Por Jaime Mainar.
La transición de la agricultura hacia sistemas productivos más sostenibles está abriendo oportunidades como la que inició hace cuatro años la compañía holandesa Kelp Blue, que cultiva algas gigantes a gran escala en altamar y se presenta como una empresa que devuelve la naturaleza a los océanos, captura carbono y crea productos para facilitar esa transición agroecológica.
La transición de la agricultura hacia sistemas productivos más sostenibles está abriendo oportunidades como la que inició hace cuatro años la compañía holandesa Kelp Blue, que cultiva algas gigantes a gran escala en altamar y se presenta como una empresa que devuelve la naturaleza a los océanos, captura carbono y crea productos para facilitar esa transición agroecológica.
Sus bosques de algas sirven para producir bioestimulantes agrícolas que provienen al cien por cien del alga mediante un sistema de extracción denominado de “alto cizallamiento”. El proceso se hace en verde y mediante alta velocidad y presión para romper las paredes celulares y liberar compuestos bioactivos cuya integridad y bioactividad queda preservada, según indica la responsable de Kelp Blue para Iberia y Latinoamérica, Alba Aguilar.
Las algas pertenecen al reino protista, que agrupa a los organismos que no pueden considerarse animales, plantas, hongos o bacterias. Son vegetales primitivos con pigmentos que pueden ser de varios colores. En este caso, se trata de la macroalga Macrocystis pyrifera, de color pardo, que puede alcanzar más de 45 metros y es capaz de crecer diariamente, en condiciones óptimas, hasta 60 centímetros.
Por su tamaño, capta y retiene más CO2, además de favorecer su secuestro en el fondo marino. Kelp Blue las cría inicialmente en un entorno seguro y las trasplanta después a las granjas sumergidas en el océano a unos 15 metros por debajo de la superficie, lugar en el que se maximiza el acceso a los nutrientes y la luz. La empresa tiene instalaciones en Namibia, Alaska y Nueva Zelanda.
El crecimiento es controlado por métodos acústicos, visuales y analíticos y cuando maduran se cortan por el extremo que se dirige a la superficie con una máquina de siega que funciona con energía solar y refuerza el proceso sostenible de la producción.
Aguilar es ingeniera agrónoma y ha trabajado con anterioridad en empresas agrarias y alimentarias y en ámbitos como la fertilización, el control de calidad, la digitalización o el medioambiente. Explica que los compuestos bioactivos que se extraen del alga son muy potentes como bioestimulantes y facilitan a las plantas una mayor concentración de nutrientes y, asimismo, más resistencia frente a condiciones adversas, ya que su estructura molecular se hace más fuerte. También mejora los microorganismos del suelo y, como consecuencia de todo esto, reduce las unidades de fertilizante que es necesario aplicar.
Su incorporación como responsable de agronomía y ventas de la compañía holandesa en Iberia y Latinoamérica implica tareas como la apertura del negocio, el posicionamiento del producto, que se comercializa bajo el nombre de StimBlue+, la realización de ensayos y el trabajo con formuladores que lo precisen como materia prima.
En la actualidad Kelp Blue hace ensayos con extracto puro en Navarra, Levante, Murcia y Portugal con el fin de hacer patentes los resultados del producto, pero Alba Aguilar advierte que este se puede mezclar para formar parte de cualquier tipo de fertilización y riego.