Discurso íntegro del comisario de Agricultura y Desarrollo Rural, Phil Hogan, en el Foro Nueva Economía (Madrid, 11 de junio).
Hogan: «Espero que España esté a la vanguardia de la revolución agroalimentaria y agrotécnica»
Espero poder ofrecerles hoy una serie de perspectivas sobre el actual clima político y económico, y destacar el trabajo que se está haciendo a nivel europeo para estimular el empleo, el crecimiento y la prosperidad en los veintiocho Estados miembros de la Unión Europea.
Aunque ahora me presento ante ustedes como Comisario de la Unión Europea, mi país natal es Irlanda, y, antes de ser nombrado para este cargo, serví como Ministro en el actual Gobierno irlandés, que está supervisando la recuperación económica del país. Creo por ello en la comprensión mutua cuando llegue el momento de evaluar hasta dónde ha llegado Europa en el viaje conjunto hacia la recuperación económica y los problemas que aún siguen pendientes.
En concreto, espero ofrecer una serie de aclaraciones útiles sobre el trabajo que se está haciendo en la Comisión Europea, que creo serán de su interés, incluida mi propia cartera de Agricultura y Desarrollo Rural.
La nueva Comisión, encabezada por Jean-Claude Juncker, acaba de cumplir sus primeros seis meses, en los que ha centrado especialmente su atención en ofrecer un «valor añadido» europeo y dinámico para hacer frente a nuestros principales problemas económicos comunes. Ello supone fomentar y estabilizar el crecimiento y acelerar la creación de empleo, asunto de vital importancia en todo el continente.
Aunque sin duda estas frases les resultarán familiares, no es menos cierto que la Comisión está haciendo frente a estos problemas con una claridad y una unidad de objetivos sin precedentes.
Entre las prioridades básicas cabe citar las siguientes:
-Un mercado único digital ambicioso destinado a crear las condiciones necesarias para lograr una economía digital dinámica.
-Los primeros pasos hacia una Unión Europea de la Energía que garantice la seguridad del suministro energético y una mayor integración de los mercados nacionales de la energía.
-Un enfoque más equitativo de la fiscalidad, incluido un plan de actuación sobre medidas para luchar contra la evasión y el fraude fiscales.
-Una Agenda Europea de Migración que desarrolle un nuevo enfoque para la migración legal, que haga de la Unión Europea un destino atractivo para el talento y las competencias.
-Una Unión Económica y Monetaria más profunda que prosiga los esfuerzos por promover la estabilidad económica y atraer a los inversores a Europa.
Las propuestas anunciadas en el programa de trabajo de la Comisión se han elegido porque pueden suponer una diferencia inmediata en materia de empleo, crecimiento e inversión y generar beneficios concretos para los ciudadanos en 2015.
Para alcanzar estos objetivos, el programa de trabajo de la Comisión se centra en un número limitado de iniciativas nuevas y concretas, que representan conjuntamente un Plan de Inversiones para Europa. Lo que se persigue es apoyar las inversiones en infraestructuras (es decir, banda ancha, redes de energía y transporte), así como también en educación, investigación e innovación, energía renovable, eficiencia energética y asistencia sanitaria.
Los Estados miembros, incluido el suyo, reconocen el enorme potencial de este plan. La Comisión ha acogido con satisfacción la decisión española de aportar 1.500 millones de euros a proyectos que reciben financiación del Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE), el elemento clave del Plan de Inversiones para Europa. Hay que señalar que el FEIE financiará principalmente infraestructuras, aunque también proporcionará fondos a las PYME innovadoras.
Asimismo, el Acuerdo alcanzado en enero de este año en favor de una Iniciativa PYME española nos infunde un gran aliento.
La Iniciativa PYME aporta un enfoque innovador para la ejecución de los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos, combinándolos con fondos del programa Horizonte 2020 de la Unión y con recursos del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Esta sinergia permite al Fondo Europeo de Inversiones (FEI) ofrecer distribución de riesgos y reducciones de capital a los intermediarios financieros, lo que redundará considerablemente en beneficio de las PYME. España ha contribuido con 800 millones de euros a la empresa, que, en total, generará más de 3.000 millones de euros de financiación para las PYME.
