Esperando la evaluación del impacto de las Estrategias “De la granja a la mesa“ y “Biodiversidad”. Por Pekka Pesonen

Esperando la evaluación del impacto de las Estrategias “De la granja a la mesa“ y “Biodiversidad”. Por Pekka Pesonen

Esperando la evaluación del impacto de las Estrategias “De la granja a la mesa“y “Biodiversidad 2030”

Pekka Pesonen.Secretario General del COPA-Cogeca

¿Qué significa para los agricultores (y los consumidores de la UE) el silencio prolongado de la Comisión Europea sobre la estrategia de la granja a la mesa?

“Somos los primeros en examinar los posibles impactos de las Estrategias en su forma actual”. Así es como, hace unas semanas, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) presentó la primera evaluación de impacto de las Estrategias “De la granja a la mesa” y de la “Biodiversidad 2030” (ver documento y resumen en pdf en EN abajo)  Dos elementos clave del Pacto Verde Europeo, que se lanzaron en el mes de mayo pasado.

 

En Bruselas, desde hace más de 13 años, es la primera vez que leo la evaluación de impacto sobre una política central de la Unión Europea, como es el de las Estrategias del Pacto Verde Europeo (“Green Deal”), de una agencia gubernamental no comunitaria. ¿Es esto un hecho trivial? Ciertamente no, más bien un hecho simbólico. Un símbolo que debería preocupar a quienes están más allá de los agricultores y las cooperativas agrícolas de la UE.

Las Estrategias “De la granja a la mesa” y de la “Biodiversidad” son políticas amplias, que tendrán un impacto en el sector agrario de múltiples formas. Ambas proponen varios objetivos políticos, como la retirada o la reserva de la producción del 10% de las tierras agrícolas; la reducción del 20% del uso de fertilizantes químicos; la reducción del 50% del uso de pesticidas químicos;  el destinar un 25% de las tierras agrícolas a prácticas de producción orgánica o ecológica; la plantación de 3.000 millones de árboles, y la reducción del 50% del uso de antimicrobianos o antibacterianos en el ganado.

Todos estos objetivos suenan muy bien a primera vista. Sin embargo, para los primeros más afectados, los agricultores de la UE y sus cooperativas, la falta de soluciones técnicas precisas o de hoja de ruta es preocupante.

Por sentido común deberíamos conocer también cómo se calcularon esas cifras que avalan estos objetivos y cómo afectarán a nuestra producción agraria, al medio ambiente, a los precios al consumidor, a nuestra seguridad alimentaria y a nuestras exportaciones.

No se ha filtrado ninguna documentación o estudios de la Comisión Europea desde que se publicaron las Comunicaciones sobre ambas Estrategias en mayo pasado, a pesar de los anuncios realizados por los comisarios, que consideran los estudios de impacto como un elemento clave para la buena gobernanza. Sin este elemento clave, nos vemos obligados a especular.

Objetivos e impacto

¿Existe un estudio y, de ser así, por qué no es público? Si no existe un estudio, ¿hemos anunciado una estrategia sin cuestionar la viabilidad de sus objetivos y de sus impactos? ¿Hemos puesto el carro delante del caballo?

Con estos antecedentes en mente, se puede leer la conclusión del USDA: «En todos los escenarios, encontramos que las reducciones de insumos propuestas afectan a los agricultores de la UE, que reducirían su producción agrícola entre un 7 y un 12%  y disminuirían su competitividad tanto en los mercados nacionales, como en los de exportación.  Además, descubrimos que la adopción de estas Estrategias tendría impactos, que se extenderían más allá de la Unión Europea, elevando los precios de los alimentos en todo el mundo entre un 9% (si las medidas únicamente las adopta la UE) y un 89% (si adopción de esas medidas fuese global), lo que afectaría negativamente a los presupuestos de los consumidores y, en última instancia, reduciendo el bienestar social mundial de 96.000 millones a 1,1 billones de dólares, en función de si otros países adoptan o no ampliamente estas estrategias. Estimamos que unos precios más altos de los alimentos en estos escenarios aumentaría a un número de personas afectadas por inseguridad alimentaria en las regiones más vulnerables del mundo, que va de 22 millones (adopción exclusiva de la UE) a 185 millones (adopción global)«.

Aquí es donde probablemente radica la verdad incómoda: el elefante en la sala que explica por qué la Comisión Europea está retrasando la publicación de su propia evaluación de impacto, por qué algunas ONG también piden un proceso más rápido que no tenga en cuenta esos elementos, a riesgo de poner en peligro el buen funcionamiento de los procesos democráticos de la UE.

¿Por qué un informe que afirma claramente el hecho de que podríamos enfrentarnos a la inseguridad alimentaria y a un aumento de los precios de los alimentos para el consumidor ha recibido una cobertura mediática tan limitada?

¿Por qué en este lado de la ecuación de la sostenibilidad no parece preocupar a los principales responsables de la toma de decisiones de la UE?

¿Por qué son los agricultores y las cooperativas agrícolas europeas los que tienen que recordar aspectos tan básicos como los precios que se transfieren a los consumidores, la seguridad alimentaria europea o el eventual impacto que podría tener en nuestros socios comerciales?

Visión teórica

La agricultura no funciona sobre una base ideológica. La historia lo ha demostrado constantemente, pero parece que lo olvidamos. El cambio hacia una visión teórica de la agricultura que estamos observando es preocupante, porque no podemos jugar con las necesidades primarias de nuestros conciudadanos.

No hay una industria como la agricultura. Podemos orientarnos hacia una misión, más allá de la producción de alimentos para cuidar el bien común. Si estamos de acuerdo en trabajar juntos hacia objetivos más ambiciosos, necesitamos soluciones concretas. Si queremos avanzar urgentemente, pongamos los medios, identifiquemos todos los mecanismos concretos que podamos poner en marcha, como los mecanismos de reducción del carbono. Demos visibilidad a los agricultores, yendo hasta el final del proceso de la nueva PAC para que podamos invertir en bioeconomía, bioenergía, agrosilvicultura, agricultura de precisión y cadenas alimentarias más cortas.

Cuanto más tiempo permanezcamos en la teoría, sin hechos que nos ayuden e informen sobre nuestro enfoque, más lentamente iremos. Ya es hora de que la Comisión Europea publique su propia evaluación integral de impacto.

Esa evaluación de impacto y sus conclusiones probablemente equilibrarán el actual debate en torno a la PAC, obligándonos a examinar la complejidad de la ecuación sobre la sostenibilidad, y ayudarán a trabajar en la búsqueda de soluciones concretas para el medio ambiente, para los consumidores y para los agricultores y sus cooperativas.

Documentos USDA de impacto: 

eb-30_summary

eb-30

 

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