El proteccionismo y la geopolítica conducen al comercio sin reglas. Por Ignacio J. Domingo.
Desde su creación en 1995 como árbitro de la globalización de los mercados y del libre tránsito de mercancías, servicios y capitales, el papel de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no ha estado más cuestionada. Su lista de detractores, iniciada en el mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, no cesa de aumentar.
Por Ignacio J. Domingo. Crédito y Caución.*
El proteccionismo que eleva muros tarifarios, impulsa subsidios a la industria, contiene las transferencias de tecnología o auspicia tratados comerciales con países amigos para garantizar el abastecimiento y asegurar las redes logísticas ha hecho reaparecer el fantasma de la desglobalización. El decoupling o fragmentación en dos bloques, liderados por Estados Unidos y China, del proceso de libre tránsito del comercio y las inversiones y el alto voltaje geopolítico cuestiona la capacidad de la OMC y catapulta el riesgo de crédito de las exportaciones.
Desde su nacimiento, el crecimiento del PIB del planeta se incrementó entre un 1% y un 1,5% -sobre todo, en los países en desarrollo-, y los niveles de vida -rentas personales- entre un 10% y un 20% en el tránsito de siglo, según cálculos del FMI. Sin embargo, los expertos catalogan el tránsito entre los años 2023 y 2024 de premonitorios para el futuro de una institución heredera de los liberalizadores acuerdos GATT que empezaron a forjarse tras la Segunda Guerra Mundial, bajo las directrices de la Casa Blanca, y cuyas normas han generado notables cotas de prosperidad.
Años de moratoria para acorazar de tarifas el comercio digital
En abril, durante su cumbre anual, no se aprobó el único punto del orden del día, lo que da cuenta no solo de su parálisis, sino también de su falta de espíritu vital, porque se amplió la eterna moratoria para no imponer tarifas al comercio digital por decisión, in extremis, de India, Indonesia y Sudáfrica, detractores habituales de esta norma, que lleva en este limbo desde 1998. Con la sola condición de que expire en 2026, lo que sirvió para que su directora general, la ex ministra nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, apuntara con ironía que se trataba de “una buena noticia; así las empresas tendrán un tiempo suficiente de adaptación”.
La impotencia de su máxima dirigente deja un baño de realpolitik. Nada se mueve en la OMC en un año electoral en Estados Unidos, de suma incertidumbre por el aterrizaje de la economía china -suave, si se liberan billonarios recursos de estímulo, o brusco, si el ajuste inmobiliario y la gestión de la deuda se tornan graves- y bajo una atmósfera nociva por la carrera competitiva desatada entre las superpotencias por proteger sus industrias y sectores tecnológicos y por asegurar la logística de suministros a sus cadenas de valor.
Paralización de los panales de resolución de conflictos
Un segundo síntoma de que el orden comercial se tambalea es la decisión casi simultánea de la Administración Biden de bloquear uno de sus paneles de resolución de conflictos, otra constante en el último lustro, donde se ha paralizado en 75 ocasiones.
En este caso, el veto puede llegar a ser definitivo porque se han quedado sin personal, mientras acumula denuncias de sus socios por trasgredir las reglas del juego comercial y porque ocurre en un instante crucial, en el que organizaciones hermanas como el FMI arremeten contra el exceso de subsidios a sectores productivos como el de los chips -con acuse de recibo expreso a Washington- o contra el proteccionismo, con la imposición de nuevos aranceles desde la Casa Blanca -y desde la Unión europea, que los ultima- contra las mercancías y servicios made in China.
Medidas unilaterales contra China
Un tercer síntoma surge de la unilateralidad de Estados Unidos al encarecer tarifas a China. Una acción que, dicho de otro modo, aleja a Washington del circuito de la OMC, a donde Pekín sigue acudiendo para, por ejemplo, defenderse de los litigios por el uso de ayudas estatales, denunciar los vetos que la Administración Biden ha aprobado contra las transferencias de tecnología o hacer frente a las acusaciones por presuntos ataques contra la propiedad industrial e intelectual de sus empresas.
La economía, el comercio y la inversión se debilitan
El cerco a la OMC surge, además, en un clima desfavorable. Desde 2010 -alerta la Agencia de Naciones Unidas para el Desarrollo- la economía y el comercio han crecido a una media de un 4% y un 4,2%, ritmos demasiado moderados para la creación de riqueza y la reducción de desigualdades. Sin embargo, la lectura estadística de sus expertos deja un mensaje todavía más preocupante: las Inversiones Extranjeras Directas (IED) se mantuvieron en estado de hibernación, en este mismo periodo, con una evolución cercana a cero, que se ha agudizado durante el último trienio de Guerra Fría por los riesgos geopolíticos y los azotes económicos, que han propiciado auténticos ejercicios de resiliencia a empresas y mercados.
La agencia, sin embargo, aconseja a las empresas y los gobiernos que aborden estas disrupciones alumbrando estrategias de inversión e instrumentos innovadores con los que impulsar negocios inclusivos y sostenibles. En sintonía con las transformaciones energéticas dirigidas a alcanzar las emisiones netas cero de CO2; industriales para elevar la competitividad; logísticas para asegurar el abastecimiento de materias primas, manufacturas y tecnología. Todas ellas, encaminadas a catapultar la productividad desde el Big Data y la Inteligencia Artificial. Además de sopesar “las impredecibles” embestidas geopolíticas que sacuden el orden mundial.
Signos de esperanza
Hay luz al final del túnel y no es un espejismo, matiza la Agencia de Naciones Unidas para el Desarrollo con datos. Entre 2004 y 2023, el flujo de capitales a servicios con sello ecológico repuntó desde el 66% hasta el 81%. E incluso las inversiones asociadas a la industria e impulsadas por el avance tecnológico se incrementaron en un 70%. Por contra, la IED en el sector manufacturero que ahora los gobiernos tratan de reanimar con subsidios se estancó durante dos décadas, antes de contraerse hasta un 12% entre 2021 y 2023. Aunque la número dos del FMI, Gita Gopinath, lo supedita a que Estados Unidos y China bajen sus decibelios comerciales, que añaden costes notables: “la huida hacia una Guerra Fría comercial con escalada geopolítica entre Washington y Pekín restaría, dependiendo de su gravedad, hasta 7 puntos al PIB global”.
*Publicado en el portal web: www.creditoycaucion.es