La Fundación Triptolemos acaba de publicar un informe sobre la clasificación de alimentos centrado en la controvertida utilización del concepto de alimentos ultraprocesados (entre los que se encontrarían la bollería, galletas industriales, pizzas industriales, panes industriales, helados, bebidas azucaradas, bebidas energéticas, yogures de frutas, postres lácteos, salsas, aperitivos salados, golosinas, cereales de desayuno, barritas energéticas, margarina, fiambres, bebidas alcohólicas diferentes del vino y cerveza, etc.) firmado por 15 prestigiosos catedráticos, investigadores y expertos, que analizan el porqué de esta confusión en determinados grupos de consumidores y en el sector de la producción de alimentos.
Informe Fundación Triptolemos: Alimentos ultraprocesados, un concepto mal utilizado
Según las conclusiones del informe, y desde una perspectiva jurídica podría ser sancionable la utilización de la expresión o concepto «ultraprocesado» por parte de las autoridades políticas o administrativas. En este contexto, añaden, tanto la Comisión Europea como los gobiernos nacionales podrían tomar medidas a fin de evitar el empleo de esta expresión, cuya proliferación confunde al consumidor, influyendo en sus decisiones de compra y su seguridad jurídica.
Destaca asimismo, que tampoco puede excluirse que aquellas empresas cuyos productos se denigren con este calificativo entre los eventuales compradores, puedan recurrir ante los órganos judiciales para resarcirse de los daños y perjuicios causados.
Es por ello que el informe solicita a las personas con formación, de los ámbitos de la comunicación, pero mucho más de titulaciones de carácter científico y sanitario como la Nutrición, que eviten el uso de palabras carentes de rigor científico, y si consideran que por motivos de salud es conveniente reducir o evitar el consumo de algún tipo de producto, «en primer lugar que lo hagan con argumentos de base científica, y en segundo que identifiquen de manera inequívoca los riesgos y los alimentos concretos sujetos a dichas recomendaciones».
Según los autores del informe, la realidad es que se necesita algún término que defina correctamente a dichos alimentos, y precisamente el término “ultraprocesado” no es el más adecuado porque confunde y no da a entender correctamente a que nos referimos.
No será fácil eliminar el término “ultraprocesado” de los documentos periodísticos y menos de las redes sociales, pero como se ha argumentado, no se puede asignar de forma rigurosa a una determinada categoría de alimentos. Con lo que considerarlos como tales productos poco saludables y no recomendables, parece inadecuado y poco ético.
El informe argumenta que «el término “ultraprocesado” es extremadamente confuso y equívoco, carente de rigor científico y equívoco desde un punto de vista científico-técnico. No se habla de tecnologías sino de productos de tecnologías y composiciones variadas y de la tipología de sus ingredientes, no de su calidad exigida y, en base a ello, se definen unos comportamientos dietéticos. En suma, es un concepto aceptado por algunas instituciones, pero que debería revisarse por su falta de rigor».
«Inquietudes y miedos como los que genera el confuso concepto de “ultraprocesados” nos deben llevar a varias reflexiones, entre ellas, sensibilizar al mundo científico (tecnólogos, nutricionistas, dietistas, toxicólogos, médicos, farmacéuticos, veterinarios, biólogos, químicos, agrónomos…) de su responsabilidad en conseguir definiciones consensuadas con base científica demostrada (no confundir con solo hipótesis de trabajo o suposiciones), con un redactado comprensible y transparente para el ciudadano medio, y que luego las administraciones y los medios deben aplicar y divulgar».
Y es que las estadísticas oficiales muestran que nunca en la historia de la humanidad habíamos tenido unos alimentos tan seguros y que hemos aumentado la esperanza de vida, pero resulta que la desconfianza del ciudadano crece. La confusión, las fake news, las medias verdades, la falta de rigor…no ayudan, sino todo lo contrario.
«Contribuyamos desde todas las instituciones, y todas las personas vinculadas con alguno de los múltiples aspectos del sistema alimentario, a transmitir una confianza en sus empresas responsables y las administraciones, que cada día procuran alimentar a una población creciente con recursos limitados. Y sí, como ciudadanos, seamos críticos y exigentes, pero responsables y sobre todo no confundamos», concluye el informe de la Fundación Triptolemos.