¿Y cómo funcionará? El objetivo principal de la iniciativa es proporcionar a las PYME españolas un acceso más asequible a la financiación mediante la reducción de los tipos de interés aplicados por los bancos a sus créditos. Al mismo tiempo, los bancos intermediarios reducirán el riesgo de cada préstamo destinado a las PYME y el coste correspondiente de capital, gracias a una garantía financiera emitida por el Grupo del BEI.
De este modo, aumentará el número de PYME que se beneficien de recursos europeos en condiciones ventajosas. Confiamos plenamente en que este instrumento financiero atraerá a los emprendedores españoles, por lo que actuará como catalizador para la inversión privada y la creación de empleo.
Un ejemplo es la inversión del BEI en Grifols, una sociedad mundial de atención sanitaria dedicada fundamentalmente al desarrollo de plasma de salvamento, sistemas de diagnóstico y productos de farmacia hospitalaria.
La empresa utilizará un préstamo del BEI de hasta 100 millones de euros para apoyar las inversiones en investigación y desarrollo, con el fin de obtener nuevas proteínas de plasma y mejorar así los tratamientos médicos para la enfermedad de Alzheimer y la cirugía cardiovascular, entre otras enfermedades.
Un segundo ejemplo es el proyecto de transporte y distribución de gas Redexis, que ampliará las redes de distribución de gas en España en el periodo 2015-2018.
Esta importante inversión comprende la construcción de nuevos gasoductos que permitan suministrar gas a los clientes que carecen de él y que actualmente utilizan fueloil y propano para la calefacción y la cocina. La inversión debería repercutir considerablemente a escala regional, sobre todo en las zonas rurales.
El proyecto, cuyo coste total se calcula en 325,6 millones de euros, recibirá un préstamo del BEI de hasta 160 millones de euros y se espera que, gracias a él, se crearán unos 60 nuevos puestos de trabajo permanentes y algo más de 3.000 en la fase de construcción.
De forma más general, el plan de inversión de la Comisión tiene por objeto mejorar el entorno empresarial mediante otras medidas decisivas:
-Eliminar las barreras reglamentarias y no reglamentarias significativas en todos los sectores importantes de las infraestructuras, como la energía, las telecomunicaciones, el digital y el transporte, así como las barreras en los mercados de servicios y de productos.
-Fomentar planes nacionales de inversión a largo plazo.
-Prestar asistencia técnica para ayudar al desarrollo de proyectos sólidos de inversión.
-Realizar evaluaciones de rendimiento económico con el fin de determinar las soluciones más eficientes para los proyectos estructuradores.
-Y promover instrumentos financieros innovadores para catalizar las inversiones privadas en proyectos de importancia para la Unión.
Uno de los lemas de la nueva Comisión es «ser mayor en las cosas grandes, y más pequeña en las cosas más pequeñas». Ser mayor en las cosas grandes significa muchas cosas: abordar la forma en que se percibe Europa; flexibilidad y adaptabilidad de su mano de obra, dando prioridad a la eficiencia y la innovación y permitiendo que las empresas elijan sus propias formas de conseguirlo en lugar de optar por la microgestión.
El Presidente Juncker ha descrito acertadamente las pequeñas empresas como «la columna vertebral de la economía». Es fundamental que se reconozca como se debe a las empresas que ayudan a mantener la economía y para ello necesitamos medidas que favorezcan el crecimiento y la innovación, por un lado, y que reduzcan la burocracia, por otro.
Otras iniciativas fundamentales que cabe mencionar son la evolución hacia un mercado único digital conectado, que dé lugar a una Unión Europea de la Energía, y el desarrollo de la Unión de los mercados de capitales, de especial interés para los inversores y los gestores de fondos.
Esta Comisión se propone reducir considerablemente la fragmentación de los mercados financieros, diversificar las fuentes de financiación, facilitar el flujo transfronterizo de fondos y agilizar el acceso a la financiación por parte de las empresas, incluidas las del sector agrario, sin que se limite a ellas, evidentemente.
