Discurso de la vicepresidenta Teresa Ribera en la presentación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española. Madrid, 7 de octubre.
Discurso de la vicepresidenta Teresa Ribera en la presentación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española
Teresa Ribera, vicepresidenta del Gobierno y ministra para la
Transición Ecológica y el Reto Demográfico
«Muy buenas tardes a todos los que nos están atendiendo en sus pantallas. Muy buenas tardes, queridos compañeros del gobierno.
La imagen del código de barras que ven es una representación gráfica de la evolución de la temperatura en España desde 1900 hasta hoy, construida sobre la serie histórica de la base de datos meteorológica de la Universidad de Berkeley, elaborada por el profesor Ed Hawkings de la Universidad de Reading, y muestra hasta qué punto la ciencia volcada en comunicación facilita que todos entendamos mejor la magnitud de los desafíos a los que nos enfrentamos. Es una referencia en educación ambiental, sabiendo que una sociedad bien informada tiene mucha más capacidad de resiliencia y de reacción frente a los desafíos, los riesgos, los peligros que ha de afrontar y tiene también mayor capacidad de respuesta.
Y es que la erosión del capital físico y el sistema climático, bases en las que se sustenta nuestro bienestar, es una gran temeridad. Lo saben los jóvenes, los activistas ambientales, nuestros científicos y economistas, pero también lo saben los agricultores a los que tanto debemos y tan importantes han sido en los duros meses del confinamiento, una gran mayoría de operadores financieros e industriales, los proveedores de suministros básicos como el agua o la energía, o los trabajadores del sector turístico.
Lo saben también las instituciones europeas, la Comisión, el Parlamento y el Consejo. Y este es el telón de fondo en el que Europa centra su programa de acción y las líneas maestras del plan de recuperación pensando en la próxima generación de europeos. Han querido destacar que debe tratarse de un plan en el que al menos el 37% de los recursos se destine a descarbonización y transición ecológica, reforzados por una modernización digital que nos ayudará, como explicaba la vicepresidenta tercera, a ser más eficientes en muchos ámbitos, a estar más preparados, a utilizar mejor los recursos de los que disponemos y a consumir de una manera mucho más inteligente. A facilitar la mejor observación de la Tierra y el uso de los recursos, la conectividad de todo el territorio y la cohesión social, disminuyendo brechas de desigualdad entre habitantes de entornos rurales y urbanos y facilitando el emprendimiento en cualquier rincón de España.
Estos son los objetivos con los que trabajamos y que ha expuesto esta mañana el presidente del Gobierno, porque, sobre la base del conocimiento, fortaleciendo la educación, facilitando la innovación, consolidando la cohesión social y territorial, queremos revertir la tendencia de décadas hacia la despoblación, el envejecimiento en áreas rurales, las dificultades para mantener servicios, conectividad y diversificación de actividades económicas en una buena parte del territorio.
Disponemos de análisis bien hechos en estos últimos meses, en estos últimos años, en prácticamente todos los ámbitos estratégicos para nuestra sociedad y nuestra economía. Una agenda para el cambio congruente con la Agenda 2030 de la que hablaba el vicepresidente segundo.
Este plan que hoy hemos presentado, activa y moviliza inversiones con efecto multiplicador sobre la economía y el empleo, inversiones que generan competitividad, modernizan el tejido productivo y nos permiten ubicarnos en sectores estratégicos como país.
La cohesión territorial y la lucha contra la despoblación están presentes en los 10 grandes ejes tractores que representa una primera línea de inversión importante: queremos empezar en municipios de menos de 5.000 habitantes algunas de esas actuaciones, como la rehabilitación urbana, la integración de eficiencia y renovables en edificación, el apoyo al saneamiento y depuración del agua, pero también las opciones de movilidad sostenible, la conectividad digital y la educación conectada, son iniciativas prioritarias con las que activar una recuperación pensada, sobre todo, para las personas.
La capacidad tractora de actividad económica, empleo y eficiencia en consumos energéticos y otros recursos, y la enorme incidencia social que ofrece la agenda urbana y de movilidad sostenible explica por qué el 17% de los recursos están destinados a esta gran prioridad.
Queremos movilizar más de 5.000 millones de euros en 3 años, incrementar empleo, generar ahorros en las economías domésticas, reducir consumo energético y las emisiones asociadas a ellos.
