Lo que la ministra García Tejerina está sacando adelante con los Reales Decretos comentados al inicio, permitirá definir mejor las masas de agua, actualizar los inventarios de uso y demandas, reforzar la evaluación de los caudales ecológicos, actualizar el inventario de zonas protegidas y lograr, si ello es posible, el equilibrio entre la satisfacción de los objetivos medioambientales y las demandas socioeconómicas de agua.
Informes favorables del CNA sobre diez planes hidrológicos de cuencas. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por JAIME LAMO DE ESPINOSA. Director de Vida Rural.
Querido lector:
Los informes favorables del Consejo Nacional del Agua (CNA) sobre los planes hidrológicos del segundo ciclo de diez cuencas estatales, del pasado 30 de septiembre, darán pie a sendos Reales Decretos que aprobarán dichos planes. También los de gestión del riesgo de inundación de tales cuencas, unos 9.500 km fluviales y 1.500 km de costa. Todos ellos corresponden al ciclo de planificación 2016-2021 y afectan a las demarcaciones hidrográfica intercomunitarias –por tanto de competencia estatal– del Miño-Sil, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Ceuta, Melilla, Segura, Júcar y Ebro. Esta labor, que comenzó el ministro Arias Cañete, y que ha seguido la ministra García Tejerina, ambos con gran acierto, será, sin duda, la base de nuestra agricultura de riego para los años futuros.
Cualquier cuestión que afecta al tema del agua en España es crucial y estratégicamente decisiva. La producción final agrícola que procede del regadío constituye la parte más sustancial de aquélla y las exportaciones agroalimentarias, cuyas cifras progresan mes a mes, que se basan en productos obtenidos en tierras regadas, es también creciente en el tiempo.
Hoy el agua es un bien económico, de dominio público y de carácter global; el Estado, en tanto que gestor del agua, bien común, debe garantizar a cualquier español, cualquiera que sea su autonomía, el agua en cantidad y calidad que precisa; España no es un país seco en cuanto a la abundancia de lluvia sino que lo es en cuanto a su caprichosa distribución y, finalmente, la sequía ha hecho su aparición nuevamente, y al tiempo no nos han faltado inundaciones notables. Frente a ambas realidades –sequías e inundaciones– estos Reales Decretos pretenden también aportar soluciones.
Los recursos hidrológicos en España constituyen un bien de dominio público y su regulación es la base del uso pacífico del agua en el campo. Como he escrito en otras ocasiones, en España se ha luchado y matado en los campos por problemas de lindes o de caudales para el riego. Y ese tipo de luchas, de conflictos, hoy se visualizan y se hacen patentes cuando se pretende llevar aguas de unas cuencas hidrográficas a otras. Y tanto más cuando la cuenca emisora o receptora pertenecen a comunidades autónomas distintas.
La escasez o irregularidad de la que hablábamos antes es muy diferente según las diferentes cuencas. Así, a finales de septiembre, la reserva hidráulica española se encontraba al 55,1% de su capacidad total. Pero en algunas cuencas tal porcentaje es muy inferior, como el Tajo al 43,2%, el Segura al 41,6% o el Júcar al 35,5%, mientras que en otras los porcentajes superan ampliamente la media nacional, como ocurre en las cuencas del Cantábrico, del Guadiana o del Guadalquivir. En posiciones muy próximas a la indicada se haya el Duero con el 55,7%. Y por su parte el Ebro está cercano al 60% y los planes aprobados prevén un aumento en 750.000 hectáreas en sus tierras regables con nuevos embalses.
Esas cifras son reveladoras de la situación presente, en la que la reserva hidráulica está muy por debajo de la que sería óptima, y que resalta aún más la importancia de los planes de cuenca aprobados. El balance de las previsiones 2016-2021 nos revelan unas aportaciones totales de 63.400 hm3/año pero los consumos se estiman en 25.876 hm3/año. De estos consumos la mayor parte (22.637 hm3/año) corresponden a la agricultura y, a su vez, de estos un 63,7% es consumido en solo tres cuencas: Ebro, Tajo y Duero. Pero el dato más preocupante es que hay dos cuencas, Segura y Júcar, cuyos saldos (aportaciones/consumos) son negativos en algo más, entre ambas de -1.000 hm3/año. Eso obliga a encontrar soluciones definitivas para ambas cuencas pero sobre todo para la del Segura cuyo déficit se estima en -945 hm3/año.
Lo que la ministra García Tejerina está sacando adelante con los Reales Decretos comentados al inicio, permitirá definir mejor las masas de agua, actualizar los inventarios de uso y demandas, reforzar la evaluación de los caudales ecológicos, actualizar el inventario de zonas protegidas y lograr, si ello es posible, el equilibrio entre la satisfacción de los objetivos medioambientales y las demandas socioeconómicas de agua.
Además, estos planes debían ser aprobados antes de que acabe este año pues tal es el mandato de la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea y ésta es condición necesaria para poder acceder a determinados fondos comunitarios.
Y éste es hoy no solo un tema español sino también europeo y mundial. El agua es escasa a nivel mundial y la lucha por la misma forma parte de la geoestrategia alimentaria global. El regadío es una necesidad no solo española sino global. No hay alimentos para la población mundial presente y es necesario aumentar los rendimientos sobre la misma con menor superficie cultivada que hoy.
El Papa Francisco en su reciente encíclica “Laudato Si”, recoge al inicio las palabras del cántico de San Francisco de Asís: “Alabado seas mi señor por la hermana agua” pero su preocupación por este tema es tanta que le dedica la sección II del capítulo 1º, que culmina con el párrafo siguiente: “Una mayor escasez de agua provocará el aumento del costo de los alimentos y de distintos productos que dependen de su uso. Algunos estudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir una escasez aguda de agua dentro de pocas décadas si no se actúa con urgencia. Los impactos ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es previsible que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflicto de este siglo.” Personalmente me preocupan más el control y la lucha por el agua de los diferentes Estados del mundo más severamente afectados. Como se ve es este un tema que, por sus implicaciones, debe ser tratado con rigor y seriedad científica, como se está haciendo en España desde hace muchas décadas.
En todo caso, dos reflexiones finales me parecen convenientes en estos momentos: 1) ¿Es posible y conveniente imaginar un sistema por el que se conecten las cuencas con excedentes con las sedientas? ¿Es esto hoy un “imposible autonómico”? De hacerse todas las autonomías serían acreedoras o deudoras en agua según las épocas y las situaciones. No habría vencedores ni vencidos. Y 2) ¿Cabría lograr, con generosidad por parte de todos, un gran Pacto de Estado del Agua que deje al margen cuestiones políticas o territoriales para ser enfocada sobre las necesidades de todos los ciudadanos? Ojalá fuera posible.
Un cordial saludo