El alza mundial de materias primas como el aluminio o el acero, el encarecimiento del transporte o el Brexit elevan la presión sobre la industria agroalimentaria y la producción de alimentos básicos para los españoles.
El encarecimiento de los costes preocupa a productores y a la industria agroalimentaria
La Federación hortofrutícola FEPEX asegura que existe preocupación en el sector por el fuerte incremento de los costes de los insumos, que «puede paralizar inversiones previstas, ante la incertidumbre provocada por nuevas subidas».
En un comunicado, fuentes de esta organización han citado como ejemplo que la escalada del alza de los insumos se sitúa entre el 5 y el 7% para las frutas y hortalizas de Almería y llega hasta el 25% en las producciones de brócoli de Murcia.
Según su información, el repunte de los gastos afecta a todos y cada uno de los procesos productivos de las empresas hortofrutícolas, desde los insumos para el cultivo -como los fertilizantes, la energía o el agua-, los plásticos y derivados para los envases, los materiales usados para la construcción y renovación de invernaderos, el transporte.
A estos han sumado el aumento del salario mínimo interprofesional (SMI) desde el mes de septiembre, añaden desde FEPEX, patronal que lamenta que el «alza de los costes de producción difícilmente se pueden trasladar a los precios finales, dada la limitada capacidad de negociación de la generalidad del sector»
Por su parte, la subida del precio de la luz reducirá un 70% el beneficio, antes de impuestos, de las principales industrias cárnicas de España, según la estimación hecha por la Asociación Nacional de Industrias de la Carne (ANICE).
El pasado año los resultados económicos fueron del 3% antes de impuestos y actualmente el incremento en la factura de la luz amenaza con reducirlos un 70%, según ha detallado en un comunicado de un análisis de datos entre 50 de las principales empresas cárnicas del país.
Además, si los precios de la luz continúan al mismo nivel de escalada que los últimos meses, el sector cárnico «podría enfrentarse a unas pérdidas de más de 500 millones de euros, con el consecuente impacto en el descenso de las cifras expuestas anteriormente».
Con estos números, a lo que se añade a la subida del 4% del IPC, que «lógicamente» afectará a los costes laborales del sector, «no es difícil presagiar que la factura actual de la energía eléctrica tendrá repercusiones ampliamente negativas sobre los rendimientos de las empresas, llevándolas al límite de su umbral de rentabilidad y haciendo peligrar su viabilidad».
Las empresas conserveras tienen un panorama difícil porque los costes de producción están desorbitados, según declaran las patronales del sector a Efeagro, con motivo del Día Mundial de la Comida en Lata, que se celebra este sábado.
«Es una época de incertidumbre industrial. En un entorno inflacionista, en ciertos casos de escasez derivada de ajustes entre la oferta-demanda y complicaciones logísticas», según el secretario general de la patronal de conserveras de pescado y de marisco (Anfaco), Juan Vieites.
«El coste de un bidón metálico ha subido un 40% y el de la electricidad un 450% en el último año», asegura el vicepresidente de la Agrupación Española de Fabricantes de Conservas Vegetales (Agrucon) y director general de Conesa Group, Manuel Vázquez.
Por otro lado, Vázquez señala que el alza de materias primas está propiciando la especulación y la «psicosis» que lleva a empresas a planificar un «exceso de almacenamiento» de materias primeras por miedo a que no haya suministro, lo que apuntala esa subida.
Los fabricantes aseguran que, de momento, los consumidores no notan la repercusión de esos costes en el precio de las lata pero, a juicio de Vázquez, «la situación es insostenible» para la distribución.
En el caso de las industrias, los márgenes dependen de la capacidad de las empresas para generar valor en el mercado y gestionar de forma eficiente sus gastos, influenciados por los valores globales del acero y del aluminio, así como los alcistas costes laborales que podrían «cambiar el marco de juego y hacer perder la competitividad», según Vieites.
Las industrias estiman que, a escala global, las previsiones dependerán de acciones que se tomen en países como Estados Unidos o China, junto a la respuesta que pueda dar la Unión Europea.
Pero auguran desajustes «si se recortan producciones de acero y aluminio para adaptarse a los requisitos del CO2 o se modifican las estrategias de reciclaje», según Vieites, quien también apunta que las normativas ambientales elevarán los impuestos sobre los alimentos «hasta valores que en algunos casos triplican lo actual».
«Antes de la covid, un contenedor de China a Lisboa costaba 1.800 dolares y ahora el mismo cuesta entre 7.000 y 8.000 dólares», subraya Vázquez.