Carta abierta a los candidatos a diputados: 15 consejos que pueden ser útiles. Por Tomás García-Azcárate
Tomás García-Azcárate
Lo primero que quiero es daros la enhorabuena por vuestra valentía. Vuestro deseo de servir al público y de trabajar por el bien común os honra y merece todo mi respeto. Por esto me voy a permitir sugeriros unos cuantos puntos para que podáis pensarlos y, cuando las urnas repartan su veredicto, quizás os acordéis si hay ocasión o responsabilidades. Por supuesto, me dejaré cosas en el tintero; son todas las que están, pero no están todas las que son.
Construir país. Cada vez siento más grande la distancia entre la urbe y lo rural, los urbanitas y los ruralitas. Construir un país donde nos podamos reconocer todos, donde nos conozcamos y respetemos todos, me parece un objetivo indispensable. Pasa por el intentar comprender las razones del otro, pero también por traer el campo a la ciudad y la ciudad al campo. Me asusta la distancia cultural que veo creciente entre unos citadinos con ideas generosas muy a menudo, pero parciales, y unos habitantes del mundo rural que se sienten olvidados, agredidos, marginados.
Tomar vuestras decisiones escuchando a la gente. Las improvisaciones y las ideas felices merecen contrastarse con la realidad, y quién mejor que los habitantes de un lugar para transmitir esta realidad.
Tomar vuestras decisiones escuchando a la ciencia. Hay muchos temas en los que existe un consenso científico claro que indica el camino a seguir. Por solo poner unos pocos ejemplos, Doñana se muere; la tuberculosis bovina se puede transmitir al hombre; el cambio climático es una realidad; la tecnología genética CRISPR resuelve muchos de los interrogantes que podían levantar los organismos genéticos de primera generación…
Escuchar al que piensa distinto. Siempre hay distintas respuestas posibles a cualquier problema. La distribución espacial, social, económica y medioambiental de sus consecuencias (las positivas y las negativas) suelen diferir. No hay nada peor para resolver los problemas que el pensamiento único o el corsé ideológico. Escuchar, contrastar, disentir, sintetizar, valorar, concluir, son todas fases importantes de una buena toma de decisión.
Copiar, con criterio. Antes de descubrir el Mediterráneo cada vez que aparece un problema, mirad lo que hacen otros. Hay gente muy lista en todas las partes del mundo y, seguramente, algunos se habrán enfrentado al mismo problema con antelación. Habrán acertado a veces, habrán errado también y habrán corregido seguramente.
Promover la adaptación al, y mitigación del, cambio climático. Es la prioridad esencial para la supervivencia de la raza humana sobre este planeta. Pero lo conseguiremos si todos los actores sociales, empresarios, trabajadores, agricultores y ganaderos, estudiantes, jubilados, consumidores y contribuyentes, somo agentes activos de este proceso.
Ser activos, pero pacientes. Tenéis que encontrar el equilibrio entre la indispensable rapidez en la adaptación y la mitigación, y la necesaria paciencia para movilizar a la sociedad.
Ser inclusivos. Un reto de esta magnitud requiere no dejar nadie atrás, para que ninguno se sienta marginado o agredido, ni los propietarios de tractores o coches viejos, ni los agricultores de cierta edad, o los que lo pasan mal a fin de mes y no siempre pueden comer la comida tan sana que quisieran.
Mimar la agricultura ecológica. Sin duda, es una manera de producir muy en armonía con la naturaleza, seguramente la que más. Tiene un marco claro europeo que ofrece un alto nivel de garantía a los consumidores.
Pero cuidar también del resto de los agricultores. Incluso si se alcanza el objetivo marcado por la Comisión Europea en el Pacto Verde, del 25% de la superficie agrícola europea en agricultura ecológica (lo que todos sabemos que no va a ocurrir), sigue quedando un 75% en agricultura mal llamada “convencional”. También estos agricultores son parte de la transición agroecológica, y su participación debe ser incentivada con distintas prácticas como la lucha integrada, la agricultura integrada, la agricultura de conservación, el no-laboreo, la cobertura vegetal de los suelos, bandas con hierbas para los polinizadores…
No olvidéis nunca, pero cuando digo nunca es nunca, que no hay agricultura verde, no hay economía verde, en números rojos. Hay que hacer compatible la lógica económica, también a corto plazo, con la lógica social y medioambiental.
Movilizar la palanca de la compra pública, como poderoso instrumento para marcar el camino de la demanda, priorizando los productos ecológicos, de proximidad, de temporada, locales; promoviendo, en particular para la población infantil, unos menús sanos y sostenibles como herramienta de educación para la salud personal y del medioambiente.
Mirar con interés lo que hicieron vuestros predecesores. Es demasiada costumbre, y de las malas, que los “unos” rechacen sistemáticamente lo que hacen los “otros” y que anuncien unos “auditorías de infarto” y otras “derogaciones masivas”. Ni lo uno ni lo otro. Cada tema debe ser juzgado en base a sus propios méritos, muchas cosas son mejorables, pero otras pueden merecer permanecer.
Evaluar. Antes de entrar a saco con una política o medida, es muy útil evaluar su funcionamiento, darle tiempo para que puedan observarse sus resultados, discutir públicamente las evaluaciones y, luego, cambiad todo lo que haya que cambiar.
Dar tiempo al tiempo. Ya se que una legislatura son sólo cuatro años y que tienes muchas ganas de hacer cosas, de mejorar, y eso os honra. Pero no hay que confundir velocidad y precipitación, y un compás de espera es siempre mejor que un error.
Ya sé que 15 consejos pueden ser muchos. Pero bueno, el que no lo intenta no lo consigue. Tengo la osadía de creer, sinceramente, que os pueden ayudar a ser mejores candidatos, mejores diputados y, quien sabe, mejores ministros o altos cargos.
Lo dicho, que las urnas repartan su veredicto.