El Symposium Nacional de Sanidad Vegetal ha sido el marco escogido por la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla) para la presentación del informe Low Yield llevado a cabo por la consultora Steward Redqueen, en el que se analizan los efectos socioeconómicos que una legislación basada en la peligrosidad de los productos fitosanitarios conlleva para la agricultura y el suministro agroalimentario europeos.
Aepla presenta los resultados del informe Low Yield en el Symposio de Sanidad Vegetal
La tendencia comunitaria de legislar teniendo en cuenta la peligrosidad de los productos, obviando los beneficios que un correcto uso de los mismos puede ofrecer a nuestra sociedad, puede provocar que 75 de las 400 sustancias activas actualmente disponibles para proteger los cultivos europeos, sean prohibidas.
Como resultado, los agricultores europeos no dispondrían de la variedad de soluciones necesaria para garantizar la viabilidad de sus explotaciones, la agricultura europea perdería competitividad y por extensión, los efectos sobre la economía, el empleo y el medio ambiente en Europa serían muy negativos.
Hedda Eggeling, representante de la consultora Steward Redqueen y coautora del informe, ha presentado las principales conclusiones del estudio llevado a cabo en nueve países comunitarios (entre ellos España), analizando siete cultivos básicos y veinticuatro especializados.
Entre los efectos directos sobre la producción agraria, se identifica una disminución de entre un 10-20% de rendimiento en cebada, trigo colza y maíz; de entre un 30-40% en patata y remolacha y un 20% en viña. En el caso de España, el sector citrícola sería el más afectado con unas pérdidas cuantificadas en cerca de 1.500 millones de euros.
«Europa somete a sus agricultores a una injustificada presión a través de esta estricta y arbitraria legislación, omitiendo la profesionalidad demostrada por el sector», ha explicado Cristobal Aguado, presidente de AVA-Asaja.
«La ciencia ha puesto a nuestro alcance eficaces herramientas para garantizar la salud de los alimentos que producimos y que llegan a la mesa de los consumidores. Los utilizamos cuando resulta necesario y siempre respetando las recomendaciones establecidas. Somos los primeros interesados en aplicar estas tecnologías de manera correcta, y eso es algo nuestra sociedad parece desconocer», añadía.
La falta de materias activas complica además, la necesaria alternancia de soluciones fitosanitarias, como ocurre con los medicamentos, lo que sumaría un problema añadido a la pérdida de productividad, la aparición de resistencias.
«Las decisiones que tomen hoy las Autoridades pueden tener un impacto inmediato y significativo en nuestro aprovisionamiento de alimentos, y por extensión en la capacidad de las generaciones futuras para acceder de forma segura, saludable, asequible y sostenible a éstos», ha declarado Carlos Palomar, director general de AEPLA.
«Debemos permitir a nuestros agricultores producir más alimentos de forma eficiente, usando menos suelo y menos recursos naturales. Los políticos, la industria y la sociedad necesitan trabajar de manera conjunta para desarrollar soluciones integradas y sostenibles. Y para alcanzar estos objetivos la tecnología, la ciencia y la investigación resultan esenciales», ha concluído.