Expertos analizan la protección del cultivo, su coste y los eco-regímenes en la producción de cereal de invierno
Patrocinado por Grupo AN y con la colaboración de BKT, Kramp y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Vida Rural celebró ayer su primer webinar técnico de este año 2023 en el que se ha analizado el «Manejo agronómico y sostenibilidad en el cultivo de cereal de invierno», un cultivo que ha cerrado su última campaña con una cosecha de 18,5 millones de toneladas.
Economía de control de enfermedades en los cereales
Moderado por Elisa Plumed, presidenta de la Asociación de Periodistas Agroalimentarios (APAE), el webinar comenzó con una ponencia de Jaume Almacellas, jefe del Laboratorio de Agricultura y Sanidad Vegetal de Cataluña que centró su intervención en la economía del control de enfermedades en los cereales, realizando un análisis de la importancia del cultivo y su variedad, las medidas culturales y los tratamientos fitosanitarios.
“Lo primero que se pregunta todo agricultor es: ¿Qué problema tengo en mi parcela de cereal? ¿Tengo que tratar? ¿Cuándo puedo tratar? Estas son preguntas habituales que los agricultores y asesores nos hacen cuando nos transmiten un problema fitosanitario”, explicaba Almacellas. Las respuestas son, a priori, sencillas, pero tienen que basarse en el conocimiento técnico, primero, y en el conocimiento de las condiciones de la parcela y de la explotación donde se ubica, para dar una respuesta económica lo más ajustada posible a las necesidades de esta explotación.
El jefe del Laboratorio de Agricultura y Sanidad Vegetal de Cataluña también hizo hincapié en la contribución al rendimiento final de cada hoja del cultivo en relación al momento de realizar un tratamiento. En el caso del trigo, solamente la hoja bandera y la espiga (más el tallo) contribuyen ya al 65% de la producción final, por lo que se recomienda proteger esta parte de la planta una vez está el ciclo bastante avanzado, dado que las aplicaciones tempranas no tienen efectos importantes en la cosecha. En la cebada ocurre lo contrario, la protección de la planta es crítica antes del ahijado y hasta el final del encañado.
Almacellas aportó asimismo datos sobre umbrales y momentos de tratamiento, medidas de control de enfermedades y balance económico de la aplicación.
Ecorregímenes de rotación de cultivos y siembra directa
Pilar Galán López, jefa de Área de la Subdirección General de Cultivos Herbáceos e Industriales y Aceite de Oliva del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación hizo por su parte un resumen de las prácticas 3 y 4 de los eco-regímenes de rotación de cultivos con especies mejorantes y siembra directa. Estas prácticas sustentan tres de los nueve eco-regímenes y están basadas en la rotación de cultivos con especies mejorantes (Práctica 3) o en la siembra directa (Práctica 4).
Según expuso, la superficie elegible de la explotación serán las hectáreas de tierras de cultivo de las tres diferentes tipologías (secano, secano húmedo y regadío), que se acojan a alguna de las prácticas y que cumplan con los requisitos establecidos que se explican a continuación.
La primera práctica consiste en llevar a cabo una rotación en las tierras de cultivo de la explotación que se acojan a dicha práctica, la cual debe incluir especies mejorantes. Dicha rotación de cultivos se debe realizar en al menos el 50% de las tierras de cultivo acogidas, descontada la superficie ocupada por cultivos plurianuales, en cada uno de los eco-regímenes que se solicite. Además, se exige que como mínimo el 10% de la superficie de tierra de cultivo acogida al eco-régimen esté ocupada por especies mejorantes (leguminosas y oleaginosas) y el barbecho está limitado a un máximo del 20% o del 40% de la superficie de tierras de cultivo acogida a esta práctica, dependiendo de la comarca en la que esté ubicada dicha superficie.
La práctica 4 consiste en acogerse al sistema de cultivo de siembra directa. El logro de los objetivos de esta práctica está muy vinculado a que la misma se realice de forma plurianual, por ello se ha establecido un complemento adicional por realizarla sobre la misma superficie en años consecutives, como mínimo en el 40% de la superficie acogida a esta práctica para cada uno de los eco-regímenes y deberá cumplir los requisitos establecidos por encima de la condicionalidad que figuran a continuación: no realizar labores de arado sobre el suelo, sembrar directamente sobre los rastrojos y mantener éstos sobre el terreno, de manera que el suelo esté cubierto todo el año, llevar a cabo una rotación de cultivos en dicha superficie, exceptuando a las especies plurianuales. La rotación consiste, al igual que en la práctica de rotación de cultivos con especies mejorantes, en una alternancia anual de cultivos, conforme a lo establecido en la BCAM 7.
Prácticas sostenibles del grupo AN
Juan Luis Celigueta, director de Cereales del grupo AN, expuso varios ejemplos de prácticas sostenibles que ya ha implementado desde hace unos años esta cooperativa de segundo grado que integra más 168 cooperativas en todo el territorio nacional y cuenta con más de de 39.000 agricultores asociados.
Celigueta que subrayó la importancia de la sostenibilidad económica, además de la medioambiental y la social, comentó que para el final de este año se espera un marco legislativo específico para la definición de un sistema alimentario sostenible como una de las iniciativas emblemáticas de la Estrategia de la Granja a la Mesa que incluirá el marco de un etiquetado sobre sostenibilidad.
Entre las prácticas sostenibles, el grupo AN produce desde el año 2012 trigo Harmony para Fontaneda, con un total de 277.000 toneladas desde que comenzaron y un promedio anual de 24.600 toneladas. Este programa, que cuenta con más de 150 agricultores de Navarra, Aragón y Castilla y León a los que se les exige una serie de buenas prácticas agrícolas, también contempla la importancia de mejorar la biodiversidad para lo que se han sembrado más de 1.500 hectáreas de flores melíferas e instalado de nidos de murciélago y de cernícalo para recuperar estas especies donde se han perdido.
Además, en AN cuentan con un trigo sostenible certificado por Aenor, con optimización de aportes de abonado, aumento de la biodiversidad y sin tratamiento del grano almacenado, sometido a auditorías a lo largo de toda la cadena (agricultores, cooperativas, AN y la harinera).
Entre otras prácticas, expuso que disponen de sistemas de frío y de nitrógeno para la conservación del grano almacenado y también trabajan en la certificación de las materias primas para biocombustibles sostenibles (colza, maíz y cebada), con cálculo de su huella de carbono, y auditorías anuales por parte de un organismo certificador. Está cooperativa de segundo grado también está involucrada en varios proyectos de I+D, sobre todo en el cultivo del maíz, con una herramienta para el cálculo de emisiones en maíz grano y técnicas de agricultura de precisión.
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