Estas medidas incentivarán a los agentes básicos situados a ambos lados de la ecuación de inversión: los empresarios y las PYME, por un lado, y los inversores y los gestores de fondos, por otro.
Con respecto a los sectores específicos, sabemos que es necesaria la integración de un mercado paneuropeo de la tecnología y las telecomunicaciones. Es importante que las empresas de estos ámbitos crezcan con más libertad desde el punto de vista normativo y con una motivación renovada desde la perspectiva de la inversión.
Agricultura y alimentación: importancia para el empleo
Por mi parte, me comprometo firmemente a dedicar mi mandato como Comisario de Agricultura y Desarrollo Rural a contribuir al máximo a la búsqueda del crecimiento, el empleo y, en definitiva, a la prosperidad de las zonas rurales de Europa.
Ello supone concentrar mis energías y mis recursos en los ámbitos que pueden crear una verdadera diferencia y, desde ese punto de vista, los mensajes de los que deseo hacerles partícipes hoy son los siguientes:
En primer lugar, pongo un gran empeño en lograr que el sector agroalimentario represente una carrera atractiva para los europeos ambiciosos y emprendedores, en concreto para nuestros ciudadanos más jóvenes. La reforma de la PAC ofrece diversos incentivos para animar a entrar en el sector a los agricultores jóvenes y los que se inician en el mundo agrícola; al mismo tiempo, nuestro compromiso en pro de nuevos mercados debería brindar nuevas oportunidades de negocio y rentabilidad, aumentando aún más el atractivo del sector.
En segundo lugar, me propongo llevar adelante un programa de simplificación con el objetivo de que la vida y el trabajo resulten más eficientes para todos los agentes del sector agroalimentario. En este sentido, ya he presentado varias medidas concretas para simplificar el sistema de pagos directos a los agricultores, que no requieren modificar el acto de base de la UE. Más adelante este año, presentaré un nuevo paquete de medidas de simplificación.
En tercer lugar, como ustedes saben, la reciente reforma de la PAC incluye medidas para mejorar la cooperación en la cadena alimentaria. En algunos sectores, existen medidas más específicas, como los acuerdos de venta conjunta por mediación de las organizaciones de productores y los requisitos contractuales para la leche, a la vez que se cuenta también con una «excepción de crisis» para el caso de que se produzcan graves desequilibrios en el mercado.
La nueva PAC también contiene medidas que aportan valor añadido a los productos agrícolas. El programa de desarrollo rural puede financiar la integración de diversas medidas en la cadena alimentaria, mediante la transformación, las cadenas de suministro cortas, los regímenes de calidad, etcétera.
Seguiremos trabajando a nivel europeo para lograr la aplicación efectiva de estas medidas. Ahora bien, sigue siendo fundamental que todas las partes interesadas (los agentes de la cadena alimentaria y los reguladores por igual) sigan desarrollando mecanismos para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria.
En este punto desearía volver a felicitar a la Ministra García Tejerina y a su predecesor por su empeño por potenciar la cadena alimentaria en España.
Asimismo, deseo expresar mi satisfacción por todas las empresas que han suscrito el código voluntario de buenas prácticas para las relaciones contractuales relacionadas con los alimentos. A este respecto, insto a todas las demás empresas a seguir su ejemplo con el fin de mantener este gran impulso.
En cuarto lugar, deseo hacer hincapié ante el mundo empresarial en que invertir en el sector agroalimentario es una perspectiva cada vez más atractiva y claramente gratificante.
Permítanme explicarles por qué. Ante todo, el contexto mundial favorable: la demanda mundial de alimentos de alta calidad aumentará de forma constante en los próximos años, sobre todo en los mercados emergentes de Asia y África. Hasta 2030, al menos 150 millones de personas entrarán anualmente a formar parte de la clase media mundial. Este enorme crecimiento de renta disponible producirá cambios significativos en los hábitos alimentarios, con el consiguiente aumento de la demanda de alimentos de alta calidad cuyo origen puede conocerse.
Y los agentes agrícolas que actuarán con la máxima rapidez para satisfacer esta demanda son los que den prioridad a la inversión, a la innovación y a la cooperación. Creo que Europa, y España, puede y debe hacer frente a este reto.