Apostar por ciudades saludables, por aire limpio, por salud. Y para ello necesitamos una rehabilitación de nuestros espacios urbanos, grandes ciudades o pueblos pequeños; invertir en el espacio público, en los barrios, en nuestro transporte y nuestras viviendas. Una contribución a mitigar la contaminación atmosférica al mismo tiempo que creamos puestos de trabajo, impulsando la economía, y mejoramos nuestra calidad de vida, facilitando la implementación de un plan de rehabilitación que mire más allá de cada hogar, cada ventana y cada caldera.
Queremos programas que tengan en cuenta los barrios, los pueblos y las ciudades, aquellos sitios en los que se lleve a cabo incorporando movilidad, servicios sociales, generación renovable; integrando posibles funciones industriales y energéticas de los edificios, que aporten flexibilidad energética desde el lado de la demanda y una excelente gestión gracias a la domótica, a la digitalización y a las habilidades digitales.
Por otro lado, queremos la implementación de un Plan de Choque para la Movilidad Sostenible con horizonte 2023, que permita la recuperación del espacio urbano para la ciudadanía y, con ella, para la movilidad no motorizada; el impulso de carriles bici en ámbitos urbanos y periurbanos o el despliegue de Zonas de Bajas Emisiones en todos los municipios de más de 50.000 habitantes.
Nuestro Plan se centra en hacer nuestras ciudades más seguras y más cómodas, para pequeños y para mayores. Al mismo tiempo que garantizamos aire limpio y la integración de diferentes medios de transporte reforzados y modernizados, subrayando nuestra apuesta por los servicios de transporte publico de calidad, pero también impulsando la transformación de la flota de vehículos, con un paquete integral de reformas e inversiones orientadas a la movilidad eléctrica, incluido el despliegue de más de 100.000 nuevos puntos de recarga para vehículos eléctricos antes de 2023 y una rápida penetración de este tipo de vehículos en nuestro parque automovilístico, facilitando el acompañamiento de un mejor posicionamiento de nuestra industria, incluida la de componentes, la electrónica, la digital, la de uso de datos y la de los servicios asociados a la movilidad.
Déjenme que les hable de otro asunto capital en esta transición ecológica, en esta transformación verde. Hace apenas 10 días, el secretario general de Naciones Unidas, haciéndose eco de las alarmas que los científicos vienen haciendo sonar desde hace años, reclamaba valentía en la defensa de los ecosistemas y la biodiversidad a los líderes del mundo cuando éstos enfrentaran sus estrategias de recuperación económica.
Era una llamada pertinente en un momento en el que hemos experimentado de forma simultánea a escala global la inmensa vulnerabilidad de nuestras sociedades ante la naturaleza, en este caso a un virus cuyo origen esté muy probablemente relacionado con la ruptura de los equilibrios de nuestros ecosistemas.
España es inmensamente rica en biodiversidad: montañas, dehesas, costas, riqueza submarina, fauna y flora y territorios generosos para la agricultura y el turismo, que acogen grandes asentamientos urbanos o pequeños y valiosos rincones. Espacios que necesitan una agenda verde y una agenda azul reforzadas, un litoral que debe resistir los embates del cambio climático; zonas inundables en las que se ubican actividades que, si hasta poco corrían riesgo cada muchos años, ahora vemos anegadas con frecuencia inusitada.
Invertir en adaptación, resiliencia y restauración ecológica es una apuesta segura. Genera empleo, industria y servicios. Contamos con toda la cadena de valor: estudios y consultoría, ingeniería “clásica” y moderna, de transportes, hidráulica y forestal. Contamos con el sector primario, la industria y los servicios, y un enorme potencial movilizador a corto plazo con beneficios duraderos en el medio y largo plazo.
Por ello, otro eje de gran importancia es el dedicado a la resiliencia de ecosistemas e infraestructuras. Incluye inversiones en cambio modal, ganando sostenibilidad en la movilidad de media y larga distancia de personas y mercancías, pero incluye también una gran apuesta por la restauración ecológica y la resiliencia de nuestros recursos naturales.
Piensen, por ejemplo, en biodiversidad terrestre, particularmente importante en zonas rurales, con dedicación especial a bosques y prevención de incendios –esto que nos asola cada verano-, restauración de zonas degradadas, inversión en parques nacionales y restauración de -al menos- 10.000 hectáreas de humedales, activación de soluciones basadas en la naturaleza, consolidación de sistemas de vigilancia de la tierra y alimentación de bases de datos de patrimonio natural.
