Las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por las que se rige el comercio de productos agropecuarios, no responden a los retos actuales de los mercados mundiales de alimentos y deben actualizarse, afirmó la directora general de esta institución multilateral, Ngozi Okonjo-Iweala, a los participantes en un encuentro sobre Comercio y Agricultura, celebrado en la sede de Ginebra el pasado 24 de octubre.
En su discurso de apertura, la directora general señaló que, a pesar de algunos avances positivos, «con demasiada frecuencia, los mercados mundiales de la agricultura y de la alimentación siguen funcionando mal».
En su discurso de apertura, la directora general señaló que, a pesar de algunos avances positivos, «con demasiada frecuencia, los mercados mundiales de la agricultura y de la alimentación siguen funcionando mal».
«Cada vez está más claro que las normas de la OMC no han seguido el ritmo de los retos a los que nos enfrentamos hoy en día, ni de la evolución de los mercados mundiales«, declaró Ngozi Okonjo-Iweala.
Al respecto, indicó que “los miembros de la OMC tendrán que actualizar el libro de normas de la OMC si queremos responder eficazmente a los problemas de los mercados mundiales, y garantizar que las reglas de la OMC nos ayuden a abordar los retos a los que nos enfrentamos, tanto hoy como mañana».
El evento se organizó en respuesta a un llamamiento para que los miembros consideren un nuevo enfoque de las negociaciones agrícolas de la OMC, con el fin de superar las arraigadas diferencias que han obstaculizado el progreso de las conversaciones.
Este encuentro incluyó dos sesiones plenarias abiertas a todos los miembros de la OMC, en las que destacados expertos en comercio agrícola y seguridad alimentaria abordaron los diversos retos a los que se enfrenta el sector agrícola y las posibles respuestas políticas.
Los miembros también se dividieron en cinco sesiones de trabajo para intercambiar puntos de vista y y dar pie a una “tormenta de ideas” sobre dos cuestiones: por un lado, cómo debería enfocar la OMC la agricultura y cuáles deberían ser las consideraciones clave de cara al futuro y, por otro, cómo pueden revitalizarse las negociaciones agrícolas de la OMC para lograr posibles resultados en la próxima Conferencia Ministerial.
La directora general se congratuló después del «espíritu extremadamente constructivo» que reinó tanto en la sesión plenaria, como en los grupos de trabajo, y afirmó que se había logrado el objetivo de «sacar a todo el mundo de su zona de confort».
«Si pudiéramos embotellar el espíritu que hemos tenido aquí y llevárnoslo con nosotros, sería muy bueno», dijo a los miembros. «Si somos capaces de hacerlo, entonces realmente tengo la esperanza de que lleguemos a algún sitio con la agricultura».
Los miembros de la OMC llevan más de dos décadas negociando el comercio agrícola. Las conversaciones se iniciaron a principios del año 2000 en el marco del mandato original del Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC.
Por su parte, el director general adjunto de esta institución, Jean-Marie Paugam, señaló que, a excepción de la Decisión Ministerial de Nairobi de 2015 sobre la eliminación de las subvenciones a la exportación, «se han alcanzado muy pocos resultados» en las negociaciones hasta la fecha.
«Esperamos que este encuentro genere ideas que nos permitan romper el estancamiento de las negociaciones, una vez que se reanuden en serio», añadió.
En su discurso de apertura, la directora general de la OMC subrayó la importancia del comercio agrícola para alcanzar muchos objetivos comunes, desde acabar con el hambre hasta apoyar la agricultura sostenible.
Señaló también que “el mundo ha cambiado enormemente en el último cuarto de siglo, y que el cambio climático y el rápido crecimiento de la población han contribuido a la preocupación por la seguridad alimentaria. Junto a estos retos, están surgiendo nuevas oportunidades, como la digitalización de la alimentación y la agricultura.”
El Acuerdo sobre la Agricultura, que entró en vigor en 1995, representó un importante paso adelante en los esfuerzos de los miembros para trabajar hacia un sistema de comercio agrícola justo y orientado al mercado.
La posterior Decisión Ministerial de Nairobi sobre la eliminación de las subvenciones a la exportación se tradujo en un fuerte descenso de las mismas, que pasaron de casi 7.000 millones de dólares en 1999 a menos de 12 millones en 2020.
Sin embargo, “las distorsiones comerciales y los altos niveles de protección siguen siendo un problema importante”, señaló, añadiendo que “la persistente falta de inversión en investigación, infraestructura y otros bienes públicos ha llevado a una productividad agrícola baja y estancada en muchas regiones.”
Además, el apoyo total al sector agrícola ha crecido significativamente, alcanzando 817.000 millones de dólares en 2019-21, de los cuales solo 207.000 millones de dólares tomaron la forma de gasto presupuestario en servicios generales o pagos a los consumidores.
Las restricciones a la exportación de alimentos también siguen exacerbando el efecto de las subidas de precios en los consumidores pobres de los países importadores de estos productos.
En las negociaciones sobre el comercio agrícola siguen pendientes cuestiones como la constitución de existencias públicas con fines de seguridad alimentaria, el acceso al mercado, el algodón, la propuesta de un mecanismo de salvaguardia especial y la mejora de la transparencia.
«Tenemos que aprovechar la experiencia de nuestros especialistas y hacer una “tormenta de ideas” sobre lo que sus conocimientos y percepciones podrían significar para el diseño de las futuras normas de la OMC», declaró.
«La OMC tiene que poner de su parte para impulsar el progreso hacia los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU), en particular el ODS de poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible. La OMC debe tener en cuenta a las personas en sus acuerdos y negociaciones.»
