José Manuel de las Heras. Coordinador Estatal de Unión de Uniones.
Las aceitunas, ¿nueva salida de tono en las relaciones internacionales?
José Manuel de las Heras. Coordinador Estatal de Unión de Uniones.
Cada vez que Trump habla, sube el pan. No es un decir. La última ha sido con la primera ministra del Reino Unido, la penúltima llamar Pocahontas a la senadora demócrata Elizabeth Warren en un acto celebrado en honor a los Navajo y su papel en la Segunda Guerra Mundial,- en la que se utilizó su lengua como código cifrado-.
Pues sí. Sube el pan y se paran las aceitunas. O al menos eso dijo la semana pasada. El gobierno de este señor ha puesto en duda toda la PAC y el sistema de ayudas, lo ha calificado de competencia desleal. ¿Y la Farm Bill? De eso no ha dicho nada, pero a la larga, y si se tienen en cuenta todos los números, al final, es Estados Unidos quien más apoya a sus agricultores y ganaderos.
Y nosotros, tenemos experiencia. Cuando España entró en la Unión Europea le asignaron (porque sí) un cupo de maíz y sorgo americano que debía importar, independientemente de la producción propia europea. Era un pacto. Un pacto a la americana, porque luego ha ido todo variando, hasta nuestros días, en los que el TTIP ha asomado las orejas durante un tiempo.
Y, al menos, en eso con Trump estuvimos de acuerdo. Porque el TTIP, desde luego, no parecía que beneficiase para nada a nuestros productores, y tanto esfuerzo para nada igual no hubiese sido lo más recomendable.
Pero esto no quita con que, de pronto, unilateralmente, decida que las aceitunas negras españolas lo van a tener más complicado si quieren pisar la tierra americana. Sabemos cómo empieza esto. Con aceitunas, sí. ¿Cómo acabará?
Construir un muro arancelario y que lo paguemos nosotros
Eso no lo sabemos, pero tiene toda la pinta de que el propósito de Trump sea el de que los europeos construyan otro muro no como el de México – del que tanto habló en campaña para impedir la entrada de inmigrantes- , sino un muro de aranceles y trabas burocráticas para impedir que entren productos competitivos a suelo norteamericano y, lo peor, además quiere que lo paguemos nosotros empezando por los olivareros que deben pagar el coste de la primera fila de ladrillos, así, porque sí.
Al presidente Trump alguien debería hacerle comprender que el medievo acabó hace mucho y que las relaciones comerciales tienden a ser más horizontales que verticales, entre iguales. De hecho, se le debería recordar que fue su propio país quien se ha encargado de mitificar el derecho a comerciar como bien supremo y a referenciar al tribunal inapelable de la Organización Mundial del Comercio cualquier pretendido abuso de poder o limite ilegal al comercio entre países.
Hace días, la ministra aseguraba que España y la Unión Europea están ampliamente coordinadas y que será la maquinaria del viejo continente la que se encargará de resolver el tema de los aranceles a la aceituna española que, de todas formas, en ningún caso, se aplicarían antes de la primavera o el verano 2018. Faltaría que empezase ya el mes que viene.
Bueno. Habrá que mantenerse alerta, que ya tenemos callo hecho y Estados Unidos nos la vuelve a colar, con una Europa envejecida que a veces pareciera que su único objetivo es agradar a los países que tiene alrededor; porque si me tiran de la lengua, comienzo a enumerar acuerdos y países y estamos aquí hasta mañana o pasado.
Mi pregunta es, ¿Europa en realidad hará algo? ¿Vamos a seguir importando maíz americano, soja, almendras, etc. ?