La Comunidad Valenciana bate su récord histórico de tierras abandonadas
En 2023, la Comunidad Valenciana sumó 2.290 hectáreas de cultivo abandonadas, batiendo su récord histórico de 173.676 hectáreas de tierras agrícolas sin cultivar.
Así lo refleja un estudio de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), elaborado a partir de la encuesta Esyrce del Ministerio de Agricultura. Según este informe, de cada 5 hectáreas disponibles para realizar un cultivo agrícola o un pasto hay 1 hectárea que ya está abandonada.
La valenciana sigue siendo la comunidad autónoma con mayor superficie abandonada de toda España, seguida por Castilla-La Mancha (157.621 Ha), Andalucía (127.492 Ha), Castilla y León (118.428 Ha) y Aragón (114.991 Ha). Mientras la agricultura valenciana perdió superficie agraria, el conjunto de España recuperó 5.365 hectáreas de cultivo en 2023 y se quedó en 1.037.874 hectáreas baldías.
Además de la Comunidad Valenciana, las regiones que experimentaron incrementos significativos de superficie abandonada fueron Extremadura (+19%) y Aragón (+2,3%), frente a los descensos sobre todo en Castilla y León (-4%), Murcia (-2,3%) y Cataluña (-2%).
Los principales cultivos valencianos sufrieron importantes retrocesos en sus superficies. Los cítricos (naranjas, mandarinas y limones principalmente) perdieron 1.633 hectáreas, el viñedo 921 Ha, el almendro 592 Ha y las frutas de hueso (melocotones, nectarinas, albaricoques, ciruelos, nísperos y cerezas) descendieron 635 Ha.
Por el contrario, remontaron las tierras en el olivar (778 Ha recuperadas), el algarrobo (337 Ha) y las hortalizas y flores (577 Ha). El caqui frenó su elevado ritmo de abandono de campos con 51 hectáreas menos en 2023. Finalmente, alternativas de cultivo como el aguacate y el kiwi crecieron un 30% en el último año: 848 hectáreas más de aguacate y 142 hectáreas más de kiwi.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, ha asegurado que “la mancha marrón de los campos abandonados continuará multiplicándose mientras haya crisis de rentabilidad y los jóvenes no vean en el campo una actividad atractiva, viable y homologable a cualquier otro ámbito económico. Somos cada vez más el farolillo rojo de España y probablemente de Europa. Nuestros políticos deben pasar de las palabras a los hechos y poner en marcha una hoja de ruta consensuada que permita garantizar una sostenibilidad económica de las explotaciones agrarias, reactivar el relevo generacional y recuperar campos abandonados”.