladas, importaba 0,24 y su tasa de cobertura era de 1.803%.

Durante todo el siglo XIX y el siglo XX este fue un sector crucial en nuestra agricultura, lleno de éxitos pero también rodeado de problemas crecientes. Yo recuerdo perfecta y personalmente la terrible inundación de Valencia del año 1957, resuelta afortunadamente muchos años más tarde por el llamado Plan Sur que desvió el cauce del Tu­ria. Recuerdo igualmente y de modo personal la helada de 1956 que generó una enorme catástrofe citrícola, económica y laboral. Pero curiosamente de allí nació el deseo de trabajar en otros sectores de la economía y así comenzó el fuerte desarrollo ceramista de la provincia de Castellón, de la que tuve el honor de ser diputado por la misma entre 1979 y1982 y admirar dicho desarrollo.

Más tarde tuvimos dos situaciones complejas, estas ya las viví yo como ministro de Agricultura. Una, en 1980-81, cuando impedí que se firmará el Tratado de Tránsito de Cítricos Marroquíes por España lo que iba a hacerse a cambio de un acuerdo de pesca en aguas marroquíes. El Comité de Gestión, a través de su entonces presidente, Julio de Miguel, un hombre excepcional, y el subsecretario de Pesca del Ministerio, Mi­guel Aldasoro, y mediando gestiones di­rectas entre los ministros de ambos países, conseguimos parar el acuerdo la noche del 31 de marzo de 1981 en una cena que celebramos en Exteriores el ministro Pérez-Llor­ca y yo mismo con los ministros marroquíes Guessous y Buceta. Cuando la reunión al­can­zó un punto imposible de aceptar, José Pedro y yo recurrimos al Rey D. Juan Carlos en conversación telefónica, cerca de las 10 de la noche, le comunicamos la situación, le pedimos que hablara con el Rey Hassan y que lograra, como fuera, anular el tránsito de cítricos.

Al cabo de una hora, llena de tensión y de nervios, el Rey nos llamó y nos dijo que había hablado con Hassan, que retiraba el tránsito de cítricos pero que debíamos poblar la Cordillera del At­las con caza, preferentemente cabra hispánica o con ciervos y mu­flones. Advertí yo que la cabra hispánica era imposible por ser una especie propia, pero sí con todas las demás. A la salida del Ministerio a altas horas de la madrugada, Aldasoro y yo nos dimos un inmenso abrazo en la Plaza Mayor. ¡Habíamos ganado!

Sin aquella ayuda del Rey Juan Carlos I jamás se hubiera conseguido. Cerramos el acuerdo positivamente y poco tiempo después se trasladaron 50 animales de la especie cervus elafus, vía Icona, para aquella repoblación. Cambiamos pesca por caza, pero no por naranjas. Eso tuvo un enorme éxito en Valencia y especialmente alrededor de Julio de Miguel, Leonardo Ramón, Enrique Mon­sonis y José María Fernández del Río.

Y al tiempo negociábamos duramente el Tratado de Adhesión de España a la CEE, lo que no resultaba nada sencillo con la oposición de Italia apoyada por Francia. Entonces exportábamos unas 750.000 toneladas de cítricos y había que regular los precios de referencia, las medidas compensatorias y los tiempos de aplicación. Hubo que inventar un período “de transición específico” en dos fases, magníficamente narradas por Carlos Tió, excepcional catedrático de la Escuela de Agrónomos, alumno mío, en su libro “La integración de la agricultura española en la Comunidad Europea”, gran artífice de aquella negociación, cuya parte final fue llevada a cabo por Tió bajo el mandato entonces del ministro de Agricultura Carlos Romero.

Y desde entonces hasta hoy ese Comité de Gestión formado por empresas privadas productoras, comercializadoras, exportadoras, etc. agrupan 50.000 hectáreas en toda España y representan el 75% de los agrios recolectados, lo que supone más de 2.700 millones de euros. Y así uno de cada cuatro cítricos en fresco vendidos en el mundo tienen su origen en España.

El pasado día 2, el Comité de Gestión celebró en Valencia su 50 aniversario. Allí estaba Luis Planas, ministro de Agricultura Pes­ca y Alimentación; Ximo Puig, presidente de la Generalitat Va­lenciana, y Saura Navarro, consejera valenciana de Agricultura, e Inmaculada San Feliu, presidenta del Comité de Gestión, que celebraron con todo orgullo la historia de estos magníficos 50 años, y con cierta preocupación, imagino, por algunos de los problemas que se ven en el horizonte inmediato. Mi enhorabuena a todos ellos y a todo el mundo citrícola valenciano y español.

Un cordial saludo

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