Aparición de la ‘roya amarilla’ en el trigo de Castilla y León
ASAJA pide a la Administración que, además de reforzar las tareas de control y seguimiento a través de los Servicios de Sanidad Vegetal de cada provincia, ‘sea agente efectivo en la erradicación de la roya y otras plagas, y no solo derive en los profesionales del campo la responsabilidad de frenarlas, porque los tratamientos de que dispone el agricultor tienen una eficacia muy limitada’.
Desde la Jefatura del Área de Plagas del Instituto Tecnológico Agrario de la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León se remitió el pasado 15 de abril un aviso urgente al sector agrario en el que se confirma oficialmente la aparición de los primeros síntomas de roya amarilla en trigo en la Comunidad Autónoma, hasta el momento en las provincias de Burgos, Palencia y Zamora.
En estos días, desde la organización agraria, ASAJA, se alertaba del regreso de esta enfermedad fúngica, que seca la planta y el grano y reduce el rendimiento, y cuyo tratamiento es complejo y costoso para el agricultor.
Aunque el frío del invierno frena el avance de la roya, según esta organización agraria, existe la posibilidad de haya permanecido latente al menos en parte en los campos, y dados los precedentes de rápida dispersión registrada en la campaña anterior, el servicio de plagas aconseja prudencia y pide a los agricultores que estén alerta.
En el aviso de la Administración autonómica se recomienda a los agricultores que estén especialmente atentos a sus parcelas y realicen el tratamiento correspondiente ante la aparición de los primeros síntomas.
ASAJA Castilla y León expresó su preocupación por la persistencia de una enfermedad que se traduce en enormes pérdidas productivas en la futura cosecha, así como en sobrecostes de tratamiento que han de asumir los agricultores.
Por ello, la organización agraria pide a la Administración que, además de reforzar las tareas de control y seguimiento a través de los servicios de sanidad vegetal de cada provincia, ‘sea agente efectivo en la erradicación de la roya y otras plagas, y no solo derive en los profesionales del campo la responsabilidad de frenarlas, porque los tratamientos de que dispone el agricultor tienen una eficacia muy limitada’.