El PE ha respaldado este martes 14 de abril que los biocarburantes clásicos, como el etanol y el biodiésel, no supongan más del 6% del consumo energético de la UE en el sector del transporte para 2020.
La Eurocámara abre las puertas a los biocarburantes de última generación
El objetivo es acelerar la transición hacia una nueva generación de biocombustibles fabricados con algas y algunos residuos, y así reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el creciente uso de tierras agrícolas para la producción de carburantes.
Los biocarburantes clásicos o de primera generación, principalmente el etanol y el biodiésel, se obtienen a partir de cultivos como el maíz o plantas como la soja, el girasol y la palma.
Las emisiones de gases de efecto invernadero resultantes del uso creciente de tierras agrícolas para la producción de biocarburantes constituyen el conocido como cambio indirecto en el uso del suelo (ILUC).
Con el fin de reducir el impacto sobre el medio ambiente, la Eurocámara propone que estos biocombustibles no supongan más del 6% del consumo energético de la UE en el sector del transporte para 2020, frente al objetivo actual del 10%.
Igualmente, el Parlamento es favorable a que los carburantes de segunda generación, producidos a partir de algas y algunos residuos y con un menor impacto medioambiental, aporten al menos un 2,5 por ciento del consumo total de energía en el sector del transporte en 2020.
El conjunto de enmiendas del Parlamento a la propuesta de la Comisión fue aprobado por 356 votos a favor, 327 en contra y 14 abstenciones.
‘Me alegro de que el Parlamento se haya pronunciado a favor de una contabilidad correcta de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como de fijar un techo para el uso de biocarburantes de primera generación; es una señal importante para que a partir de 2020 apoyemos los biocarburantes avanzados. La integración del ILUC en 2020 es importante para la credibilidad de la política europea sobre el clima’, ha declarado la ponente de la directiva, la liberal francesa Corinne Lepage.
Próximos pasos
El texto adoptado constituye la posición en primera lectura del Parlamento Europeo. Los Estados miembros tienen que adoptar ahora una posición común sobre este tema. En caso de que ésta sea distinta del texto aprobado por el PE, el dossier deberá volver a la Eurocámara para una segunda lectura.
Procedimiento: codecisión (procedimiento legislativo ordinario), primera lectura
Ponente: Corinne Lepage (ALDE, Francia)
En un artículo reciente, la ponente francesa, Corinne Lepage, aseguró que la promoción de los biocombustibles producidos con cultivos alimentarios, conocidos como de primera generación y entre los que se encuentran la colza y el aceite de palma, tuvo un impacto negativo en los países en desarrollo.
Por un lado, aumentó los precios de los alimentos. Por otro, hizo que la tierra cambiara de uso y se dedicara a producir biocombustibles, lo que conlleva la destrucción de bosques y humedales. El resultado es que las emisiones de CO2 aumentaron en lugar de reducirse.
‘Es necesario poner límites a la primera generación de biocombustibles, pero no de la forma indiscriminada que la Comisión propuso’, dijo la eurodiputada, que urgió a distinguir entre un mejor y un peor rendimiento de biocombustibles derivados de alimentos.
Cálculo de emisiones
‘Propongo incluir las emisiones relacionadas con los cambios del uso de la tierra en el cálculo de reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero atribuidas a los biocombustibles, para estimular la producción de biocombustibles como el etanol, que son muy beneficiosos para el clima’, afirmó Corinne Lepage. Y recordó que el Parlamento, ya en 2008, reclamó que se contemplara el cambio de uso de la tierra.
‘Ignorar estos problemas podría minar la credibilidad de la UE en la lucha contra el cambio climático y la legitimidad del apoyo financiero a la industria’, añadió. Este apoyo financiero se eleva a alrededor de 10.000 millones de euros al año provenientes de los presupuestos de los Estados de la UE.
La eurodiputada dijo que la actual insistencia en la austeridad podría dificultar la justificación de los elevados subsidios hasta 2020. Y añadió que las ‘inversiones existentes deberían estar protegidas y la industria debería tener varios años para continuar produciendo combustibles de primera generación para recuperar las inversiones y preparar el cambio a biocombustibles avanzados’, producidos con fuentes no alimentarias como los desechos o residuos de materias primas.
Durante los diez últimos años, la UE ha apoyado la producción de combustible a partir de cultivos alimentarios para reducir las emisiones de CO2 del transporte. El año pasado, la Comisión Europea propuso limitar la cantidad de biocombustibles derivados de alimentos al ponerse en duda su utilidad para reducir las emisiones.