Ámbitos como la innovación en la transformación de alimentos y la tecnología alimentaria, un mayor uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para mejorar la eficiencia, y mejores redes de cooperación entre inversores, investigadores y agricultores, potenciarán estas interesantes transformaciones.
Algunas de estas redes existen ya y me complace informales de que, junto con el Comisario Moedas, encargado de Investigación, Ciencia e Innovación, estoy trabajando para evaluar las numerosas posibilidades de colaboración entre nuestras respectivas carteras.
Con todo, queda aún mucho trabajo por hacer, en concreto para lograr que el sector de las TIC y la industria digital aprovechen estas nuevas oportunidades y colaboren con el sector agroalimentario. Gracias a una mayor participación de las TIC, por ejemplo, mediante el empleo de equipos y programas informáticos específicos, se puede lograr el aumento de la productividad y el crecimiento económico en las empresas agroalimentarias.
Tenemos que establecer otros foros que reúnan a la industria agroalimentaria y al sector de las TIC, gracias a los cuales se desvelarán oportunidades comunes, se establecerán colaboraciones clave y se crearán nuevos productos y aplicaciones que permitirán mejorar la eficiencia y lograr que el trabajo en el sector sea «más inteligente». A este respecto cabe hablar de «agricultura de precisión»: aprovechar las TIC para que los agricultores puedan hacer su trabajo de manera más inteligente y con mayor eficiencia.
La agricultura puede mejorar de muchas formas gracias al empleo de nuevos equipos y programas informáticos. Los nuevos sistemas de producción de la «agricultura inteligente» utilizarán TIC avanzadas en todas las fases de la cadena alimentaria: en la explotación, en la transformación y en la venta al por menor.
A medida que la maquinaria y los equipos se vuelvan «más inteligentes» y estén más «conectados», mejorará la eficiencia de los insumos y los productos agrícolas. Asimismo, se contará con una gran capacidad de recopilación de datos, una innovación fundamental con enorme potencial para el sector. Aumentando la presencia de sensores a lo largo de la cadena de valor, se podrán obtener grandes volúmenes de datos, con los cuales se puede mejorar la toma de decisiones en todos los puntos de la cadena alimentaria. Según algunos cálculos, utilizando datos procedentes de sensores los rendimientos podrían aumentar entre un diez y un veinte por ciento.
El núcleo de la «intensificación sostenible» será la utilización más inteligente y eficiente de todos los recursos, es decir, la mejora de la gestión de las tierras y lo que ello implica, basada en una mejor información. Es aquí donde entra en juego la importancia de los sensores y de las máquinas inteligentes.
Estamos entrando en la era de los macrodatos para lograr una agricultura de precisión y los sectores agroalimentarios europeo y español deben adoptar una postura que les permita aprovechar al máximo los cambios que se avecinan.
Ello supone que los agricultores y los minoristas utilizarán tecnología móvil para mejorar la recogida de datos y el mantenimiento de registros, dispondrán de sensores en las explotaciones para el control de los plaguicidas y la gestión del agua y los nutrientes y otras muchas aplicaciones que mejoren la eficiencia.
Asimismo, las nuevas tecnologías ayudarán en la gestión de los animales y del ADN animal. Es posible que, mediante una robótica perfeccionada, lleguemos a ver explotaciones en las que los tractores y cosechadoras de conducción automática liberen al agricultor y le permitan centrarse en otras tareas.
Debe señalarse también que el despliegue de la banda ancha de alta velocidad en toda Europa, respaldado en muchos casos por los programas de desarrollo rural, permitirá acelerar este proceso.
Así pues, la innovación y la colaboración seguirán contribuyendo a convertir la industria agroalimentaria en un valioso sector de crecimiento en los próximos años, e importante creador de empleo y renta.
Europa reconoce este hecho y ha actuado en consecuencia, invirtiendo el dinero donde corresponde para apoyar el espíritu empresarial, la innovación y la colaboración en el sector.
