En este artículo se presentan resultados parciales del aislamiento e identificación de los patógenos asociados al síndrome del decaimiento en 22 parcelas de espárrago de Navarra y Madrid en el marco de un estudio multidisciplinar llevado a cabo sobre la etiología del síndrome y de la búsqueda de alternativas a la fumigación química del suelo.
Síndrome del decaimiento del espárrago en la zona norte y centro de España
A. Brizuela, J.M Arroyo, J. Soler, L. Gálvez, L. López y D. Palmero. Departamento de Producción Agraria. Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB). Universidad Politécnica de Madrid.
El espárrago (Asparagus officinalis L.) es hoy en día uno de las cultivos hortícolas al aire libre con mayor superficie en la Unión Europea. Alemania y España destacan entre los principales países productores, sus producciones les colocan entre los cinco mayores productores mundiales (Faostat, 2019). El caso alemán es paradigmático al ser el primer productor europeo y el que cuenta con mayor superficie cultivada (22.274 ha) que se distribuye principalmente entre Baja Sajonia (5.930 ha), Brandeburgo (4.410 ha), Renania del Norte-Westfalia (4.310 ha) y Baviera (3.740 ha). La cantidad de espárragos cosechados en Alemania fue de aproximadamente 120.000 t en 2016 (Statistisches Bundesamt, 2018).
En España, el cultivo ha experimentado una clara disminución en su rendimiento a lo largo de las últimas campañas. Con más de 12.500 ha y una producción de 63.433 t, España es el quinto productor mundial y el segundo europeo después de Alemania (Faostat, 2017). Las exportaciones se sitúan alrededor de las 23.062 toneladas por un valor de 65.281.617 € (Fepex, 2018). A nivel autonómico, Andalucía aglutina el 70% de la superficie nacional (9.060 ha), seguida de Navarra (1.462 ha), Extremadura (764 ha), Castilla-La Mancha (970 ha), Castilla y León (100 ha) y Madrid (65 ha) (Mapama, 2017).
El síndrome del decaimiento del espárrago es uno de los principales problemas fitosanitarios del cultivo a nivel mundial. Se caracteriza por la pérdida gradual de vigor que puede desembocar incluso en la muerte de las plantas afectadas. La sintomatología asociada a la enfermedad es variable y puede observarse en las diferentes fases del cultivo, desde las plántulas y garras empleadas en la plantación hasta las plantas adultas en plena producción.
En plántula, la principal sintomatología es la podredumbre radicular que, en caso severo, puede llegar a provocar la muerte de las plántulas (Unter-Ecker, 1972). En garras jóvenes se observan podredumbres en el sistema radicular secundario que comienzan con un enrojecimiento de las puntas y terminan con la desaparición por completo de la raíz secundaria (Smith and Peterson, 1983). Las raíces de reserva tardan más en expresar síntomas, sobre ellas aparecen manchas de color marrón,que en sus primeros estadios no progresan en profundidad.
Posteriormente, las raíces de reserva colapsan y se vacían, quedando solo la cubierta epidérmica hueca. En plantas adultas el patógeno progresa por los haces vasculares hasta llegar a la corona, donde un corte transversal de la garra permite observar una podredumbre marrón oscura.
Es en plantaciones de mayor edad donde se observan más claramente los síntomas. Tras el periodo productivo, cuando las plantas se dejan vegetar para almacenar las necesarias reservas, las plantas afectadas comienzan a mostrar un amarilleo prematuro que podría confundirse con el provocado por asfixia radicular debida al encharcamiento. Los tallos más afectados llegan a secarse por completo.
Se trata de un síndrome complejo en cuya causalidad podrían estar involucrados factores tanto abióticos (estrés hídrico o compuestos alelopáticos) como bióticos, pero en el que el complejo Fusaria juega un papel predominante. El síndrome se expresa acortando el período productivo del cultivo y limitando la replantación del esparragal sobre suelos previamente cultivados de espárrago al desembocar en el fenómeno denominado como “fatiga del suelo”.