O en biodiversidad marina, con vigilancia satelital y digital y estrategias de conservación y recuperación in situ, tan importantes para la protección de ecosistemas como para asegurar la sostenibilidad de nuestro sector pesquero y de otras actividades económicas ligadas a la economía azul.
Si hay un bien ambiental precioso, delicado, frágil, identificado bien por todo el mundo en nuestro país es el agua. Este plan de recuperación y dinamización económica y de empleo incorpora esta variable hídrica: reforzando la conservación y restauración del espacio fluvial, con la rehabilitación de unos 3.000 kilómetros de ríos dentro de los 25.000 contemplados en el plan europeo, recuperando la calidad de las aguas, liberando los cauces de obstáculos y mejorando la vegetación de ribera; invirtiendo en infraestructuras que garanticen la seguridad en la garantía de suministro –dentro de cada subsistema, combinando las distintas fuentes, favoreciendo seguridad en presas pero también eficiencia y reutilización o la recuperación ambiental de más de 20 acuíferos en grave peligro, en riesgo en nuestro país-.
Necesitamos un sistema de gestión hídrica moderno, digitalizado, que nos permita contar en tiempo real con toda la información relevante sobre los usos del agua y capacidad de seguimiento, vigilancia y control del dominio público hidráulico.
¿Y qué decirles del mar? España es un país abierto al mar y su orla litoral es, no sólo lugar de residencia de una importantísima parte de españoles y fuente de riqueza y polo de atracción turística, es también zona vulnerable y espacio de protección frente a los efectos del cambio climático.
La erosión que padece el litoral español debida tanto a la presión urbanística y falta de sedimentos, como a la subida del nivel medio del mar y la frecuencia y virulencia de los temporales marinos, necesita respuestas estructurales. No va a ser ni fácil ni rápido, pero sí es prioritario.
El Mar Menor o Delta del Ebro, el litoral Mediterráneo, las islas, la protección del perfil cantábrico; actuaciones en el marco de las estrategias de protección del litoral en las que ingeniería y soluciones basadas en la naturaleza van de la mano. Nuestro objetivo es que, al menos, 200 kilómetros de litoral vean actuaciones de preservación y recuperación de playas, sistemas dunares, humedales costeros y otras fórmulas de intervención consolidadas cada año.
El 9% de los recursos del plan está destinado a acelerar una transición energética justa e inclusiva. Creemos que adelantar al año 2023 el objetivo intermedio que nos marcamos para 2025 en el PNIEC no sólo es posible sino que, además, es uno de los vectores de movilización de empleo y actividad económica más importante para España. Tenemos un gran potencial para transformar la manera de producir y consumir energía. Y este contexto es el propicio para llevarlo a cabo.
Necesitamos un sistema energético 100% renovable, abierto a la ciudadanía, a las empresas y a las diferentes administraciones, sostenido sobre tres principios fundamentales: la máxima eficiencia, electrificación e integración de renovables.
Un marco normativo claro, estable, predecible que estimule la inversión privada en el despliegue de las renovables y contribuye a reducir la factura de la electricidad y a desarrollar nuestra cadena industrial. Porque es importante destacar que en nuestro país fabricamos ya el 60% del total de los componentes necesarios para un parque fotovoltaico y el 90% de los componentes necesarios para un parque eólico.
Un fuerte impulso al despliegue de energías renovables mediante un nuevo sistema de subastas y líneas de apoyo para proyectos innovadores, con una clara apuesta por la eólica offshore flotante. Con grandes capacidades de desarrollo tecnológico, con gran potencial de generación de riqueza y otros usos. Una línea de apoyo y acompañamiento para la reactivación en zonas de transición justa por solidaridad, por necesidad.
La implantación de los instrumentos necesarios para que un país como España, rico en sol, aproveche el potencial de la generación distribuida de energía solar, por medio, por ejemplo, de techos solares. Hacerlo bien con una correcta integración en la estructura edificatoria es capital. Los ciudadanos y las empresas quieren cada vez más convertirse en generadores de la energía que consumen y entienden que esto les ayuda a reducir su factura de la luz.
El impulso de nuevos modelos de negocio en el ámbito de la energía es tractor de empleo, ofrece nuevos horizontes profesionales para los jóvenes. Es, por tanto, un foco de atracción de talento que no debemos desaprovechar.
El despegue del almacenamiento energético como oportunidad, tanto industrial como de integración de nuestros objetivos de energías renovables, y unas redes resilientes y digitalizadas que acompañen esta rápida transformación del sistema energético, constituye un enorme y apasionante desafío lleno de oportunidades.
