La Asociación de Ingenieros Agrónomos y Foro Agrario, en colaboración con el Instituto de la Ingeniería de España y con el patrocinio de Banco Sabadell, celebró este miércoles 6 de abril un seminario sobre “El impacto de la invasión de Ucrania por Rusia en el sistema agroalimentario español”, con la participación de destacados ponentes.
Entre ellos, en la primera parte de este evento, dedicada al contexto geopolítico: Análisis de la situación geopolítica y su impacto en el sistema agroalimentario europeo, participó Jaime Lamo de Espinosa, catedrático “Jean Monnet” y exministro de Agricultura, además de director de las publicaciones “Vida Rural” y “AgroNegocios”, que hizo un repaso histórico en un intento de explicar los motivos de por qué se ha llegado a la actual situación y de por qué Rusia ha desatado el conflicto.
Lamo de Espinosa destacó que la guerra en Ucrania era el suceso más grave en Europa desde la segunda guerra mundial y aseguró que nos llevará a un nuevo orden mundial, en la que la globalización es la gran perdedora, y a una política clara de bloques, en la que China y Estados Unidos serán los ejes principales, con sus respectivas zonas de influencia.
En el ámbito agroalimentario, reseñó las graves consecuencias que tiene este conflicto a nivel europeo y mundial, dado que tanto Rusia, como Ucrania son dos de los principales actores del comercio exterior de cereales y oleaginosas, así como de otras materias primas e insumos de los que la UE es excesivamente dependiente (principalmente gas natural, petróleo y fertilizantes).
Al respecto, Jaime Lamo destacó los problemas geoestratégicos de Rusia y su interés por controlar el franco Sur del Mar Negro y el mar Azov, cuyos puertos son relevantes para dar salida comercial a sus productos, e hizo referencia a los problemas de abastecimiento que pueden tener terceros países menos desarrollados del Norte y Este de África que son muy dependientes de la oferta de cereales de ambos países en conflicto, sobre todo de Ucrania.
Tanto Juan Antonio Moliner, general de División y exsubdirector General del Instituto Universitario “General Gutiérrez Mellado” de la UNED, como Samuel Juárez, vocal asesor de la Secretaría General de Agricultura y Alimentación del MAPA, incidieron en su visión institucional y explicaron los problemas tanto geoestratégicos desde el ámbito militar, como agroalimentario, que acarrea y está acarreando la invasión rusa en Ucrania.
Moliner recalcó que Rusia se había sentido minusvalorada por Occidente ante la expansión hacia el Este de la OTAN, que afectaba a su “seguridad existencial”, tras la desaparición en años pasados de la antigua Unión Soviética, y que UE no se había tomado nunca demasiado serio las advertencias de Putin, en este sentido, que explican parte la situación actual, pero que no justifican de ninguna la tragedia humana que está viviendo el país ucraniano.
Por su parte, Samuel Juárez dio un repaso al peso productivo y al comercio agroalimentaria de ambos países en conflicto con España y el resto de Europa y del mundo y la fuerte dependencia que tienen algunos países menos desarrollados de las materias primas de Rusia y Ucrania, lo que podría afectar a la seguridad alimentaria mundial, así como a la afección de este conflicto bélico sobre los elevados precios de los cereales y de oleaginosas, así como de insumos como el gas natural, el petróleo o los fertilizantes, así como en otros materiales o materias primas no alimentarias que controlan ambos países.
Repercusiones
En la segunda parte de la jornada, los principales sectores afectados por la guerra en Ucrania debatieron sobre la repercusión en sus respectivos ámbitos y en términos generales sobre el sistema agroalimentario español.
Moderado el debate por Julián Briz, catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), se intentaron presentar las debilidades y fortalezas de nuestro sistema agroalimentario ante el nuevo escenario, y sobre si estábamos ante un cambio coyuntural (mientras dure la guerra) o estructural de más largo plazo.
