Si no atendemos las necesidades de los más hambrientos, puede llegar a producirse una pandemia de hambre de dimensiones más grandes que la de la COVID-19, alerta la agencia humanitaria de la ONU.
David Beasley (Programa Mundial de Alimentos) :»La comida es la senda que conduce a la paz»
Según sus estimaciones, 270 millones de personas, una cifra superior a toda la población de Europa occidental, “caminan hacia la inanición” en este momento.
Más que un reconocimiento, la concesión del Premio Nobel de la Paz al Programa Mundial de Alimentos (PMA) representa un llamamiento a la acción para atender las necesidades de los casi 300 millones de personas en el mundo que necesitan comida urgentemente, afirmó el director ejecutivo de la agencia humanitaria, David Beasley, en su discurso de aceptación del galardón este jueves 10 de diciembre.
“Hoy quisiera poder hablar de cómo trabajando juntos podríamos acabar con el hambre mundial para los 690 millones de personas que se acuestan con hambre todas las noches. Pero hoy nos enfrentamos a una crisis”, advirtió.
“A causa de tantas guerras, el cambio climático, el uso generalizado del hambre como arma política y militar, y una pandemia de salud mundial que empeora de manera exponencial, 270 millones de personas caminan hacia la inanición. Si no se atienden sus necesidades, se producirá una pandemia de hambre que empequeñecerá el impacto de la COVID-19”, indicó.
Millones de personas a un paso de la hambruna
Tras recordar la hambruna que mató al 90% de la población de Roma el año 400 y preguntarse si ésta fue la causa del derrumbe del imperio romano, señaló que es difícil de imaginar despertarse en un mundo “rico, moderno y tecnológicamente avanzado” y estar pasando una hambruna similar.
“Pero mi trágico deber hoy es decirles: la hambruna está llamando a las puertas de la Humanidad. Para millones y millones de personas en la Tierra. Si no se evita, se destruirán muchas vidas y causará la desaparición de muchas cosas que apreciamos”, avisó.
Beasley explicó que el éxito del Programa Mundial de Alimentos se fundamenta en dos ejes: que la comida es algo sagrado y que su actuación es un acto de amor. Con relación a este último punto recordó que el doctor Martin Luther King, Premio Nobel de la paz en 1964, dijo que «el amor es la fuerza más duradera del mundo».
“La comida es sagrada. Lo sabe cualquier persona que asista a una comida de Acción de Gracias o de vacaciones, o haya comulgado, asistido a un Séder, ayunado durante el Ramadán o hecho una ofrenda de comida en un templo budista”, destacó.
5.000 millones de dólares para salvar a 30 millones de personas
Sin embargó, destacó la paradoja que representa, por un lado, haber logrado durante un siglo grandes avances en la eliminación de la pobreza extrema para ahora encontrarse con 270 millones de personas al borde de la inanición; y, por otro lado, que la riqueza mundial ascienda a 400 billones de dólares.
“Incluso en el punto álgido de la pandemia de COVID, en sólo 90 días, se generaron ganancias extras de 2,7 billones de dólares. Y sólo necesitamos 5000 millones de dólares para salvar de la hambruna a 30 millones de personas”, señaló.
Después de confesar que muchas amistades y líderes de todo el planeta le dicen que tiene el mejor trabajo del mundo, ya que le permite salvar millones de vidas, reveló la respuesta que les da.
«De noche no me voy a la cama pensando en los niños que salvamos, me voy a la cama llorando por los niños que no pudimos salvar. Y, cuando no tenemos suficiente dinero, ni el acceso que necesitamos, tenemos que decidir qué niños comen y qué niños no comen, qué niños viven, qué niños mueren. ¿Qué te parecería hacer ese trabajo?», reveló.
Beasley pidió a todo el mundo que no le hagan escoger entre quién vive y quién muere e, invocando al espíritu del fundador del premio, Alfred Nobel, pidió alimentos para todos.
“La comida es el camino que conduce a la paz”, finalizó.
El pasado 9 de octubre el Comité Noruego del Nobel concedió el galardón al Programa Mundial de Alimentos “por sus esfuerzos en la lucha contra el hambre, por su contribución a la mejora de las condiciones de paz en las zonas afectadas por conflictos y por su actuación como elemento impulsor en la prevención del uso del hambre como arma de guerra y de conflicto”.
Foto: David Beasley, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, visita Saná, en Yemen, donde se vive la peor hambruna del mundo.