La DO Cariñena patrocina un concierto del cantante Ángel Petisme
El músico y poeta ofrecerá el próximo 31 de enero en Zaragoza (Centro Las Armas, 21,30 horas) un concierto patrocinado por la Denominación de Origen Protegida Cariñena en el que repasará su último disco, ‘El ministerio de la felicidad’, con el vino muy presente en varios temas. Aquí explica la importancia del vino en sus música y sus letras.
La Denominación de Origen Protegida (D.O.P.) Cariñena patrocina el concierto que ofrecerá el músico y poeta aragonés Ángel Petisme el próximo 31 de enero en Zaragoza (Centro Las Armas, 21,30 horas). En él, junto a temas emblemáticos de su trayectoria, repasará las canciones de su último disco, ‘El ministerio de la felicidad’. Un trabajo inspirado en su origen por los vinos de Cariñena, que están muy presentes en temas como ‘Lo que vino y se fue’, ‘El mar color de vino’ y, por supuesto, ‘El Vino de las Piedras’.
-¿Cómo va a ser el concierto del próximo 31 de enero en Zaragoza?
-Será un concierto cercano, cálido y de mucha complicidad puesto que voy con dos músicos y amigos excepcionales (Josu García y Santi Comet) con los que llevo tocando desde hace muchos años (ahora están en la banda de Loquillo) y que han sido los productores del disco. Por un lado vamos a presentar las canciones del disco nuevo -creo que tocamos 10 de las 12 que contiene- y por otro elegimos algunos temas que nos apetece mucho de discos anteriores muy emblemáticos como ‘Cierzo’, ‘Buñuel del desierto’ o ‘Río ebrio’.
-‘El Vino de las Piedras’ y otras canciones como ‘Lo que vino y se fue’ o ‘El mar color de vino’, presentes en tu último disco ‘El Ministerio de la Felicidad’, demuestran que el vino y la música pueden maridar muy bien…
–Creo que son dos sustancias mágicas que levantan el ánimo y alimentan el espíritu como ninguna. Lo que nos aleja y diferencia de los monicos que coleccionaban piedras rotas hace 150.000 años no son la prima de riesgo ni los intereses de la deuda española sino saber elaborar y paladear un buen vino o una buena canción. Al igual que la música, el vino tiene que estar bien afinado y necesita su reposo en las barricas y las botellas un buen tiempo. Fíjate que para invocar a las musas y componer la canción de ‘El vino de las piedras’ José Luis Campos -director de Comunicación y Marketing de la D.O.P. Cariñena- me envió una caja con 12 botellas. Abrí una botella y la lié parda. ¡12 botellas 12 canciones! Y lo maravilloso es que ni a las musas ni a mí al despertar nos dolía la cabeza.
-¿Qué te parecen los vinos de la D.O.P. Cariñena y la evolución que han tenido en los últimos años?
-Los vinos de Cariñena son ‘cojonudismos’ que como su nombre indica es desnudarse a la pata coja, acción que realizamos la mayoría de humaños cuando tenemos prisa por coger (¡perdón!), por pillar las sábanas. No son vinos, son viños, jajaja.
Ahora en serio. Me encantan. Los Cariñena han dejado atrás la venganza de los versos que les dedicó Muñoz Seca para ser unos vinos hedonistas, infinitos que estimulan todos los sentidos. No son vinos débiles y tienen mucha personalidad, como nosotros los aragoneses. Un catador profesional hablaría de expresividad, notas frutales, etc. A mí en la nariz me transportan a inolvidables recuerdos de vendimia de mi infancia. En la vista a los colores como de ensoñación de ‘Tierra’ de Julio Medem. En la boca a los besos de mi amor; en la piel a las caricias de mi madre. Son vinos para cultivar la amistad y hacerla exquisita. Todas las uvas y variedades que he probado son deliciosas pero me quedo con las de Garnacha, Tempranillo y Cariñena. Recuerdo que me llevé una botella de Anayón Chardonnay blanco a Argentina el año pasado y la abrí el último día en una fiesta de despedida con amigos de allí y quedé como un señor.
-Con el ‘El lujo de la tristeza’, tu último libro, cumples 30 años de poeta público. ¿Son malos o buenos tiempos para la lírica?
-Nunca han sido buenos, supongo, pero en los momentos críticos como los que nos han tocado y en los que la gente pierde tantas cosas se buscan más respuestas y bálsamo en la poesía. Antes nos quejábamos de que no entendíamos la poesía, ahora es un juego de niños frente a la opacidad y el hermetismo de la economía y los mercados. Y además que la poesía no está en los libros sino en el día a día y la manera de enfrentarse a la vida, en la magia, belleza y buen humor que podemos destilar de estas horas de paso que se nos han concedido por el planeta Tierra. Como nos recordaba Bécquer: ‘Podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía’.