La Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) señala que España sufre un déficit del 32% con respecto a la Unión Europea en el aprovechamiento natural de sus recursos hídricos, tal y como consta en las alegaciones formuladas a los planes hidrológicos, remitidas al MITECO.
Fenacore defiende las obras de regulación hídrica en sus alegaciones a los planes hidrológicos
En concreto, Fenacore explica que la mayoría de los países europeos pueden aprovechar de forma natural más de un 40% de sus recursos hídricos, mientras que en España este aprovechamiento en régimen natural se reduce al 9%. De ahí, la necesidad de las infraestructuras hidráulicas para almacenar agua. Y es que, a juicio de la Federación, en España, sin embalses, en el estiaje de verano de los ríos, sólo se podrían abastecer a 5 millones de habitantes.
A la hora de regular las cuencas, los regantes respaldan la obligación de respetar el medio ambiente y de someter cualquier obra hidráulica a los pertinentes análisis ambientales, hidrológicos, sociales y económicos. Sin embargo, en contra de la posición radical de algunos grupos ecologistas, Fenacore defiende la regulación también para minimizar efectos negativos del cambio climático como las inundaciones y las sequías, que -a tenor de las proyecciones- cada vez se sucederán con más frecuencia, sobre todo, en países con climas áridos y semiáridos como el nuestro.
En esta línea, la Federación critica duramente que los planes hidrológicos de los que dependerá la gestión del agua durante las próximas décadas establezcan propuestas de caudales ecológicos muy superiores al régimen natural, después de que los Organismos de Cuenca hayan priorizado las peticiones de las organizaciones ecologistas en detrimento de las de los usuarios del agua.
Así, alerta de que la propuesta de caudales ecológicos de algunos grupos ambientalistas para volver al régimen natural de los ríos anularía la función de regulación que cumplen nuestros embalses, pudiendo llegar a vaciarlos, representando en este sentido una seria amenaza para la satisfacción de las demandas, de la que asimismo depende la producción de alimentos.
En este marco, Fenacore advierte en sus alegaciones de que si la implantación de los caudales ecológicos únicamente persigue la recuperación del régimen natural de los ríos, no podría atenderse ningún abastecimiento de población, ningún regadío, ningún salto hidroeléctrico, ninguna demanda de agua.
«En otras palabras, los españoles nos moriríamos de sed, no nos ducharíamos, no se regarían los jardines, los cultivos de regadío se secarían, se perderían millones de puestos de trabajo, el desierto avanzaría por amplias zonas de España…»
Por otra parte, Fenacore defiende que la sostenibilidad ambiental vaya acompañada de la sostenibilidad económica y social. Aboga por que los ciudadanos conozcan todas las consecuencias de cada propuesta. E insta a realizar un análisis riguroso de los efectos de cada caudal ecológico y a informar a la sociedad de todos los costes económicos que pueden conllevar este tipo de medidas.
Por último, Fenacore solicita en sus alegaciones realizar los análisis hidrológicos, económicos y jurídicos para estudiar la afección a cada una de las concesiones vigentes; ejecutar un proceso de concertación individualizado con cada concesionario perjudicado previo a la implantación de cualquier caudal ecológico; y mantener el derecho a indemnización cuando se generen perjuicios, ya que si bien los usuarios colaboran en el establecimiento de caudales ecológicos, no pueden renunciar a las garantías que ha de otorgar un Estado de Derecho moderno.
Según el presidente de Fenacore, Andrés del Campo, “parece que queremos ponernos la medalla en Bruselas de ser el Estado Miembro que más aumenta los caudales ecológicos, olvidando que España es uno de los países con más escasez de agua y con mayor calidad ambiental de la UE. El extremismo llega hasta el punto de que a muchos ríos con un régimen discontinuo de agua -por permanecer secos durante el estiaje- se les aplica un caudal ecológico continuo de agua procedente de los embalses y, por tanto, en detrimento de los regadíos”.