Paolo de Castro: “No podemos pedir a la PAC que también sea una política medioambiental”
Entrevista a Paolo De Castro, ex presidente de la COMAGRI en el Parlamento Europeo y eurodiputado.
Paolo De Castro, ex ministro de Agricultura de Italia, ex presidente de la COMAGRI en el Parlamento Europeo y ahora eurodiputado, viajó en el pasado mes de septiembre a Madrid para presentar su libro “Comida. El desafío global”. AgroNegocios le pudo entrevistar para conocer su opinión sobre distintos temas de actualidad del sector agroalimentario.
-¿Es necesario dar un paso más para luchar contra las prácticas comerciales desleales de la cadena alimentaria? ¿Hay que legislar ya un marco común a nivel de la UE al respecto?
En primer lugar hay que ver dónde estamos desde el punto de vista legislativo. Tenemos en marcha una iniciativa del Parlamento Europeo porque existe interés en varios grupos políticos de llevar a la Comisión Europea a poner encima de la mesa una propuesta legislativa para este tema. Los temas principales son dos: el primero es el de la armonización de las normas a nivel europeo. No es posible tener 28 Estados miembros con reglas completamente distintas. Se va de un sistema hiper-reglamentado francés a uno totalmente liberal del Norte de Europa. De ahí la necesidad de una armonización, porque hay distorsiones de competencia dentro del mercado común derivadas de legislaciones distintas. El ejemplo más claro es una empresa española que hace un contrato con Carrefour en Madrid, que es totalmente distinto al de una empresa francesa que hace un contrato con Carrefour en París. Es la misma cadena, pero las condiciones cambian radicalmente.
El segundo problema es muy importante y no hay una postura común, el debate está abierto. Se trata del papel que juega la Marca de Distribución (MDD). Tenemos elementos que indican que, si bien en un primer momento ésta es algo positivo para el consumidor, ya que baja los precios de los productos, a largo plazo su presencia tiende a sustituir a la empresa alimentaria, generando así formas de concentración muy grandes. En algunos países del norte de Europa la cuota de mercado de la MDD alcanza el 70/80% en ciertos sectores, lo que se traduce en una situación de monopolio.
Algunos eurodiputados queremos investigar a fondo este tema y, quizás, pedir que los encargados de vigilar el Derecho de la Competencia dentro de la UE lleven a cabo una investigación más en profundidad en todos los Estado miembros, ya que creemos, sin estar en contra de las MDD, que ha llegado el momento de reglamentar el papel de éstas en el sector alimentario.
El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, dijo recientemente que cuando un litro de agua cuesta más que un litro de leche es que algo no funciona en el mercado comunitario, y añadió que se necesita romper con algunos oligopolios de la distribución. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Que tiene razón. El problema es que infravaloramos el problema de la crisis del sector lácteo cuando el precio de la leche empezó a bajar. Hace meses presionamos al comisario Hogan para que interviniera con una segunda tanda de medidas específicas para el sector, dado que las primeras las promulgó el comisario anterior, Dacian Ciolos, pero no funcionaron muy bien. No obstante, Hogan no vio necesario intervenir a nivel legislativo, de hecho siguió negando la crisis.
Así llegamos a la situación de hoy y a la gran manifestación de agricultores del 7 de septiembre en Bruselas. La Comisión Europea puso 500 millones de euros en ayudas para el sector, medida tardía, eso sí, y sin ningún elemento estructural.
El Parlamento Europeo aprobó en julio el segundo informe Nicholson sobre el sector lácteo en el que propusimos instrumentos de gestión de la volatilidad, de gestión del riesgo, y ahora ha llegado el momento de debatir para introducir en la estructura de la política agrícola nuevas formas, y subrayo lo de “nuevas”, de intervención y de gestión de los precios, porque está claro que hay un aumento de la volatilidad con respecto al pasado, con períodos cada vez más largos en que los precios son muy bajos.
¿Qué le parece la Ley española de la Cadena Alimentaria y su funcionamiento mixto, mediante la autorregulación y el establecimiento de un régimen legislativo sancionador? ¿Cree que podría tener en parte traslación a la legislación comunitaria?
Claro que sí. Todas las ideas que se hayan experimentado en los Estados miembros son bienvenidas, y por supuesto esta novedad española. El problema es que la Comisión Europea tiene que hacer su análisis y poner encima de la mesa unas propuestas. Aquí no se trata de hacer revoluciones, sino de entender que una política agrícola basada solo en ayudas directas, sin ninguna referencia al mercado, no garantiza la renta de los agricultores.
