El cambio climático impone adaptar también las explotaciones para mantener la fortaleza del seguro agrario
El seguro agrario vive un momento disruptivo, una coyuntura asociada al cambio climático, que ha afectado de manera histórica a la siniestralidad y, por tanto, al pago de indemnizaciones. El sistema ha respondido y tiene fortaleza, pero los expertos ya plantean que hay que incorporar cambios para que su viabilidad no se vea comprometida. Del futuro de esta herramienta esencial para el agro español se habló este jueves 11 de abril en la jornada organizada por el Consejo de Ingenieros Técnicos Agrícolas, en la que se puso en valor el trabajo de los peritos, pieza fundamental para el buen desarrollo de la maquinaria y el pago de indemnizaciones.
El seguro agrario centró todas las miradas y reflexiones en la jornada organizada por el Consejo General de Colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas en el Ministerio de Agricultura, bajo el título “El papel del perito en los seguros agrarios combinados: pieza clave en la protección del sector agropecuario”.
Se le observa con lupa para detectar sus fortalezas, fisuras y las posibles curas ante la alta siniestralidad a la que esta maquinaria está haciendo frente, especialmente desde el año 2020, a causa de la imprevisibilidad climatológica.
Algunas de las cifras de mayor impacto las proporcionó Félix Novoa, director del Área Técnica del “pool” de empresas privadas del seguro agrario, Agroseguro. La sequía (496 M€ en indemnizaciones), el pedrisco (375 M€ en indemnizaciones) y las heladas (61M€ en indemnizaciones) convirtieron 2023 en el año de mayor siniestralidad de la historia del seguro agrario, con una siniestralidad total de 1.241 millones de euros.
De hecho, la sequía de 2023 es ya la más grave en los 45 años de trayectoria del seguro agrario, añadió Novoa, lo que ha llevado a que la ratio de siniestralidad se haya situado en el último ejercicio en un 169%.
La consecuencia más inmediata es que la reserva del Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) disminuyó en más de un 50% en solo tres años, situándose actualmente en 353 millones de euros. La diferencia entre las primas pagadas y las indemnizaciones percibidas fue de 712 millones de euros.
Pese a la difícil coyuntura, en la Jornada se insistió en que el seguro agrario es una herramienta imprescindible que continúa siendo solvente, algo que propicia que la confianza de los asegurados, así como la contratación, sigan creciendo ejercicio tras ejercicio. En lo que sí coincidieron todos los ponentes es en que las reglas del juego han cambiado y es necesario adaptarse a ellas.
Pérez Cimas: “es necesario que el seguro agrario se adapte a la nueva realidad agroclimática”
Según Miguel Pérez Cimas, director de la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (ENESA), “es necesario que el seguro agrario se adapte a la nueva realidad bajo una doble exigencia, por una parte, que haya garantías de la viabilidad futura del sistema y que siga siendo una herramienta útil para el sector”.
Además, Pérez Cimas introdujo otro factor, como es la necesidad de que la adaptación del seguro agrario se complemente con la adaptación en las propias explotaciones aseguradas, a nivel técnico, de cultivos y de variedades, entre otros aspectos.
“El riesgo que transfiere el asegurado a cambio de la prima que paga no es infinito, y las explotaciones con riesgo creciente tendrán que tomar medidas para que el riesgo transferido a las aseguradoras sea asumible”, reiteró el responsable de ENESA.
Los peritos agrícolas son indispensables “a pie de campo” para la maquinaria aseguradora funcione
En todo este maremágnum de estadísticas existen unas figuras que verifican con objetividad los daños en los cultivos, como son los peritos agrícolas, sin los cuales, como recordaron todos los ponentes, sería imposible que la maquinaria aseguradora complete su labor. Una labor que se revela no solo económica, sino también social, porque el seguro complementa la renta del agricultor cuando hay un siniestro.
Para dar voz a estos profesionales en la jornada se contó con José Antonio Gómez, coordinador de peritaciones de Agroseguro y director territorial de Castilla; y con Alberto Conde, ingeniero técnico agrícola, especializado en el peritaje y tasación de seguros agrarios.
Ambos desgranaron las fases de trabajo de los peritos a pie de campo que, según comentaron, incluye también empatizar con el agricultor que acaba de sufrir un siniestro, y todo ello de manera independiente y ágil.
De hecho, según datos de Agroseguro, solo en 2023, el conjunto de los peritos del seguro agrario auditó de media al día entre 40 y 50.000 hectáreas, un gran volumen que posibilitó que la recepción de las indemnizaciones haya sido de 27 días de media.
Sobre la labor de los peritos se habló ampliamente en la mesa redonda, participada por todos los ponentes y por Carlos Gutiérrez, presidente del Consejo de Ingenieros Agrícolas.
En general, se ha lamentó que en la Universidad no se aporte la formación necesaria en peritaje, algo que tienen que completar los Colegios Profesionales con cursos específicos. En este sentido, Félix Novoa anunció que van a impulsar la creación de un máster específico de seguros agrarios.
En la jornada también se destacó la necesidad de que los profesionales del peritaje estén colegiados, algo que viene marcado por ley, y que incide en la seguridad que se aporta al asegurado y al propio sistema asegurador.
Además, se recordó que los únicos profesionales que pueden ser peritos tasadores de seguros agrarios son Ingeneros Técnicos Agrícolas, Ingenieros Agrónomos y Graduados en Ingeniería Agronómica.
La jornada, inaugurada por el subsecretario de Agricultura, Pesca y Alimentación del MAPA, Ernesto Abati García-Manso, fue clausurada por el presidente del Consejo General de Colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas, Carlos Gutiérrez.