El 1 de octubre desaparece en toda la Unión Europea el sistema de cuotas de remolacha que ha regulado el sector productor español desde hace treinta años. Un nuevo marco que traerá cambios importantes que pueden convertirse en una oportunidad, pero también en un riesgo para los cultivadores.
Oportunidades y riesgos del fin de las cuotas para la producción de remolacha azucarera
Desde la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores de Castilla y León (ASAJA-CyL) se pide a las Administraciones que “estén vigilantes y tutelen la evolución del sector remolachero en nuestra Comunidad Autónoma, en la que hoy radica un 80% de la producción nacional de azúcar”.
Aunque no es hasta el 1 de octubre cuando oficialmente se diluye el sistema de cuotas, el sector lleva ya tiempo anticipando esta situación y, de hecho, la contratación de la campaña 2017-2018, que en pocos días comenzará la recolección y posterior moltura en fábrica, ya se hizo teniendo en cuenta este nuevo marco, planificando así las siembras de primavera.
La desaparición de las cuotas, obligada por la Unión Europea, como también la dura restructuración que sufrió el sector en 2006, despierta lógicas dudas entre los productores.
Un punto de partida positivo es que la producción en España, unas 500.000 toneladas, está muy por debajo del consumo, de cerca de 1,3 millones de toneladas, la mayor parte importada. En un marco sin cuotas, nuestro país debería ampliar la producción propia, lo que redundaría en una rentabilidad mayor de las explotaciones, que podrían estar mejor dimensionadas. A la vez, la industria podría alargar las campañas de recepción y reducir sus costes fijos para incrementar su rentabilidad, lo que debería repercutir pagando un mejor precio por la materia prima.
En el lado negativo, está un contexto mundial inestable, con ciclos en los que el precio internacional sufre caídas importantes. Castilla y León es hoy por hoy una zona puntera en sus producciones, logrando medias de 110 toneladas por hectárea, por encima de otros países competidores, aunque cuenta con el inconveniente de unos costes mayores de electricidad y agua para garantizar el regadío.
También temen los productores que se produzca una situación como la padecida en el sector lácteo cuando acabaron los cupos, aunque ASAJA-CyL considera que “no se trata de sectores asimilables, porque mientras que en la leche hay multitud de industrias compradoras desunidas y en muchos casos ineficientes, en el azúcar solo hay dos, Azucarera y ACOR, que llevan preparando esta transición desde hace mucho tiempo y que necesitan a los cultivadores para su sostenimiento y resultados”. Prueba de esta previsión es que el AMI (Acuerdo Marco Interprofesional) se firmó en 2014 con una vigencia de cinco campañas, tres con cuotas y dos ya sin ellas.
Esta organización agraria advierte sobre la importancia vital del sector remolachero-azucarero para Castilla y León, tanto para la agricultura, puesto que es de las pocas alternativas arraigadas y a la vez con potencial en nuestras tierras de regadío, como para el medio rural en su conjunto, puesto que es fuente de empleo para numerosas familias, tanto las que trabajan en el campo o en las fábricas azucareras, como en otros empleos indirectos relacionados.
La sostenibilidad del sector remolachero pasa por unos costes moderados y asumibles para las explotaciones, por una política de ayudas acopladas que lleguen a tiempo y no como ahora, a trompicones y con problemas, y sobre todo por un precio justo que haga rentable la actividad”, subraya ASAJA, que apela a las Administraciones competentes, Junta de Castilla y León y Ministerio de Agricultura, a que “estén alerta y vigilen la evolución de esta transición hacia el mercado sin cuotas, para que se proteja sobre todo al eslabón más débil, el agricultor”.