La regulación europea de los productos fertilizantes debe velar tanto por la calidad y la eficacia agronómica de los productos, como por la protección de la salud y el medio ambiente. Por ello, la Asociación Española de Fabricantes de Fertilizantes (ANFFE) considera que el proyecto de Reglamento sobre productos fertilizantes que acaba de publicar la Comisión debe regular de manera adecuada todos estos aspectos.
Observaciones de Anffe a la propuesta de la CE sobre la futura legislación de fertilizantes
La economía circular, los problemas con el reconocimiento mutuo o la agilización de los procesos de aprobación de nuevos productos no pueden ser los motivos para que determinados residuos que no son seguros ni válidos para la nutrición de las plantas se puedan emplear en la agricultura sin ningún control.
Además, consideramos que la armonización opcional que se ha introducido en la propuesta de Reglamento no solucionará el problema que existe en la actualidad con el reconocimiento mutuo, ya que de esa manera se seguirán comercializando productos amparados en las diferentes legislaciones nacionales y sometidos al principio del reconocimiento mutuo, coexistiendo con los productos con marcado CE, que estarán regulados por el Reglamento europeo.
La actual definición sobre productos fertilizantes incluida en la propuesta de Reglamento puede producir confusión en el agricultor, ya que engloba a diversos tipos de productos, con diferentes funciones. Por ello, debe quedar muy clara la distinción entre los fertilizantes (productos que aportan nutrientes para el crecimiento de las plantas) y otros tipos de productos (enmiendas, medios de cultivo, aditivos agronómicos o bioestimulantes), que tienen funciones diversas, tales como estimular determinadas funciones de las plantas, tener efectos sobre el suelo, etc.
Para que los fertilizantes sean eficaces los nutrientes deben estar en formas que sean asimilables por los cultivos y además deben tener unos contenidos de nutrientes adecuados y no tan bajos como los que se han propuesto para algunos casos. Asimismo, en el Reglamento debe fijarse un contenido mínimo para la suma de nutrientes principales, para evitar que los suelos agrícolas se conviertan en vertederos de residuos con escaso valor agronómico.
Es imprescindible que los productos demuestren, previamente a su comercialización, tanto su eficacia agronómica como su inocuidad. De esa manera se evitará el desvío a la agricultura de los residuos que no aportan ningún valor agronómico o de algunos elementos que pueden ser peligrosos para la salud o el medio ambiente, especialmente algunos residuos o coproductos de ciertas industrias o actividades. Además, no se puede dejar que sea el propio agricultor el que tenga que valorar la calidad de unos productos de los cuales desconoce las materias primas y los procesos de producción con los que han sido fabricados.
Por ello, consideramos que se debe incluir en el futuro Reglamento un listado de todos los fertilizantes que están recogidos actualmente en el Reglamento 2003/2003, dado que ya se ha demostrado debidamente su eficacia.
Con respecto al cadmio, se debe corregir la propuesta de unos límites excesivamente ambiciosos en los abonos con fósforo. El establecimiento de un nivel muy estricto, muy por debajo de lo necesario para salvaguardar las preocupaciones ambientales, dificultará el acceso de los fabricantes europeos a la roca fosfórica de países extracomunitarios y supondrá un incremento de costes. En base a los últimos estudios científicos, consideramos que con un nivel de 90 mg Cd/kg P2O5 se puede garantizar la protección de la salud y el medio ambiente, al tiempo que se pueda asegurar el adecuado suministro de abonos con fósforo.
Se debe evitar que algunos fabricantes puedan beneficiarse de manera sistemática de las tolerancias, en perjuicio del agricultor, por lo que debería existir un valor máximo para la suma de las tolerancias, al igual que existe hoy en día en el Reglamento de fertilizantes.
Para que el agricultor pueda valorar de manera adecuada la eficacia agronómica de los productos y elegir el más apropiado para las necesidades de los cultivos y para las condiciones y características del suelo y del clima, el etiquetado debe ser claro y exhaustivo, debiéndose incluir toda la información sobre los nutrientes disponibles y sus solubilidades. Con ello se logrará una mejor eficiencia en el abonado y respecto al medio ambiente.
En este sentido, con el fin de que el agricultor tenga conocimiento de la cantidad de fósforo que es insoluble en las condiciones de su suelo y que por ello no está disponible para las plantas, se deberá incluir en la etiqueta la cantidad de P2O5 que es “soluble únicamente en ácidos minerales”, de la misma manera que en el vigente Reglamento de fertilizantes.
Por su parte, consideramos que los sistemas para la verificación de la conformidad de los productos que se han incluido en la propuesta son muy confusos y no ofrecen las adecuadas garantías. Se debe velar en todo momento por la calidad y la eficacia agronómica de los productos, y asegurar la ausencia de elementos que puedan ser peligrosos para la salud o el medio ambiente.