He estado trabajando con el Banco Europeo de Inversiones para adaptar un fondo agrícola especializado que ofrezca financiación asequible en un plazo de quince a veinte años a los agricultores que deseen mejorar y ampliar su producción. La productividad y la sostenibilidad no son posibles sin inversión. Ello es especialmente cierto en el caso de los jóvenes agricultores y de determinados sectores, como el de la leche y los productos lácteos.
De aquí a 2020, en la Unión Europea podrá disponerse de 3.600 millones de euros para crear sinergias entre la agricultura y la investigación gracias al programa Horizonte 2020. Entre los proyectos de investigación que han recibido financiación de la Unión cabe citar Liberation, que desarrolla prácticas de gestión agraria que permiten la intensificación ecológica.
Otros ejemplos de proyectos financiados por la Unión son Biocopac, que ha desarrollado revestimientos para latas metálicas fabricados a partir de pieles de tomate, o el consorcio NOSHAN, que trabaja en la transformación de los residuos alimentarios en piensos para animales.
La Asociación Europea de Innovación para la Productividad y Sostenibilidad Agrícolas, también conocida como «EIP-AGRI», es una importante iniciativa política y de creación de redes destinada a acelerar la innovación sobre el terreno.
Tanto a nivel europeo como nacional, se reconoce cada vez más en todos los ámbitos de toma de decisiones que la agricultura reviste una importancia estratégica vital y que posee una enorme rentabilidad potencial, tanto comercial como económica, que, en última instancia, se traduce en puestos de trabajo, crecimiento y prosperidad para las zonas rurales.
Yo espero que España esté a la vanguardia de esta revolución agroalimentaria y agrotécnica.
El sector agroalimentario español ya es un factor clave para el crecimiento económico. España ocupa el sexto lugar en la Unión en cuanto a exportaciones a los mercados mundiales, que en 2013 superaron los 8.600 millones de euros, más del 140% o casi una vez y media más que hace tan solo diez años. Y en el sector agroalimentario queda mucho más potencial por desarrollar mediante empresas innovadoras, espíritu empresarial inteligente y desarrollo de nuevos mercados.
Permítanme que aborde este último punto destacando el trabajo que realizo con mis colegas de la Comisión en el ámbito del comercio.
Como ustedes saben, las estadísticas son positivas: con una demanda alimentaria mundial en aumento, el sector agroalimentario es el cuarto mayor sector exportador de la Unión, el valor de cuyas exportaciones ha aumentado un 70% en los últimos cinco años, más de prisa que las exportaciones globales de la Unión. La estrategia que tenemos que emplear para aprovechar esta oportunidad ha de ser doble: debemos seguir buscando nuevos mercados, por un lado, y garantizar en todo el mundo la protección de los productos de gran valor de la Unión, por otro.
La Unión Europea tiene importantes intereses agrícolas en muchos de los acuerdos comerciales que se están negociando actualmente, en concreto con Japón y con Vietnam y en la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI). En cuanto a las negociaciones de la Unión con los Estados Unidos, adoptaré una actitud proactiva para fomentar la apertura de este importante mercado a los productos de alta calidad de la Unión y, en concreto, a nuestras indicaciones geográficas, que gozan de renombre mundial.
No por ello comprometeré la calidad de los alimentos de la Unión ni las normas de trazabilidad y soy consciente de que varios sectores podrán necesitar una consideración especial, debido en concreto a las normas más estrictas que aplicamos en Europa.
Tengo un gran interés en lograr mayor protección para las indicaciones geográficas y las denominaciones de origen al negociar acuerdos bilaterales y soy muy consciente de lo importantes que unas y otras son para el sector agroalimentario español.
Señoras y señores, me alegro de estar hoy aquí para comunicarles que el sector agroalimentario posee un potencial de crecimiento claro e innegable que solo podrá aprovecharse mediante la inversión, la investigación y la innovación y el desarrollo de nuevos mercados.
A un nivel macroeconómico más amplio, espero haber recalcado las numerosas medidas dinámicas que la Comisión Europea está tomando para proporcionar nuevas ayudas, nuevas oportunidades y nuevas esperanzas a los ciudadanos europeos.
Gracias por su atención y espero con impaciencia sus opiniones.