Las sequías, las aguas y los riegos. Por Jaime Lamo de Espinosa

Las sequías, las aguas y los riegos. Por Jaime Lamo de Espinosa

Nuestra política hidráulica debe ser repensada, y seguramente debe cambiar mucho, frente al cambio climático, que nos está causando una mayor frecuencia en sequías cada vez más intensas, lo que debería conducirnos hacia una política hidráulica con más embalses, más agua desalada y más hectáreas regables.

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Comenzaré por felicitar al presidente de Asaja, Pedro Barato, por su reciente reelección como vicepresidente de los agricultores europeos. Es una reelección que conviene a España y que le da una posición en la Unión de primer orden. Y es muy merecida dada la inmensa tarea que Pedro Barato viene desarrollando desde hace décadas en favor del campo español. Como el mismo acaba de afirmar, es necesario “garantizar la soberanía alimentaria de la UE y proteger los ingresos de agricultores, ganaderos y silvicultores”. Tiene razón. Y más aún, en los momentos actuales en los que muchas amenazas, desde la Comisión, el Parlamento Europeo y el cambio climático se ciernen sobre nuestros campos.

Hace cinco siglos, Nostradamus predijo en sus Profecías, fechadas en 1555, que en 2025 habría una gran hecatombe mundial anunciando la falta masiva de agua en muchos lugares del mundo. Y es verdad que la sequía de estos años y la falta de agua ya se hace sentir. De he­cho, son innumerables los países del mundo (Egipto, Afganistán, China, India, etc.) que están construyendo grandes presas para afrontar el futuro. Sequías y falta de agua, tales fueron sus predicciones. Y parece que se están cumpliendo… Eso me obliga, una Carta más, a volver sobre el tema de las sequías, las aguas y los riegos.

Por eso no es de extrañar que los agricultores, en especial los regantes hayan considerado negativamente la reciente propuesta de Greenpeace de reducir 1 millón de hectáreas de riego en España, de aquí al año 2040. De ser así, estaríamos reduciendo en una cuarta parte las hectáreas de cultivo de riego en España. Reducción que, inexplicablemente, basan en el cambio climático que estamos sufriendo.

Comparto, pues, la opinión de la Fe­deración Nacional de Comunidades de Re­gantes de España (Fenacore), cuyo presidente Juan Valero considera que los datos de partida de ese informe son erró­neos y que sus conclusiones son in­fun­da­das. A mi juicio tiene razón. Los regadíos en España son cada vez más eficientes (reducen en un 20% el consumo, aproximadamente), utilizan menos agua para obtener más producción. Y dada la irregularidad de las lluvias, que a veces son torrenteras, no tiene sentido alguno reducir el área de riego. Al contrario, esos mismos datos demuestran que habría que aumentar el número de embalses y la su­perficie regable.

Por ejemplo, el agua embalsada a 8 de octubre era 26.595 hm3, el 47,46% de la capacidad total, pero se ha reducido en 178 hm3 durante la semana anterior, aunque es superior a la del pasado año y a la media de los últimos diez años. Teniendo presente que muchos de tales embalses están situados en zonas del norte, con poco uso para regadíos, puede concluirse que las zonas del sur y del este (Cataluña) tienen una fuerte carencia de agua que debe ser resuelta. Por ejemplo, la cuenca del Segura ha recibido este año menos de la mitad de la media de los cinco últimos y se acaba de declarar la sequía permanente. Sus reservas de agua son prácticamente inexistentes (15,7%).

Por eso en España hay que realizar las interconexiones necesarias entre cuencas, como ya defendía Borrell hace pocos años y Manuel Lorenzo Pardo hace un siglo, y, por ello, debe defenderse y no poner en cuestión el Trasvase Tajo-Segura con continuos recortes en los envíos de agua para riego. Aunque la Comisión Central de Explotación del Acueducto Tajo-Segura ha autorizado hace unos días un trasvase de 81 hm3 para los meses de octubre, noviembre y diciembre, ante la situación de “normalidad hidrológica” de los embalses de cabecera, pues Entrepeñas y Buendía almacenan 1.008 hm3, lo que supone una situación de nivel 2.

Sin embargo, el Gobierno acaba de anunciar que reduce el caudal ecológico en el Júcar. Los regantes creen que esto tiene una doble lectura. Si reducen el caudal ecológico en el Júcar, tendrán, sí, más aguas las dotaciones del Júcar, pero disminuirán los envíos del Júcar-Vinalopó hacia Alicante. Y así, no es de extrañar que en Orihuela luchen por el trasvase y teman para 2027 la “tormenta perfecta” contra sus aguas por sequías, recortes en el trasvase y planificación restrictiva de aguas subterráneas.

El agua genera riqueza y rentas. Y hace que los alimentos de España sean sinónimos de calidad. Un buen ejemplo de sus positivos efectos es la Grape Night que acaba de celebrar en Madrid, presidida por el presidente de Murcia, Fernando López Miras, la asociación Apoexpa, que preside Joaquín Gómez Ca­rrasco, con gran eficiencia, de agricultores-empresarios de Murcia, grandes productores y exportadores de frutas y uvas de mesa, y que riegan sus tierras con aguas del trasvase y cuyos resultados son espléndidos y elogiables. Una razón más para defender el trasvase.

Sí, nuestra política hidráulica debe ser repensada, y seguramente debe cambiar mucho, frente al cambio climático, que nos está causando una mayor frecuencia en sequías cada vez más intensas, lo que debería conducirnos hacia una política hidráulica con más embalses, más agua desalada y más hectáreas regables.

Además, los riegos juegan un muy importante papel en el desarrollo de las economías locales por lo que la desalación y los embalses son necesidades ineludibles. Como viene defendiendo desde hace tiempo el ingeniero de Caminos Luis del Rivero “España tiene agua de sobra, hay que saber aprovecharla y la solución consiste en emplear 30.000 hm3 de agua al año más en regadío y basar el sistema energético en fuentes propias como el sol, viento, nuclear y agua”.

Ahora, cuando escribo, justo al inicio del otoño, las predicciones meteorológi­cas de la Aemet y otras coinciden en alertarnos por la llegada de un “río atmosférico” que algunos llaman “el cordonazo de San Francisco”, y un frente atlántico –Kirk– con lluvias intensas y tormentas y cambios bruscos en las temperaturas en casi todas las provincias. Ojalá esa agua no nos trai­ga catástrofes –como el Milton que azota estos días a Florida– sino que pueda ser aprovechada y mejore la si­tuación y abastecimiento de nuestros embalses.

Un cordial saludo.

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