Se están produciendo importantes cambios en la cadena de valor del granado que deben ser paralelos a su rentabilidad a pie de campo. Si la demanda tiene buena respuesta, lo ideal es que eso repercuta en un incremento en los precios de origen, siendo los precios una variable clave en la renta de los productores. El otro aspecto determinante son los costes de producción, de los que trata el presente trabajo.
Análisis de los costes de producción del granado español
Mª Ángeles Fernández-Zamudio (1), Julián Bartual (2) y Mª Dolores de-Miguel (3).
1. Departamento de Economía y Ciencias Sociales. Universidad Politécnica de Valencia.
2. Estación Experimental Agraria de Elche-IVIA.
3. Departamento de Economía de la Empresa. Universidad Politécnica de Cartagena.
El cultivo del granado (Punica granatum L.) es nativo del área circundante a la antigua Persia y fue introducido en la Península Ibérica por las civilizaciones orientales, posiblemente los fenicios, entre el siglo V o VI, por lo que es considerado un cultivo tradicional en España desde hace siglos.
En general, se trata de una especie que se asocia con las regiones mediterráneas desde la antigüedad, y dada su adaptación a diferentes condiciones agroclimáticas hoy en día puede encontrarse en zonas tan distantes como Japón, EE.UU., Chile, o Australia. Al ser un frutal con una extensión menor, suele estar incluido en la categoría de “otras frutas” por lo que es difícil obtener estadísticas detalladas de su producción y comercio.
Algunas referencias indican que a nivel mundial la superficie mundial estimada es de alrededor de 166.320 hectáreas (Bartual, comunicación personal) y se obtienen unas producciones anuales superiores a 3 millones de toneladas. Respecto a las cifras de su comercio, los datos pueden ser estimativos al no tener un claro seguimiento de las balanzas comerciales.
Es muy frecuente que las plantaciones estén dispersas y no se gestionen de forma convencional, por lo que la cadena de valor no siempre está organizada de la forma más adecuada. Esta fruta, muy característica de los huertos mediterráneos, se ha destinado en un porcentaje muy elevado al autoconsumo, y cuando se ha comercializado ha sido hacia el consumo interior. Esto último es notorio en algunos de los principales países productores (Irán, India, China, Turquía o Túnez).