La tecnología del futuro sobre edición genética vegetal que ya tenemos disponible. Por Alicia Díaz (ANOVE)

La tecnología del futuro sobre edición genética vegetal que ya tenemos disponible. Por Alicia Díaz (ANOVE)

La ciencia y la regulación deben ir siempre de la mano, colaborar y trabajar para que la agricultura europea no se vea frenada.

Por Alicia Díaz. Directora de Comuniación de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE)

Cuando se habla de avances en agricultura, en nuevas técnicas, muchas veces parece que hablamos de un futuro, como cuando pensábamos que en el año 2000 iríamos en coches voladores.

La diferencia con este simple ejemplo es que la tecnología del futuro la tenemos aquí y ahora, son las conocidas como nuevas técnicas genómicas en este caso aplicadas en mejora vegetal para el desarrollo de nuevas variedades de semillas y plantas, entre las que se incluye las conocidas siglas CRISPR, descubiertas por el científico español Francis Mojica.

El descubrimiento de CRISPR ha abierto un nuevo mundo de técnicas genética, con aplicaciones que van desde la eliminación de enfermedades hasta el desarrollo de cultivos resistentes a la sequía y a los insectos, capaces de crecer en entornos adversos.

Estas técnicas que nos son modificación genética se basan en activar y/o desactivar genes del propio organismo que se está mejorando sin incluir ADN de otros organismos.

El problema, una vez más, es que la ciencia no va de la mano de la legislación y aunque en otros muchos países ya han valorado su potencial y le han dado luz verde a su uso, la Unión Europea una vez más, pone freno al avance agrícola, pone freno a conseguir producir más con menos, pone freno a alimentar a una población que no deja de crecer sin aumentar las tierras de cultivo.

Gracias a la presión ejercida por distintos actores de la cadena agroalimentaria, incluyendo al mundo académico, abogando por un enfoque más flexible y basado en ciencia para la regulación de estas técnicas, en el año 2021se logró que la Comisión Europea analizara la situación y finalmente concluyera que el marco regulatorio existente no es adecuado para las NGT´s.

Si bien la discusión comenzó de forma positiva, contando con el apoyo de la Comisión de Agricultura, la Comisión de Medio Ambiente y del Plenario del Parlamente europeo, lo que elevó las expectativas del sector, el proceso ha quedado detenido (y con varios puntos que deben mejorarse), debido a que no se logró su aprobación en el Consejo de la UE durante la presidencia belga, por lo que tras las elecciones del nuevo Parlamento, esta discusión deberá continuar bajo presidencia húngara, lo que significará nuevas revisiones y propuestas que finalmente alargarán el proceso de manera significativa e innecesaria.

Las nuevas herramientas de edición genética de vegetales no se pueden usar en la UE

En resumen, ahora mismo en Europa estas nuevas herramientas no se pueden usar, lo que impide no solo no tener disponibles variedades mejoradas en menos tiempo y a menor coste sino que, además, deja en desventaja a la agricultura de la Unión Europea frente a la de otros países.

Esperamos que esta gran iniciativa llegue a buen puerto ya que es de vital importancia poder contar con estas herramientas para el desarrollo de nuevas variedades ya que son muchos y grandes los ejemplos que ya están disponibles para su uso en todo el planeta gracias a estas técnicas.

Podemos hablar del arroz dorado, que disminuye los casos de ceguera, el trigo sin gluten que vendría a revolucionar la alimentación de ese más del 1% de la población mundial que padece esta enfermedad y ve como su cesta de la compra cuesta el doble o más que la de aquellos que no tienen esta patología.

Hablamos también de variedades que necesitarían una cantidad muy inferior de agua para su cultivo, como es el caso del brócoli, o según una reciente publicación de la Universidad Politécnica de Valencia en la que explican cómo han conseguido eliminar las espinas de especies como las rosas, uvas del desierto o la berenjena, facilitando a su cultivo y recolección.

Está claro que si queremos avanzar y tener alimentos más saludables, baratos y accesibles para todos no podemos poner freno a los avances científicos y de una vez por todas los legisladores europeos deben escuchar a los científicos que claman por la rápida y correcta regulación de estas técnicas.

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