Los oradores invitados a la sesión plenaria de la mañana subrayaron la urgente necesidad de abordar un sistema alimentario sometido a una creciente presión por la inseguridad hídrica y la sequía inducidas por el clima, la degradación del medio ambiente, la guerra en Ucrania y los efectos persistentes de la pandemia COVID-19. Los ponentes también destacaron la inseguridad alimentaria en África y sus repercusiones mundiales.
Así, Máximo Torero, economista Jefe y subdirector general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ofreció una visión general de la situación actual en materia de seguridad alimentaria, destacando que “la subnutrición crónica en los últimos dos años ha aumentado en 150 millones de personas, mientras que alrededor de 2.300 millones de personas en el mundo carecen de acceso a una alimentación adecuada y la comunidad internacional está lejos de alcanzar los objetivos globales de nutrición.”
«Las cifras no son buenas, y esto es algo que está ocurriendo en todo el mundo«, afirmó Torero, añadiendo que “el comercio bajo un sistema multilateral universal, abierto y no discriminatorio nunca ha sido más crucial para garantizar la seguridad alimentaria y el desarrollo, así como para promover la sostenibilidad medioambiental.”
Por su parte, Trudi Hartzenberg, directora ejecutiva del Centro de Derecho Comercial para el África Meridional (TRALAC), dijo que “África se enfrenta a una vulnerabilidad fundamental del sistema alimentario que tiene muchas dimensiones. Hay una creciente preocupación no sólo por las dimensiones inmediatas de la crisis, sino por la tendencia al deterioro de la seguridad alimentaria, al menos en la última década».
“Necesitamos un esfuerzo concertado, nuevos enfoques, enfoques innovadores para abordar la inseguridad alimentaria en África en el contexto de nuestra propia agenda comercial, tanto como necesitamos nuevos enfoques, nuevas ideas, nuevas soluciones a nivel multilateral», señaló Hartzenberg.
Asimismo, Johan Rockström, director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, recalcó que “el creciente llamamiento científico a una transformación del actual sistema de producción de alimentos, que no sólo tenga en cuenta la resistencia y la sostenibilidad de la salud, sino también la estabilidad del comercio mundial.”
«Esto es urgente«, declaró Rockström. «Se requiere mucha atención, sobre todo de una OMC que pueda aglutinar la resiliencia global del sistema alimentario en el mundo para el futuro».
Al analizar los riesgos asociados a la escasez de agua y su impacto actual y futuro en la seguridad alimentaria, el profesor Quentin Grafton, de la Universidad Nacional de Australia, destacó que “las importaciones netas de alimentos aumentarán en las próximas décadas como consecuencia de las mayores situaciones de estrés hídrico, que no van a desaparecer«. De hecho, subrayó, “la escasez de agua empeorará con el cambio climático y el aumento de la población.
«A menos que hagamos algo diferente, a menos que nos alejemos de lo habitual, no sólo en términos de emisiones de CO2, metano y gases de efecto invernadero, sino también en términos de las actuales trayectorias agrícolas y extracciones de agua, vamos a estar en serios problemas», dijo el profesor Grafton. «Y los que más van a sufrir son los pobres y vulnerables, sobre todo en los países pobres y en los grandes importadores de alimentos».
En la sesión plenaria de la tarde, los oradores analizaron la forma de abordar la inseguridad alimentaria y reforzar la resistencia del sistema alimentario africano, el panorama actual de las ayudas a la agricultura y la reforma de las normas del comercio agrícola de la OMC a la luz de los retos actuales.
Así, David Laborde, investigador principal del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, dijo que “la seguridad alimentaria tiene que ver con las desigualdades y que abrir los mercados, sin pensar en la transferencia de tecnología, no resolverá los problemas de sostenibilidad a los que se enfrentan los miembros de la OMC.”
También instó a los miembros a tener en cuenta los retos específicos a los que se enfrentan las pequeñas economías, que probablemente empeorarán en el futuro, y a considerar “no sólo las respuestas a los problemas actuales del comercio agrícola, sino también los que puedan tener que abordarse en las próximas décadas.”
Por su parte, la Doctora Simplice Nouala Fonkou, de la Comisión de la Unión Africana, informó a los miembros sobre el Programa General de Desarrollo Agrícola de África (CAADP), una iniciativa que pretende ayudar a los países africanos a eliminar el hambre y reducir la pobreza aumentando el crecimiento económico mediante un desarrollo impulsado por la agricultura.
“Teniendo en cuenta las limitaciones de los recursos naturales, el cambio climático y otras perturbaciones, acelerar la aplicación del CAADP es fundamental para reforzar la resistencia de los sistemas alimentarios africanos y la seguridad alimentaria en el continente”, dijo Simplice Nouala.
Por su parte, Marion Jansen, directora de Comercio y Agricultura de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), compartió algunas conclusiones del informe anual de seguimiento y evaluación de la política agrícola de la OCDE, publicado en junio de 2022.
«El informe tiene información sobre 54 países de la OCDE y la UE, además de 11 economías emergentes«, señaló. “Contiene información cualitativa sobre los cambios de política en esos países, pero también información cuantitativa que muestra cómo se proporciona el apoyo agrícola a los productores individuales – a menudo en formas que distorsionan los mercados y el comercio.»
También Vangelis Vitalis, subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio de Nueva Zelanda y ex presidente de las negociaciones agrícolas de la OMC, afirmó que “es urgente que los miembros se reúnan y afronten los retos que se les plantean.”
«Tenemos una guerra que está afectando al comercio agrícola», dijo. «Tenemos el COVID. Tenemos el riesgo de la seguridad alimentaria y la hambruna. Y, por supuesto, tenemos una crisis climática. Está claro que, al mirar al mundo ahora, las normas se están fragmentando y son menos ejecutables de lo que era. Podemos encontrar un terreno común y, colegas, es urgente que lo hagamos».