Con una previsión de abonar a finales de año casi 725 millones de euros en indemnizaciones a los agricultores y ganaderos, el 2017 será recordado en el campo por una altísima siniestralidad solo superada por el año 2012, en el que Agroseguro, el “pool” formado por 24 aseguradoras privadas que ofrecen Seguro Agrario al sector, tuvo entonces que desembolsar nada menos que 767 millones en indemnizaciones.
¿Por qué necesitamos un seguro agrario?
Heladas, tormentas, y ahora la pertinaz sequía que sacude al país, son fenómenos que se han replicado este año con virulencia y que nos deberían hacer reflexionar sobre si los continuaremos viendo como efectos meteorológicos pasajeros, que se repiten cíclicamente, o van más allá, adelantados a un cambio climático que hoy ya nadie cuestiona.
En estas circunstancias es cuando parece necesario poner encima de la mesa las razones por las que debemos pensar en el seguro agrario como una medida de protección frente a todas estas inclemencias. Y es que, pese a las campañas en su favor y la insistencia de las organizaciones agrarias, lo cierto es que en el sector agrario español falta “cultura aseguradora”. La implantación generalizada del seguro agrario se sigue resistiendo y nuestros agricultores y ganaderos generalmente consideran a éste solo como un apunte en las partidas de sus gastos, cuando debería ser visto como una inversión tan imprescindible como las semillas, los fertilizantes o el gasóleo.
Un sistema pionero de coberturas para el agricultor
En el año 1978 nació el Sistema Español de Seguros Agrarios. Su objetivo, según su promotor, el Ministerio de Agricultura, era establecer una cobertura técnica y financieramente viable para el sector agrario que le permitiera hacer frente a los graves daños causados en las producciones por riesgos imprevisibles, no controlables y de consecuencias catastróficas.
De este modo nació en España un sistema de seguros agrarios basado en la intervención conjunta de instituciones públicas y privadas, siempre con carácter voluntario y que se gestiona bajo la fórmula de pool de coaseguro, con subvenciones estatales al productor para el pago de las primas.
Se trata de un seguro subvencionado por la Administración General del Estado a través de Entidad Estatal de Seguros Agrarios, ENESA, organismo del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, y también por las comunidades autónomas que lo deseen. La clave del funcionamiento del Sistema –considerado como uno de los más exitosos y con mayores coberturas a nivel mundial– ha sido, sin duda, que su fórmula combina la colaboración entre la iniciativa privada y las administraciones públicas.
Hoy existen en nuestro país coberturas disponibles para todas las producciones agrícolas y ganaderas frente a la práctica totalidad de los riesgos naturales, pero la realidad es que el índice de contrataciones en algunas de las líneas continúa siendo bajo. El problema es que los desastres meteorológicos no avisan ni son previsibles, muchas veces el agricultor se confía cuando en el momento de la siembra las condiciones son favorables pero ¿podemos con ello garantizar nuestra producción hasta el momento de la recolección? La respuesta es evidente, ante esto, la única protección con que puede contar el profesional del campo es el seguro agrario.
TRANQUILIDAD Y SEGURIDAD, ASEGURADAS
Juan Sáez Ruiz, Subdirector general de Seguro Agrario Combinado en MAPFRE
Estas son algunas de las razones que debería considerar un profesional del campo para contratar un seguro agrario combinado de sus producciones:
>La climatología es muy variable y adversa: en breve espacio de tiempo se pasa de lluvias torrenciales e inundaciones a largas semanas sin precipitaciones y sequía extrema; de intensas heladas a golpes de calor o a tormentas con granizo. En pocos días, incluso en unos cuantos minutos, el cultivo puede verse arruinado.
> Se necesita una solución que aporte tranquilidad y seguridad que el agricultor necesita. Éste quiere tener claro que, si “el tiempo viene torcido”, va a tener unos ingresos similares a los que le proporciona una cosecha normal y va poder afrontar los gastos de la siguiente campaña de cultivo.
En este sentido, el seguro agrario combinado, tal y como funciona actualmente en nuestro país, aporta:
> Una definición precisa de todos los daños que va a indemnizar y en qué condiciones lo va a realizar.
> Una estabilidad para todas las producciones agrícolas y ganaderas: se ofrece protección y cobertura para todas las que se realizan en nuestro país.
> Un trato INDIVIDUALIZADO, que valora los resultados de las cosechas de cada agricultor y ganadero en los años anteriores.
>Un apoyo de las administraciones públicas de enorme relevancia, en forma de:
>Acercar y facilitar el acceso del productor agrícola al seguro, mediante una aportación en forma de subvención, que reduce su coste de forma muy significativa. El Ministerio de Agricultura aporta actualmente más de 210 millones de euros y las comunidades autónomas, en su conjunto, 80 millones de euros más.
> Avales que permiten que el pago de una parte del coste del seguro pueda ser aplazado y realizarse una vez vendida la cosecha.
> En el seguro, el precio de cada cultivo se establece en el momento de hacer la póliza, y a ese mismo precio se indemniza la cosecha si se producen daños.
> El sistema de valoración de daños está previamente definido y es conocido; existe una norma de peritación de cada cultivo.
> El pago de las indemnizaciones se realiza con gran agilidad: si bien el plazo establecido es de sesenta días siguientes a la finalización de la recolección de la cosecha, en la práctica se realiza mucho antes.
Antes de realizar el seguro, el agricultor tiene que informarse de las siguientes cuestiones:
> De las diferentes opciones que tiene para contratar un determinado cultivo o ganado, del detalle de cada una de estas opciones y de su coste final una vez deducidas las subvenciones que le corresponden.
> De los plazos en los que puede realizar la contratación: son seguros que tienen fecha límite de contratación, pero se recomienda no esperar al último día.
> Una vez realizado el pago de su seguro, exija disponer de su contrato en un breve espacio de tiempo. Esto le permitirá confirmar que corresponde con la opción elegida y que incluye correctamente todas las parcelas, con su identificación catastral, su superficie, sus kilos asegurados y demás detalles.
No dude en consultar cualquier otra cuestión que le preocupe durante el ciclo de cultivo: posibles cambios de cultivo, cómo se puede incrementar el volumen de la cosecha esperada si viene mejor de lo previsto, cómo puede dar de baja una parcela que finalmente no sembró o plantó, cómo tiene que comunicar un posible daño en su cosecha o ganado, qué hacer si considera que la valoración de los daños que realiza el perito no es correcta, etc. El papel de su agente o asesor de seguros MAPFRE no acaba con la contratación de la póliza; lo tiene a su disposición para ayudarle en todo momento.