Álvaro Vara Ruiz. Alcalde de Gajanejos (Guadalajara)*
El dilema de la reconstrucción de Europa y la despoblación rural. Álvaro Vara Ruiz
La Unión Europea se encuentra en un momento crucial de su historia, tras haber sufrido el embate del Covid 19, se dispone a decidir dónde y cómo se utilizará el Fondo de reconstrucción de 750.000 millones de euros.
La Unión debe tomar una de las decisiones que más influencia tendrá en el futuro comunitario, debe elegir entre mantener sistemas productivos caducos y formas de desarrollo del siglo XX o, por el contrario, apostar por un cambio de paradigma.
Es una realidad que existen grandes presiones por parte de muchos sectores para que la reconstrucción financie el mantenimiento del status quo. Sin embargo, Europa debe analizar si conviene continuar alimentando un modelo productivo que cada vez da más síntomas de estar obsoleto, no solo por el agotamiento de un mercado envejecido, sino también por el escaso valor añadido que se refleja en el crecimiento ratico de los últimos 20 años.
Utilizando el modelo estratégico de W. Chan Kim y Renée Mauborgne, podemos decir que Europa hace años que se ahoga en un Océano Rojo, donde tan solo la bajada de precios y de salarios le mantiene a flote, sin olvidar el crecimiento exponencial de la deuda pública y el hundimiento de los tipos de interés.
Uno de los problemas estructurales de Europa es la concentración de población en determinados lugares y la rápida despoblación en el resto del territorio comunitario, y es aquí donde radica la fuerza motriz del Océano Azul.
Un territorio muy amplio con una demanda por explotar y por explorar, donde la innovación y la calidad de vida se conviertan en piedras angulares de un nuevo proyecto europeo que coloque el bienestar de los ciudadanos en el centro de la agenda política. Donde la interacción con el territorio y el medio ambiente sean los ejes de una nueva sociedad más libre, más sana y más feliz.
Las autoridades comunitarias deben tomarse muy enserio la vertebración del territorio, Europa no puede convertirse en un desierto de población, salpicado de 5 o 6 megalópolis, ya que ha quedado demostrado que no son un modelo eficaz. Ejemplos globales, como Ciudad de México, Lima, Londres o Lagos, nos han enseñado que son ciudades donde las desigualdades se disparan, donde la polución, los residuos y los desechos se convierten en un problema salud pública, y donde los servicios públicos adolecen de mínimas calidades ante una demanda inabarcable.
Europa debe dirigirse hacia un nuevo modelo de desarrollo, donde la digitalización, la innovación tecnológica y las energías verdes se complementen con una economía de cercanía, una economía local que desarrolle las cualidades de las personas y devuelva el pulso social y económico a todos los territorios despoblados.
Tras el Covid- 19 se ha hablado de reindustrializar Europa, y quizás sea momento de hacerlo, de volver a una producción donde el valor añadido sea el componente central y no el bajo coste por encima de todo; de apoyar a nuevos sectores productivos, que coloquen a Europa a la cabeza de la 4º revolución industrial y le devuelvan su vigor económico y tecnológico.
Sin embargo, la reindustrialización debe ir acompañada del abandono de un modelo social basado en la concentración y acumulación de población, servicios y capital, por uno más inclusivo, donde se apueste por las zonas deprimidas y de escasa población, implantando una descentralización de los sistemas productivos.
La Despoblación es una enfermedad que sufren gran parte de los Estados miembros, y que destruye la cultura, la cohesión y el equilibrio social allí donde actúa. Tras el Covid-19 se ha presentado un aliado importante que es el teletrabajo, una tecnología que ayudará a combatir la despoblación.
Pero se necesita más, se necesita que se implante el cambio de paradigma social y cultural para que el teletrabajo vaya acompañado de legislación especial, de fiscalidad especial, de servicios públicos especiales y de infraestructuras especiales para que estas zonas abandonadas se conviertan en importantes polos de atracción de inversión privada y de población. En definitiva se necesitan herramientas políticas de gran calado.
La Unión Europea debe aprovechar las oportunidades que ofrecen las regiones que sufren despoblación, como son la generación de valor ligado al territorio y la ampliación de los límites del mercado, que desarrollarían una nueva demanda que ahora no existe.
El dilema se encuentra en gastar el dinero del contribuyente en los mismos sitios de siempre, esos que han abocado a Europa a una “japonización” económica, o en buscar un entorno nuevo donde invertirlo para crear el mejor marco social para los ciudadanos.
*Álvaro Vara Ruiz es alcalde de Gajanejos (Guadalajara). *Este artículo forma parte de Destino Europa. Publicado en Aquieuropa.com, el pasado 4 de septiembre de 2020.