El día 15 de septiembre se publicó el Real Decreto 1311/2012 por el que se aprueba el marco de actuación de uso sostenible de productos fitosanitarios, que va a suponer un cambio profundo en el ámbito de la sanidad vegetal, de tal manera que desaparece lo que entendíamos coloquialmente como agricultura convencional, en la cual el agricultor podía poner en marcha tratamientos fitosanitarios, sin más limitación que los derivados del Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura.
El control integrado de plagas en el olivar
Manuel J. Ruiz Torres. Laboratorio de Producción y Sanidad Vegetal de Jaén.
El nuevo escenario legal obliga a incorporar técnicas y metodología de control integrado en la sanidad vegetal, a través de lo que se ha denominado gestión integrada de plagas, desarrollada en el Capítulo III del R.D. 1311/2012. El objetivo es limitar los efectos negativos sobre el medio ambiente, sobre el cultivo y sobre la propia eficacia de los métodos de control, que acarrea un uso indiscriminado de los productos fitosanitarios.
La gestión integrada de plagas (GIP) tiene como principio la reducción del uso de productos fitosanitarios químicos en favor de otras técnicas de menor impacto, como pueden ser medidas de control legislativas, culturales, genéticas, físicas y biológicas. Es decir, se apoya en el concepto de control integrado, que es una estrategia que se concibe hace varias décadas, y que consiste en poder utilizar todos los métodos de control posibles, para lo cual, aquéllos que son más excluyentes (como los fitosanitarios químicos con un perfil de alto impacto) deben tener un uso más limitado, y sometido a una toma de decisiones que se basa en umbrales y que contempla el perjuicio real de la plaga o enfermedad, el estado de población y el impacto de los métodos de control.