Ganadería extensiva: crecer en la adversidad. Por Agustín González
Agustín González. Presidente de Ovipor
El incremento de precio de las materias primas, la sequía, los cada vez más habituales -y necesarios- sacrificios de animales, el aumento de personas socias y el resultado de las distintas actividades llevadas a cabo por Ovipor a lo largo de este año nos están permitiendo mantener en números negros, e in crescendo, el negocio de nuestra base social, razón de ser de las cooperativas como la nuestra.
De enero a agosto, la facturación es un 26% mayor que en el mismo periodo de 2021, y Ovipor ya suma más de 17,9 millones de euros en los que llevamos de 2022. Destacan los incrementos de las secciones de bovino (+67%), del área de piensos y suministros (+49%), los elaborados de ibéricos (+27%) y el caprino (+16%).
Ahora bien, ese incremento de facturación no repercute en mayores beneficios, ni para los socios ni para la cooperativa. El equipo de Ovipor está haciendo un esfuerzo titánico para contener los márgenes -muy estrecho, eso sí- y seguir manteniendo el nivel de excelencia en los servicios a las personas asociadas. Si bien, en muchos casos, este intento ha sido en vano. Nuestros ganaderos y ganaderas están en una situación límite. Algunos, incluso, han abandonado la actividad y se han visto obligados a echar el cierre de sus explotaciones.
La preocupación y la incertidumbre por el futuro del sector se agudiza día a día. La conjunción de factores negativos (el incremento del precio de los inputs, el encarecimiento de la electricidad y un gasóleo por las nubes) provocará una bajada importante de los censos de todas las especies ganaderas extensivas. Este descenso se traducirá en un futuro inmediato un aumento de los precios de la alimentación, nos abocará a depender de terceros países, nos empujará a abandonar las explotaciones y, como consecuencia, se perderá población en el mundo rural, lo que conlleva un deterioro irremediable del medio ambiente.
En algunas actividades como la producción de leche (especialmente la de cabra y oveja), esta crisis no sólo se llevará por delante al sector productor, también desencadenará una crisis industrial: bajará la producción, sobrará mano de obra y habrá exceso de capacidad productiva, factores que harán mucho más costosas las amortizaciones de la industria.
¿Se podría evitar este mensaje tan catastrofista? Sin duda. Lo evitaríamos si nuestros responsables políticos (autonómicos, nacionales y europeos) tomaran conciencia de los beneficios económicos, demográficos y medioambientales de actividades como la ganadería extensiva. Me refiero a medidas pragmáticas y sensatas como la articulación de ayudas directas y asociadas a los censos de los productores, que permitan rentabilidad de las explotaciones. Ayudas que, por cierto, no están contempladas en la nueva reforma de la PAC.
Y aquí abro un paréntesis. El hecho de que Madrid y Bruselas se olviden de la ganadería extensiva en el nuevo marco normativo es totalmente contradictorio a las declaraciones tan bonitas sobre una PAC verde, ecológica, que cuide del medio ambiente y que haga posible la vida en el mundo rural. Curiosamente, nuestras ovejas, cabras y cerdos ibéricos son los principales guardianes de ese entorno verde y paradójicamente no dejan de legislar contra el sistema de producción que los acoge, contra la ganadería extensiva.
De hecho, y vuelvo a las reivindicaciones, nuestras administraciones deberían dedicar parte del presupuesto del programa contraincendios a nuestro sector, la ganadería extensiva, pues son nuestros animales los bomberos que trabajan todo el año para evitar que las llamas arrasen cientos de miles de hectáreas, como hemos visto y vemos cada año.
Como decía, eludiremos el fin de nuestra actividad si las administraciones competentes bajaran la fiscalidad a aquellos productores que se ubican en zonas rurales más aisladas y, por tanto, marginadas. Si simplificaran, de verdad y no en palabras que se quedan en papel mojado, la burocracia aparejada el día a día de la actividad ganadera, así como las ayudas para atraer a las generaciones más jóvenes a nuestras explotaciones ganaderas. Sin facilidades, difícilmente habrá ese anhelado relevo generacional.
Pero, sin duda, una de las tareas más importantes es dejar de cuestionar la actividad ganadera y sus producciones como hemos visto en los últimos meses. La Administración no puede dejarse llevar por los grupos de presión ni debe caer en las campañas mediáticas en contra del consumo de carne, como las que han llegado a auspiciar desde el Gobierno. Movimientos impulsados por grandes lobbies y grupos animalistas–tal y como refleja el documental ‘Goodbye Cows’- que están potenciando el consumo de ultraprocesados vegetales (contra los que curiosamente va el Nutriscore) y que imitan a la carne. Estas campañas les hacen un flaco favor a las generaciones venideras.
Y, por último, sólo pido a nuestros representantes políticos que dejen de lado la demagogia con leyes que son un simple brindis al sol, como ha ocurrido con la Ley de la Cadena Alimentaria. Qué más quisiéramos los productores que tener un sistema de venta que nos garantizara obtener un precio que cubriera nuestros costes de producción, pero cuando no se cubran, ¿qué hacemos con nuestros corderos, con nuestros cerdos o con nuestra leche?
Lo que está claro es que a los ganaderos extensivos no nos faltan ganas de seguir trabajando en lo que no solo nos gusta, sino que nos apasiona. Si no fuera así, hace mucho que la mayoría hubiésemos tirado la toalla. Por ello, los días 1 y 2 de diciembre celebraremos en Cáceres (Extremadura), el III Congreso Hispano Luso de Ganadería Extensiva y Desarrollo Rural (congresoganaderia.es), donde se abordarán muchos de los temas aquí expuestos y otros que nos permitan seguir luchando.
De cualquier forma, e independientemente del estado de ánimo en el que nos encontramos, la resiliencia -palabra tan de moda entre nuestros políticos, especialmente para el presidente del Gobierno- está en el ADN de la ganadería extensiva. Con esa fortaleza que nos caracteriza seguiremos velando por un sistema productivo y medioambiental único, como es la dehesa.