Discutir las soluciones sobre la visión a largo plazo para las zonas rurales. Por Roomet Sörmus.
Discutir las soluciones sobre la visión a largo plazo para las zonas rurales
La Comisión Europea publicó la tan esperada Comunicación, titulada “Una visión a largo plazo para las zonas rurales”, que resulta interesante en muchos aspectos y que merece ser comentada concretamente desde el punto de vista de los agricultores.
Por Roomet Sörmus, vicepresidente del COPA y presidente del Consejo de Administración de la Cámara Agraria y de Comercio de Estonia.
Esta comunicación se divide en dos partes: la primera constata la situación actual y la segunda versa sobre las medidas que hay que adoptar.
Personalmente, ambas partes me merecen una opinión diferente: si bien podemos estar de acuerdo con la constatación de la situación, hay que especificar los objetivos propuestos por la Comisión. En cuanto a las observaciones iniciales, suscribo el análisis que se presenta.
Cada vez es más evidente que se subestiman el papel y la importancia de las zonas rurales y no se recompensan debidamente, como bien lo demuestra un esclarecedor estudio realizado por Eurostat, que se anexa a la Comunicación publicada.
Casi el 40 % de quienes respondieron a la consulta pública afirmaron sentirse abandonados por la sociedad y los políticos. Al leer este estudio se percibe un sentimiento de desconexión política, pero también física, del medio rural.
En 16 de los 27 Estados miembros de la UE el mayor problema de las comunidades rurales parece ser la falta de transporte e infraestructuras, por delante incluso de los problemas ligados a la digitalización, por ejemplo.
Las otras conclusiones de este estudio son de sobra conocidas en la comunidad agrícola, a saber: el choque demográfico deja a las zonas rurales con una población de mayor edad, y cada vez más mujeres jóvenes abandonan las zonas rurales.
También coincido con la opinión de la Comisión en que las zonas rurales son un terreno de oportunidades ahora y en el futuro. A la luz del Pacto Verde, del desarrollo de la bioeconomía y del potencial de los mercados del carbono, disponemos de recursos que usar y que merecerían recibir mayor atención mediática.
Tal y como se menciona en el estudio, los agricultores, los propietarios forestales y las cooperativas agrarias son la columna vertebral que sostiene el dinamismodinamismo de las regiones rurales e incluso la actividad económica de muchos Estados miembros de la UE.
Detrás de cada explotación hay una docena de puestos de trabajo indirectos arraigados a nivel local. Estoy convencido de que la transición en la Europa “post-coronavirus” tendrá que pasar por las zonas rurales y, como bien afirmó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen “Europa no estaría completa sin el campo.”
Esto que bien fue cierto hasta ahora, deberíamos confirmarlo el día de mañana. Si bien puedo estar de acuerdo con las observaciones de la Comisión en la primera parte, como habitante del medio rural me gustaría centrarme en la segunda parte de la Comunicación, donde se presentan soluciones concretas.
En un esfuerzo por resumir su visión, la Comisión ha intentado agruparlas en cuatro bloques y dos políticas “insignia” (el Pacto Rural de la UE y el Plan de Acción Rural). Sin embargo, las medidas que se mencionan y sus repercusiones son mucho más numerosas y complejas.
Desde el COPA-Cogeca ya formulamos nuestras propuestas de cara a esta Comunicación, por lo que me limitaré a mencionar sólo algunos principios, a mi parecer fundamentales.
La agricultura, oportunidad para las zonas rurales
En la Comunicación se describe la agricultura como una oportunidad para las zonas rurales y se destacan ciertos ámbitos de actuación. Los agricultores necesitan que se les apoye en esta transición, necesitan el respaldo de una evaluación del impacto sobre las consecuencias del cambio que se les exige. Pero, por ejemplo, todavía estamos esperando este tipo de estudio en el caso de la Estrategia “De la granja a la mesa”.
Una novedad interesante es la propuesta de poner en marcha un mecanismo para comprobar “ex ante” la repercusión en las zonas rurales de las principales iniciativas legislativas de la UE, tal y como se recomienda en la Declaración de Cork 2.0.
Es necesario implicar de forma activa en este proceso a los agricultores, las cooperativas agrarias y los propietarios forestales, mediante un enfoque ascendente, a fin de asegurar que se sitúan, en efecto, en el epicentro de esta visión.
La crisis de la COVID-19 y el sinfín de debates que han surgido impiden que se oiga la voz de las zonas rurales de forma más constructiva. Nosotros esperamos propuestas concretas en este ámbito, ya que es profundamente necesario hacer llegar la voz del medio rural a todos los niveles políticos.
La diversidad de las zonas rurales es algo innegable. Por lo tanto, dadas las diferencias que existen en la UE, es importante evitar planteamientos “idénticos para todos”; más bien hay que aceptar los distintos ritmos de adaptación y asegurar unas condiciones equitativas.
En este sentido, me agradaría que la Unión Europea se guiara por el principio de las tres “S” para que las políticas comunitarias y nacionales fueran más Sostenibles, más Sensatas y más Simples.
