Las nuevas cebadas de alto rendimiento sembradas en regadío pueden ser muy productivas cuando se realiza una correcta elección del ciclo de la variedad, se tiene en cuenta su mayor susceptibilidad a enfermedades fúngicas foliares y se evita el encamado fisiológico a través de un adecuado manejo del cultivo.
Puntos clave de la producción de cebada en regadío
Antoni López Querol, Josep Anton Betbesé Lucas y Ezequiel Arqué Moreno. IRTA Lleida.
La correcta elección del ciclo de la variedad a sembrar en función de las características climáticas de cada zona es uno de los factores clave en la producción de cereal de invierno. Esta elección debe procurar que el periodo de llenado del grano se lleve a cabo y complete antes de la llegada de las altas temperaturas estivales.
De otro modo, las elevadas temperaturas y/o la irrupción de vientos secos y cálidos pueden llegar a frenar ese proceso perdiéndose con ello una parte del potencial rendimiento final.
Buena parte de la superficie cerealícola española se concentra en zonas donde el ciclo óptimo a priori de las variedades debe ser de medio a corto.
Habitualmente se toma la fecha de aparición de espigas como referencia para la determinación del ciclo de una variedad, pero para ser rigurosos, esa referencia debería ser la fecha de madurez ya que, aunque normalmente van correlacionadas, no siempre es así, existiendo variedades que espigan precozmente pero cuyo periodo de llenado del grano es especialmente largo o bien variedades de espigado medio e incluso algo tardío cuya maduración del grano es sumamente rápida.
En este sentido, es especialmente aconsejable el conocimiento del comportamiento de las variedades a sembrar, de modo que intenten adaptarse en lo posible a las condiciones propias de cada parcela.