23 centros de investigación de 15 países se unen para generar el primer mapa global de colores del suelo
Con el fin de analizar qué color tiene el suelo en las distintas partes del planeta, 23 centros de investigación de 15 países se han unido para generar el primer mapa global de colores del suelo.
Olimerca recoge este viernes cómo el color del suelo es un importante objeto de estudio en el campo de la Edafología porque aporta información sobre aspectos importantes como su contenido de materia orgánica, los minerales que lo componen o el grado de erosión que sufre. Así, en función del color que presente el terreno es posible estimar cualidades como su capacidad para fijar carbono, su capacidad de drenaje o la disponibilidad de nutrientes, ligada a su fertilidad y por tanto fundamental para la actividad agrícola.
En este ambicioso proyecto, liderado por la Universidad de Sao Paulo (Brasil), la Universidad de Córdoba ha participado con datos de suelo de distintas partes de la península ibérica, que se suman a los aportados por Brasil, Rusia, Egipto, China, Francia, Reino Unido, Alemania, República Checa, Florida, Grecia, Australia, India, Israel y Francia.
El catedrático Vidal Barrón, del grupo de Edafología de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía (DAUCO), destaca el carácter “colaborativo” de este proyecto en el que han participado “decenas de investigadores de todo el mundo” para mostrar “el color de la tierra de la Tierra”.
Más de 8.000 muestras de suelo
El trabajo combina datos de reflectancia difusa medidas ‘in situ’ de más de 8.000 muestras de suelo con imágenes de la superficie de la tierra tomadas por el satélite Landsat a lo largo de los últimos 35 años. El resultado es un mapa que arroja datos sobre el 38,5% de la superficie terrestre, del cual el 82,2% corresponde a terrenos agrícolas.
No se trata, explica Barrón, de observar la tierra “como la vemos en Google Earth”, sino de “conocer el color de la tierra al desnudo, despojada de los efectos de la vegetación y otros elementos atmosféricos”. La disponibilidad de estos datos permite monitorizar las condiciones del suelo, atendiendo a posibles cambios que puedan alertar sobre su degradación u otros riesgos ambientales, orientando así decisiones sobre la gestión de la tierra.
Como recoge Olimerca, «para el sector agrícola es fundamental además conocer las propiedades y componentes del suelo para afinar en su tratamiento, por ejemplo, a la hora de fertilizar terrenos o de decantarse por unos u otros cultivos», explica Barrón.