También es importante proteger las tierras agrícolas y forestales dentro de las medidas de infraestructura y de ordenación del territorio urbano, para protegerlas así de la expansión urbana, sobre todo al ser estas tierras un hábitat esencial para insectos, abejas, aves y plantas silvestres.
Esperábamos que la Comunicación hiciese más hincapié en la importancia de las zonas rurales para garantizar la seguridad alimentaria, mediante el suministro de alimentos de gran calidad en cantidad suficiente.
De hecho, si algo nos ha enseñado la COVID-19 es que las cadenas de suministro alimentario siguen siendo un elemento determinante para la autonomía estratégica abierta de la UE. La Comunicación hace referencia al Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural [FEADER], como una fuente primordial de financiación europea para las zonas rurales.
Sin embargo, apenas hace alusión a las necesidades y a las aportaciones del sector agrario, que es una parte fundamental de esas zonas rurales. La agricultura y la silvicultura proporcionan bienes esas zonas rurales. La agricultura y la silvicultura proporcionan bienes y servicios públicos, en forma de sitios de recreo, beneficios culturales, beneficios para la salud y otros, que no se toman en consideración debidamente.
Las medidas de inversión que permiten mejorar el rendimiento y la sostenibilidad globales de las explotaciones agrícolas y forestales son, y deberían seguir siendo, el núcleo de la política de Desarrollo Rural, además de ser esenciales para las cooperativas agrarias.
Todo ello es más pertinente, si cabe, en el contexto del Plan de Recuperación Europeo. Por lo tanto, promover este enfoque como parte del Plan de Acción Rural es capital para que éste sea un éxito.
Sinergias entre los fondos estructurales
También se necesitan sinergias entre los Fondos Estructurales, Invest EU y el Programa de Recuperación Económica de la Unión, para mejorar las inversiones en la infraestructura digital, sin dejar al sector agrícola a la zaga.
Así pues, vemos con buenos ojos el conjunto de herramientas para acceder a los fondos de la UE y para combinar de forma óptima todas las oportunidades de financiación que el presupuesto actual ofrece para las zonas rurales, ya que la movilización de todas esas oportunidades será decisiva para que las iniciativas logren sus propósitos.
La evolución demográfica es un desafío crucial. El futuro Plan de Acción Rural de la UE tiene que incluir ayudas para animar a los jóvenes a vivir y trabajar en las zonas rurales. Esto implicaría también integrarlos en todas las políticas pertinentes: vivienda, Seguridad Social y educación.
Desde el punto de vista de la agricultura, habrá que buscar que los ingresos familiares, el acceso a la formación, el nivel de vida y el estatus social sean equiparables a los de cualquier otro grupo profesional.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los jóvenes agricultores es el acceso a la tierra y al capital o crédito. Por eso, urge crear nuevos incentivos para que los agricultores de más edad pasen el testigo. Es imprescindible que el apoyo para las medidas rurales no provenga solo de la PAC.
También me complace constatar que la Comisión tiene en cuenta la problemática de género, ya que necesitamos más agricultoras en nuestros territorios.
Las políticas, el Pacto Rural y el Plan de Acción Rural de la UE deben garantizar que las zonas rurales continúan siendo lugares atractivos para vivir y trabajar.
Para ello, tienen que facilitar el acceso a servicios básicos, como los cuidados médicos, y estimular el emprendimiento, tanto en ámbitos rurales tradicionales, como en sectores económicos emergentes.
Además, podemos observar que el transporte es una cuestión elemental, por lo que las estrategias de movilidad deben tomar en mayor consideración los problemas del medio rural. De hecho, sé de primera mano que este tema es extremadamente delicado y plantea muchas preguntas en el medio rural.
Otro problema en las comunidades rurales es el acceso a la banda ancha, aunque las autoridades públicas le dedican cada vez más atención. Cerca del 47% de las zonas rurales no tiene acceso a la banda ancha de alta velocidad y el 12% no tiene conexión alguna.
Si pretendemos que los agricultores adopten un amplio abanico de prácticas sostenibles en el marco del Pacto Verde Europeo (la agricultura de precisión, el uso de tecnologías por sensores, la inteligencia artificial, etc.), es imprescindible que tengan una conexión a internet rápida y estable. Esto no solo ayudará a los agricultores a mejorar su productividad y reducir sus costes, sino que también hará posible generar múltiples beneficios para el medio ambiente (en lo relativo al suelo, el agua, los fertilizantes, los plaguicidas, la mitigación del cambio climático, la biodiversidad, etc.).
Quisiera terminar concluyendo que, aunque podamos discutir las medidas que propone hoy la Comisión, debemos reconocer algo importante: la brecha creciente entre el mundo rural y el urbano es un problema que está ganando cada vez más relevancia. Se trata de una realidad cada vez más presente y que condiciona numerosos debates.
Así pues, es importante que actuemos de forma colectiva para superar este problema. La Unión Europea tiene un papel determinante que desempeñar y, para cumplirlo con éxito, tiene que escuchar realmente la voz del mundo rural.