Tomás García Azcárate.
El lobo que nos separa. Por Tomás García Azcárate
Tomás García Azcárate.
La noticia es de sobra conocida. En su última reunión del jueves 4 de febrero, la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad aprobó por nueve votos a favor y ocho en contra incluir a todas las poblaciones de lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, por lo que ya no será especie cinegética. Sobre el fondo del tema, manifiesto desde el principio que forma parte del muy amplio conjunto en los que mi incompetencia es completa.
Mi malestar empieza con el procedimiento seguido. Como saben muchos de mis sufridos lectores, en los 29 años que pasé en la Comisión Europea, he participado en muchos Comités de gestión, el órgano que reúne a los funcionarios expertos de los Estados miembros en los productos correspondiente, entre otros en el sector de las frutas y hortalizas y del aceite de oliva.
La regla de oro, desgraciadamente no siempre respetada por la Comisión, es que no se debería aprobar un reglamento en contra de los Estados productores. Por ejemplo, es posible (y desgraciadamente ha acontecido algunas veces) aprobar una norma aceite de oliva en contra del criterio compartido de España, Italia, Grecia y Portugal, con el apoyo (o la abstención) del resto de los países que no quieren enfrentarse a la Comisión para un tema que ni les va ni les viene.
Es posible, pero es una mala práctica. Como presidente en su momento del Comité de gestión lo tuve que hacer obedeciendo las instrucciones recibidas, pero siempre en interno manifesté mi desacuerdo. «Venceréis, pero no convenceréis», parece que dijo Unamuno a Millán-Astray el 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, durante una ceremonia de la por entonces llamada Fiesta de la Raza.
Las noticias de la Comisión Estatal ya mencionada me retrotrajeron muy malos recuerdos. Las principales comunidades autónomas afectadas se opusieron a esta decisión, pero perdieron. Y lo que es más grave, ha cristalizado tensiones y oposiciones ya existentes.
Viene a cuenta aquí tener en cuenta la opinión de Fernando Fernández, que expresó en Facebook el 7 de febrero. Fernando es jefe de Gabinete de la Consejera de Agricultura de baleares, seguramente la persona más ilustrada en términos agrarios de Podemos y vecino de la montaña palentina: “Quiero dejarlo claro desde el principio. Esto no va de Lobo Si vs Lobo No. Yo lo quiero todo. Ganaderos – Pastores – Ovejas – Lobos – Vacas – Pueblos de Montaña. La humanidad tenemos inteligencia suficiente para abordar este tema de forma positiva. Sin embargo, decisiones como las de esta semana del Ministerio de Transición Ecológica tomadas de la forma en las que se ha tomado, dinamitan todos los procesos que se llevan intentando impulsar de cohabitación en cada territorio”.
Fernando, en el mismo post, nos propone volver a leer un artículo de Julio Majadas Andray, de la Fundación Entretantos, publicado hace tiempo de la Revista Soberanía Alimentaria[1]. Desde 2016, esta Fundación, a través del Grupo Campo Grande, está desarrollando un proceso de mediación social en relación con el conflicto del lobo, trabajando junto a personas y organizaciones ganaderas, ecologistas y conservacionistas, científicos/as y representantes del sector cinegético en el desarrollo de propuestas y líneas de trabajo que ayuden a disminuir el conflicto. Fruto de este esfuerzo colectivo es la Declaración del Grupo Campo Grande[2], una iniciativa de mediación para justamente la coexistencia entre el lobo ibérico y la ganadería extensiva.
Lo dicho, la coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva no solo es necesaria sino que es posible. Para ello, es necesario consolidar unos puentes entre los dos mundos, el de los ganaderos y el de los naturalistas, sin imposiciones ni cerrazones irracionales.
[1]https://www.soberaniaalimentaria.info/numeros-publicados/70-numero-35/675-el-conflicto-del-lobo
[2]http://www.grupocampogrande.org/wp-content/uploads/2018/10/DeclaracionGCG_v3.pdf