Los últimos movimientos de la Comisión Europea en materia de sanidad vegetal son cuanto menos inexplicables. Ante la demanda unánime de los representantes del sector citrícola –productores, cooperativas y comercio privado – de aumentar los controles a las importaciones procedentes de terceros países, para evitar así la entrada en nuestras fronteras de diferentes plagas y enfermedades que serían devastadoras, la respuesta es su voluntad de relajar las condiciones de control vigentes.
Movimientos inexplicables de Bruselas en materia de sanidad vegetal
Cirilo Arnandis. Presidente del Consejo sectorial de Frutas y Hortalizas Cooperativas Agro-alimentarias de España
Mientras el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo se muestran a favor de reforzar la protección fitosanitaria en frontera, la Comisión se desmarca de esta línea de actuación, pretendiendo flexibilizar los controles de entrada para los cítricos destinados a la industria de transformación o no imponiendo el tratamiento de frío para evitar el riesgo que supone la Thaumatotibia luecotreta, por citar un par de ejemplos.
Frente a las demandas del sector de instaurar un sistema de “lista positiva” que garantice la seguridad de las importaciones, antes de permitir su entrada en nuestras fronteras, tal y como ya existe en países como Estados Unidos., China o Rusia, la Comisión Europea mantiene el sistema de “lista negativa”, que ofrece de antemano carta blanca a la entrada de las importaciones procedentes de terceros países, sin atender a los precedentes existentes de total inseguridad en materia de sanidad vegetal.
Las propuestas de Bruselas no sólo desoyen la opinión del sector citrícola, también ignoran la opinión de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, quien lleva desde 2014 advirtiendo del riesgo que supone para la citricultura europea la entrada a través de nuestras fronteras de partidas contaminadas con “Mancha Negra”, procedentes de terceros países.
Las numerosísimas intercepciones de partidas procedentes de Sudáfrica, Argentina o Uruguay no han sido suficientes para que la Comisión hay decretado el cierre efectivo de las fronteras a los cítricos procedentes de estos países.
A través del Grupo de Previsión de Mercados de Cítricos, y también de la mano de los eurodiputados europeos, el sector ha trasladado a la Comisión su opinión negativa ante la posición que ha adoptado en esta materia.
Asimismo, le exige mayores medidas de control y firmeza ante las presiones de importadores comerciales e industriales en sentido contrario. No en vano, con su actitud, la Comisión está poniendo en riesgo las 600.000 hectáreas de plantaciones citrícolas europeas, ya que no existe solución alguna más que el arranque frente a algunas de las amenazas fitosanitarias que acechan a la puerta de nuestras fronteras y de las que de momento estamos libres.
La Comisión debe elegir entre defender un sector que genera empleo y riqueza, con claras implicaciones medioambientales y de cuidado del entorno, dinámico y con vocación exportadora, o ceder ante las presiones y condenar el futuro de la citricultura europea. La pelota está en su tejado.