Si no se venden los vinos, no se venden las uvas. Y si no se venden las uvas, no se mantiene el viñedo, con lo que ello supone, no solo en la economía española y en la de cientos de miles de viticultores de toda España, sino también en aspectos sociales, medioambientales y culturales de gran importancia en nuestro país. Luego, a todos en la cadena de valor debe importarnos cómo se vende nuestro vino. Y son los cambios en los mercados los que afectan directamente al cambio en la estructura productiva de nuestros vinos.
Uvas para un vino que se exporta
Rafael del Rey. Director General, Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv).
Por ponerlo en positivo y amparados por la reciente evolución del sector vitivinícola español, cuando se comprueba que nuestros mostos, alcoholes vínicos y vinos de todos los tipos se venden bien – mejor unos productos que otros y mejor en unas zonas que en otras –, esa buena marcha se nota en el conjunto de la cadena. Y también en el campo, la uva y la viña. Y viceversa.
Para seguir de cerca cómo evolucionan los mercados del vino español (productos vitivinícolas en general) y que esa información pueda resultar útil en las decisiones que toman nuestros productores, bodegueros y comercializadores, es precisamente para lo que se creó el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv) en 2008. Desde entonces, se han realizado 25 proyectos que analizan la estructura del sector, los canales y consumidores españoles y las oportunidades y marcha de nuestros vinos en el extranjero, así como a nuestros competidores.