Desde este punto de vista, hicieron mucho más los norteamericanos en su última Farm Bill, en la que recortaron con gran valentía las ayudas directas, casi las eliminaron, pero sin embargo crearon un mecanismo anticíclico que permite intervenir cuando las condiciones de mercado son muy negativas y graves. Por ello, yo creo que ha llegado el momento de debatir en la UE, y tengo la esperanza que la revisión intermedia de la PAC sea la ocasión para retomar este debate.
¿Cree que podrá alcanzarse el Acuerdo Transatlántico entre Estados Unidos y la UE antes de que el presidente actual, Barak Obama, abandone la presidencia en enero de 2017?
Hay que precisar que este acuerdo es de enorme interés, sobre todo para los países del Sur de Europa, porque no debemos obviar la estructura de nuestras exportaciones a Estados Unidos. ¿Qué exporta Europa? Vino, aceite de oliva, quesos de pasta dura, conservas, pasta alimenticia, frutas y hortalizas… todos productos mediterráneos.
Exportamos por valor de 15/16 mil millones de euros al año e importamos de Estados Unidos 9 mil millones, por lo tanto tenemos un saldo activo de 6 mil millones. De ahí la primera consideración: el acuerdo es extremadamente interesante para nosotros, aunque está claro que los países de Europa del Norte, que no producen productos finales de alto valor añadido como los países mediterráneos, tienen sus preocupaciones más cerca de la competencia sobre las commodities.
Segunda consideración: el Parlamento ha hecho todo lo que tenía que hacer, ya que votamos favorablemente sobre las negociaciones en el pasado mes de julio y preparamos un informe, liderado por el eurodiputado alemán Bernd Lange, en donde se fijan los límites que nosotros, como institución, entendemos que no se deberían rebasar en este acuerdo con Estados Unidos. Así que estaremos pendientes.
¿Sigue pensando que hay que hacer una revisión intermedia de la PAC y que ésta tiene que ser bastante profunda?
Bueno, lo veremos en el informe que haremos sobre el greening, ya que el único cambio importante de esta PAC es este tema que, según muchos, sólo sirvió para complicar la vida a los agricultores y a los Estados miembros, pero sin conseguir dar esas respuestas medioambientales que buscábamos.
Todos estamos a favor de una PAC más verde, pero tiene que merecer la pena. Los mayores costes, la mayor burocracia, la mayor complicación que introdujimos, ¿justifican la ventaja medioambiental? Desde nuestro punto de vista, no.
En 2017 esperamos que el comisario Hogan, en base a los debates que tendremos a lo largo de 2016, ponga encima de la mesa una verdadera mid term review, tal y como hizo Franz Fischler en 2000.
Ya se está reflexionando también sobre la nueva PAC del próximo período 2020-2027 y dicen que va a tener menos dinero que ahora y que se va a concentrar en aspectos de clima, cambio climático, etc.
Espero que los debates que tendremos sirvan para rectificar, desde el punto de vista de Europa del Sur, un error histórico, es decir el de pedir a la PAC que también sea una política medioambiental. La política medioambiental es muy importante, nadie dice que no sea necesario intervenir para parar el cambio climático, la desertificación, la gestión del agua… pero es un error pedir a la PAC tantas cosas a la vez: primero, que refuerce las empresas, las haga más fuertes, más competitivas, más preparadas para ganar el desafío del mercado, pero que también sea una política medioambiental y social. Es imposible que una sola política responda a tres temas tan diferentes.
El desafío global
Desde el Parlamento Europeo se ha ocupado de la gestión y coordinación de todos los aspectos relacionados con la Expo de Milán 2015. ¿Cree que su principal objetivo de despertar conciencias, educar y estimular el debate sobre la producción de alimentos, la sostenibilidad y la innovación se han cumplido?
Espero que sí. Sin duda tiene el mérito de que durante seis meses hemos atraído la atención del mundo entero hacia la agricultura, la seguridad alimentaria y la nutrición, por lo que la Expo ha servido para aumentar el nivel de conciencia en estos temas.
La gente ha empezado a entender que los alimentos han dejado de ser un problema del agricultor y que son un problema de la humanidad, porque esta tiene una velocidad de consumo que no es proporcional a la de producción. De ahí viene la gran reflexión: los recursos naturales son escasos y la sostenibilidad no es sólo un tema ecológico, sino económico, porque es imposible, con la tecnología actual, producir alimentos para 9 mil millones de personas con una dieta alimentaria parecida a la nuestra.
Tenemos que cambiar la tecnología, la innovación y la manera de gestionar los recursos naturales, que han de ser de manera sostenible. Esto significa que tengo que producir más pero manteniendo la fertilidad de la tierra a un alto nivel.
En resumen, la Expo creo que tiene el mérito de haber aumentado la conciencia de que este en un problema muy grave. El gran desafío de la humanidad, el desafío global.