Cadena agroalimentaria sostenible
La Comisión Europea presentaba a finales de octubre en Bruselas su programa de trabajo para el año 2017. En lo que respecta al sector agrario, incluye continuar con el ejercicio de simplificación de las normas de la PAC y, si fuera necesario, introducir medidas para mejorar la posición de los productores en la cadena alimentaria.
José María Fresneda Fresneda. Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha
En relación con la cadena alimentaria, las decisiones que puedan tomarse dependerán de las conclusiones de los dos grupos de expertos que están trabajando en este asunto. Pues bien, el 14 de noviembre, en la reunión del Consejo de Agricultura de la UE, la Comisión Europea presentaba las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre mercados agrícolas para mejorar la posición del productor en la cadena alimentaria.
Las principales recomendaciones estaban dirigidas a la transparencia de mercado, la gestión del riesgo, las prácticas comerciales, el acceso a instrumentos de financiación y mercados de futuro, relaciones contractuales y normas de competencia.
El informe también recomendaba tener una legislación a nivel europeo, para luchar contra las prácticas comerciales desleales. En este caso, algunos países estaban de acuerdo y otros, en contra, preferían que los estados miembro establecieran su propia normativa nacional.
Habrá que esperar a diciembre, mes en el que el Consejo de Agricultura se volverá a reunir para tratar el tema, para ver si llegan a un consenso y establecen una posición clara del Consejo.
Sea como fuere, España cuenta con su propia normativa nacional, la Ley de cadena alimentaria, que aun siendo un referente, todavía necesita un impulso, principalmente, de voluntad, si lo que se persigue es un equilibrio que se mantenga a lo largo del tiempo, es decir, una cadena agroalimentaria sostenible.
La Ley se aprobó en 2013 y entró en vigor en enero de 2014. A partir de ahí se crea la Agencia de Información y Control alimentarios (AICA), para vigilar su cumplimiento.
Pero como decía el mismo Director de la AICA, José Miguel Herrero, “por el hecho de la mera existencia de una ley en el BOE, no cambian las actitudes y las conductas de décadas o de siglos”. Así que es trabajo de todos concienciar al sector y aniquilar ese desequilibrio que se produce, fundamentalmente entre los eslabones que están más próximos al productor y los que están más próximos al consumo.
Y es que, generalmente son los agricultores y los consumidores los que pagan los platos rotos del desequilibrio en la cadena alimentaria. La propia Eurocámara, a principios de junio, reclamaba a la Comisión Europea la puesta en marcha de un marco europeo contra las prácticas comerciales desleales en la cadena de distribución de alimentos, para garantizar ingresos justos a los productores y variedad de elección a los consumidores
Proyecto Girasol
Pero no todo son prácticas desleales. Aunque haya que trabajar más a nivel nacional en el asunto, en España, algunas empresas ya han mostrado su voluntad para potenciar la eficiencia, productividad y rentabilidad del primer eslabón de la cadena alimentaria.
Es el caso de Mercadona y su Cadena Agroalimentaria Sostenible (Caspopdona) que, en al afán de conseguir esos objetivos está desarrollando diferentes iniciativas como el ‘Proyecto Girasol‘ del interproveedor SOVENA y ASAJA en la provincia de Cuenca, en el que se está analizando el proceso productivo del girasol, uniendo a nueve agricultores en 1.500 hectáreas en las que conjuntamente se trabaja en el sembrado, cosecha y producción «para ahorrar costes».
De igual modo, agricultores extremeños y valencianos, junto a Arrocerías Pons, han logrado incrementar el rendimiento de los cultivos un 15 por ciento y reducir un 20 por ciento los costes, haciendo compras conjuntas de semillas y tratamientos para aumentar la rentabilidad, reduciendo al mismo tiempo el impacto medioambiental.
Se trata, sin lugar a dudas, de un plan que, por su carácter innovador, no está exento de controversia pero sólo con el hecho de que una cadena de distribución se ponga como objetivo aumentar la rentabilidad del primer eslabón de la cadena alimentaria podemos afirmar que estamos ante un cambio radical de escenario.
Queda mucho camino por recorrer pero la semilla está sembrada, habrá que esperar a recoger los frutos