Como también lo es la apuesta por el hidrógeno renovable como un proyecto de país alineado con la hoja de ruta que aprobamos ayer mismo en el Consejo de Ministros, permitiendo a España ser referente en Europa y desplegar toda la cadena de valor industrial a nivel nacional para conseguir, al menos, 4GW en 2030.
Pero la industria, la modernización industrial para ganar el peso que requiere una economía equilibrada es fundamental en la recuperación. Por ello, queremos acompañar a nuestra industria con dos palancas de modernización fundamentales: la digitalización y el vector ambiental, favoreciendo la progresiva reinversión en eficiencia y modernización en procesos, la recuperación de materias primas, la integración de principios y herramientas de economía circular, el impulso a nuevos materiales, identificando materias primas estratégicas y su peso en la cadena de valor; la cualificación profesional adecuada en mercados laborales ágiles y cambiantes que no pueden desaprovechar el talento en el que hemos invertido durante tanto tiempo.
Los beneficios económicos de la economía circular son claros. La aparición de nuevos modelos empresariales y nuevos mercados vinculados con actividades circulares como la reparación, reutilización o reciclaje, mercados de materias primas secundarias que ya generan un gran valor añadido, generan inversiones con impacto notable en la actividad económica y generan nuevo empleo y puede impulsar nuestro PIB en más de medio punto adicional en la próxima década.
Y en cuanto al mercado de trabajo, la dinámica subyacente a los cambios estructurales previstos por la introducción de un nuevo modelo económico mucho más eficiente dentro de los límites del planeta nos ayuda, nos orienta, nos dirige hacia esa economía circular y la conversión y redefinición de empleos actuales hacia empleos verdes en estos mismos sectores industriales.
Sabemos que además, podemos trabajar, queremos impulsar desde este Plan de Recuperación una mejor gestión de nuestros residuos, impulsando la recogida separada y la aparición de nuevos flujos de materiales que pueden ser reutilizados en la industria: biogás renovable, la aparición de la nueva utilización de textiles o materiales que pueden ser utilizados otra vez a partir de los residuos de vertedero y los residuos de demolición.
De este modo, revisitando nuestros sectores productivos, podemos identificar palancas sumamente interesantes desde el punto de vista de la economía verde. También lo hace la apuesta renovada por un turismo sostenible con énfasis especial en la calidad, tanto en entornos rurales y de alta montaña, como en la plena remodelación de destinos turísticos maduros en los que la visión integral del entorno, la movilidad, la rehabilitación urbana, constituyen oportunidades de éxito seguro.
Y es que innovación, conocimiento, modernización de la administración, reforma fiscal, son también espacios en los que cabe reflejar la incidencia ambiental como lo es, como bien señalaba la vicepresidenta tercera, la contribución que pueda ayudarnos a completar el marco para garantizar el aprovechamiento del máximo potencial de este paquete de estímulo, incluidas las herramientas, los servicios financieros necesarios para combinar adecuadamente el papel de inversores y emprendedores privados con las señales procedentes del presupuesto público.
Pero permítanme dedicar este último minuto, en mi nombre propio y en el de todos mis compañeros, a una cuestión importante desde el punto de vista práctico y desde el punto de vista de la buena gobernanza. Estamos ante la oportunidad de transformar el país, invertir en presente y futuro, y eso exige fortalecer al máximo el diálogo entre instituciones, y entre instituciones y la sociedad.
El presidente ha anunciado esta mañana la articulación inmediata de Foros de alto nivel que facilitarán la participación y el intercambio en torno a cada uno de los grandes ejes del plan, y seguro que hay otros muchos mecanismos, formales e informales, para mantener ese diálogo. Algunos son especialmente importantes para hacer efectivo este prisma verde, como la innovación y la industria, el turismo, la sanidad, la salud o la educación, la agenda urbana, la movilidad. O los foros de energía, agua, litoral y territorio, o el de política contra la despoblación.
En las próximas semanas iremos activando todas estas reuniones, todos estos foros de diálogo, porque necesitamos el máximo diálogo entre instituciones. También con la academia, con la sociedad civil, con todos aquellos que queriendo aportar estén dispuestos a sumarse a una recuperación pensada para la próxima generación de europeos. Pero no lo olvidemos: nosotros somos y nuestros hijos serán la próxima generación de europeos».