Tras conocer el avance de datos de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) del pasado mes de febrero, quinto mes de la campaña 2022/23, la producción nacional de aceite de oliva podría finalmente no superar ni las 660.000 toneladas, por debajo de la última previsión realizada por el MAPA (680.000 t) en su balance de comercialización.
En febrero, un mes que tradicionalmente todavía venía con volumen, solo se produjeron 35.530 t, el más reducido desde mucho desde hace tiempo, acumulando en lo que va de campaña un total de 652.090 t, a la espera de los escasos remanentes que puedan añadirse en marzo o incluso abril.
En febrero, un mes que tradicionalmente todavía venía con volumen, solo se produjeron 35.530 t, el más reducido desde mucho desde hace tiempo, acumulando en lo que va de campaña un total de 652.090 t, a la espera de los escasos remanentes que puedan añadirse en marzo o incluso abril.
En línea con la menor producción, las salidas de aceite de oliva al mercado apenas habrían sumado unas 82.950 toneladas, añadiendo también unas 25.000 t estimadas de importaciones, en una situación que tampoco es halagüeña, con descenso en los principales países, salvo en Turquía y Grecia (que solo se recupera de su muy mala cosecha de la campaña anterior).
Serían las más bajas de al menos la última década y del siglo actual, comparables quizás, aunque por debajo, de las 99.700 t comercializadas en dicho mes de la campaña 2014/15, pero muy lejos de los 131.610 t de la campaña 2021/22 y mucho más de los 152.200 t de febrero de 2020/21, que constituyó un récord.
Del volumen total comercializado en febrero, algo más de 29.000 t de aceite de oliva corresponderían al mercado interior aparente, que acumula en estos cinco primeros meses de campaña unas 170.550 toneladas, mientras que otras 53.920 t se calcula que podrían haber ido al mercado exterior, acumulando poco más de 319.020 toneladas.
Las salidas totales de aceite de oliva en lo que llevamos de campaña estarían en torno a las 490.310 toneladas, con un media mensual de 98.060 t, ya por debajo de las 100.000 toneladas.
Con siete meses por contabilizar aún por delante, quedaban en stock a 28 de febrero apenas 738.810 toneladas, unas 21.050 t menos que en el mes anterior.
De estas existencias, unas 462.550 toneladas estaban en esa fecha en poder de las almazaras, unas 28.030 t menos que a finales de enero; otras 266.051 t en manos de las envasadoras y otros operadores, unas 6.220 t más que en el mes anterior, y apenas 10.210 t en los depósitos de la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero (FPCO), unas 300 t más que entonces.
En el hipotético caso de que salieran al mercado la media mensual de febrero, hasta el final de campaña se comercializaría aún 686.420 toneladas, con lo que los stocks a 30 de septiembre de 2023 quedarían 52.390 t de aceite de oliva nacional, a lo que habría que añadir lo que pueda importarse durante este periodo. Si se mantiene una media en lo que resta de campaña serían otras 175.000 t, con lo que las existencias al cierre de campaña podrían quedar en torno a las 220-000-230.000 toneladas, como mucho.