En este debate intervinieron Paloma Pérez, secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes (ANFFE), que hizo referencia a la fuerte dependencia de algunas materias primas necesarias para la producción, pero recalcó que no habrá problemas de suministro en España, aunque no se mostró optimista sobre la evolución de los precios de estos insumos.
Asimismo, intervino Andrés Gómez Bueno, presidente de la Asociación Europea de Almacenistas Profesionales en puerto (Unistock Europe) resaltó los enormes problemas logísticos que está causando la guerra en Ucrania ante el cierre de los puertos del Mar Negro y que agravaban la situación anterior de los fletes tras la recuperación del periodo álgido de la pandemia.
Por su parte, Jorge de Saja, director general de la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (CESFAC) insistió en las distorsiones que la guerra en Ucrania está provocando en el comercio de cereales y oleaginosas, y la fragilidad de un sistema logístico que llegó en el peor momento del año, cuando apenas había recursos almacenados. Dio por buenas las medidas coyunturales adoptadas por Bruselas para flexibilizar la producción, pese a que éstas llegan ya tarde y a que no paliarán el déficit comercial que deja Ucrania y se mostró preocupado sobre el medio plazo, sobre cómo evolucionarán las siembras en este país y si podrá o no exportar desde sus puertos, que han quedado bloqueados y arrasados por la invasión en Ucrania. También previó que, ante todas estas incertidumbres y a que, al final, en esta campaña se resuelvan los problemas de suministro, los precios de los piensos seguirán bastante firmes e incluso seguirán subiendo.
Este último punto del responsable de la patronal de piensos compuestos preocupó, como no podía ser menos, a Javier López, director de la Organización Interprofesional Agroalimentaria de la Carne de Vacuno (Provacuno), que se preguntó si ante esta situación de altos precios no sería conveniente que la UE volviese a algunos de los principios fundacionales de la Comunidad Europea, como el de garantizar la seguridad alimentaria de sus ciudadanos.
López criticó el olvido de los políticos y de la sociedad, sin ir más lejos cuando se alabaron los esfuerzos del sector agroalimentaria durante el periodo más crítico de la pandemia de Covid-19 y, luego, cuando pasó ese momento álgido, se volvió a criticar al sector productor por contaminar el Planeta, por maltratar el medio ambiente, etc., y, ahora, cuando vuelven los problemas con la guerra en Ucrania, otra vez se acuerdan de la necesidad del mismo para garantizar el suministro de alimentos, incluso rompiendo barreras ideológicas o fitosanitarias para importar cereales y oleaginosas de países terceros, que nos hacen falta.
Por último, Gabriel Trenzado, director de Relaciones Internacionales y con la UE de Cooperativas Agro-alimentarias de España incidió también en este último aspecto, pero también en los problemas que tiene el sector agrario y estas entidades asociativas para seguir adelante y mantener la rentabilidad en este periodo de incertidumbre, como es el factor humano, ante falta de mano de obra suficiente y especializada y de relevo generacional en el campo, por las dificultades para formar e impulsar la innovación, etc., y llamó a la reflexión sobre estos aspectos y sobre si la nueva orientación de la PAC es la que tiene que ser en este momentos tan convulsos.
Al respecto, salió a relucir la dicotomía entre producción y sostenibilidad y la manipulación que se está haciendo en la sociedad al respecto. Si produces no eres sostenible, cuando productividad y sostenibilidad no tienen -no son- por qué ser incompatibles, y se olvida fácilmente la aportación que está realizando este sector en la absorción de gases contaminantes a la atmósfera y el papel que ya está jugando en este sentido con los cultivos y el sector forestal, y que no se conoce o no se valora lo suficiente.
En suma, el seminario analizó con casos concretos el impacto y los efectos que está teniendo y que seguirá teniendo la guerra desencadenada por Rusia en Ucrania, de duración no previsible, en las relaciones políticas y comerciales con ambos países, y en el aprovisionamiento de materias primas alimentarias y energéticas, y que ya está llevando a un encarecimiento de los costes de producción de la cadena y, finalmente, en el coste de la vida de todos los consumidores.