La Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) reclamó al Gobierno y a las CC.AA. que acuerden un Pacto del Estado por el Agua, como una de las medidas estructurales más necesarias para luchar contra la sequía en el campo español y para evitar un mayor encarecimiento de algunos alimentos, así como una serie de medidas coyunturales para paliar las pérdidas en el campo español.
El presidente de Fenacore, Andrés del Campo, y el secretario general de esta organización, Juan Valero de Palma, presentaron al Gobierno un Plan de acción que contempla una serie de medidas coyunturales y estructurales y, además, informaron de un balance de la situación actual de la sequía y de las escasas posibilidades de regadío, pidiendo encarecidamente, una vez más, que se deje utilizar el agua como un arma en la batalla electoral.
El presidente de Fenacore, Andrés del Campo, y el secretario general de esta organización, Juan Valero de Palma, presentaron al Gobierno un Plan de acción que contempla una serie de medidas coyunturales y estructurales y, además, informaron de un balance de la situación actual de la sequía y de las escasas posibilidades de regadío, pidiendo encarecidamente, una vez más, que se deje utilizar el agua como un arma en la batalla electoral.
Para los regantes, la situación en estos momentos es “muy complicada”, con cultivos herbáceos de secano (cereales, oleaginosas…) de la mitad Sur peninsular que ya están casi perdidos, sin prácticamente cosecha o que se están cosechando como forraje para el ganado.
En cuanto a los cultivos de regadío como, por ejemplo, la del Guadalquivir, con una dotación de apenas 700 m3/ha, que sólo permite para regar poco más de 1 de cada 10 hectáreas, un 12% del total, y que va a llevar al sector agrario a una “ruina completa”, según señala esta Federación.
Sólo los daños económicos por las restricciones en Andalucía elevarán, a más de 3.000 millones de euros en la campaña de riego, con un recorte del 7% del PIB de este Comunidad.
En el caso de las Cuencas Internas de Cataluña, y en zonas del Ebro, la coyuntura, según apunta Fenacore, es igualmente “desastrosa”, mientras que en las cuencas del Guadiana y del Segura también se van a enfrentar a “restricciones importantes en el riego”.
En el resto de las cuencas hidrográficas, la situación está empeorando semana a semana en este inicio de campaña de riego, con una primavera que está siendo de las más secas que se recuerdan.
Los regantes avisan que toda esta situación se agravará por la previsión de ausencia de lluvias para las próximas semanas.
En este contexto, la Federación Nacional de Comunidades de Regantes, que representa a más de 500.000 agricultores y a más de 2 millones de hectáreas, ha salido a la palestra para defender y demandar una batería de actuaciones urgentes y necesarias, en el marco de un Plan de Acción coordinado contra la sequía, que el Gobierno debe poner en marcha cuanto antes para garantizar la producción de alimentos y la contención de los precios en origen y de consumo.
El contexto, según los regantes, es tan alarmante que, tal y como recuerdan, hasta el propio ministro de Agricultura, Luis Planas, ha reconocido que es “muy difícil” hacer un pronóstico de cuándo bajará la inflación, debido a los efectos de la sequía en las distintas producciones agrarias.
En este sentido, los agricultores de regadío reclaman medidas tanto coyunturales, que ayuden a paliar los graves impactos que causan la sequía en los cultivos, como estructurales que prevengan y hagan más resiliente al sector agrario frente a la sequía.
Como medidas coyunturales, Fenacore demanda las de tipo administrativo y fiscales como:
Decretos Ley de Sequía, que, entre otros aspectos, incluyan exención de los cánones de Regulación y de las Tarifas de Utilización del Agua en todas las cuencas afectadas por la sequía para minimizar las pérdidas, con el fin de no tener que pagar por un agua que no se recibe.
Un IVA reducido al 5% para el suministro de energía al regadío, tal y como soportan los suministros domésticos.
Apoyo al uso conjunto de aguas superficiales y subterráneas, mediante la agilización de los trámites para la apertura de pozos de sequía y los aprovechamientos estratégicos de aguas subterráneas, que complementen los déficits de agua en situación de sequía.
Apoyo al uso de recursos no convencionales, mediante la utilización de aguas regeneradas y de aguas procedentes de desaladoras, pero en condiciones económicas y de calidad adecuadas para el sector.
Facilitar y apoyar los contratos de cesión de derechos de uso del agua entre Comunidades de Regantes y entre regantes dentro de cada Comunidad para asegurar el uso del agua lo más eficiente y productivo posible de modo que, por ejemplo, se pueda facilitar la supervivencia del arbolado, la adopción de decisiones de siembra de un cultivo en lugar de otro, las reducciones de superficie de siembra, etcétera.
Flexibilizar al máximo las ayudas de la PAC en el contexto de sequía, como los ecorregímenes y otras medidas de carácter medioambiental que no se van a poder cumplir.
Apoyar los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) en las Comunidades de Regantes y explotaciones agrícolas.
Exención del IBI en todas las instalaciones de regadío (balsas de regulación, estaciones de bombeo, canales principales, etc.)
Bonificación de las cuotas sociales y la reducción de los índices de rendimiento neto, aplicables en el método de Estimación Objetiva del IRPF para el periodo impositivo 2022 y 2023.
En cuanto a las medidas estructurales, Fenacore insiste en la adopción de políticas de ahorro de agua en todas las demandas, especialmente en la modernización de regadíos, e incremento de los fondos Next Generation destinados a este objetivo.
Por su parte, las CC.AA., que tienen las competencias sobre las demandas de agua, deben incrementar también sus inversiones en mejorar la eficiencia de todos los usos y, en especial, en la modernización de regadíos.
Elaborar un Plan Hidrológico Nacional que tenga como objetivo la coordinación entre los diferentes planes hidrológicos de cuenca, ofreciendo soluciones a todos los problemas de agua que hay en España.
Incremento de la capacidad de regulación, dado que la falta de inversión en este tipo de obras agravará la amenaza que suponen las sequías.
Fenacore denuncia que solo se han ejecutado dos de cada diez euros de la inversión prevista en los anteriores planes hidrológicos, por lo que un porcentaje elevado de infraestructuras hidráulicas de interés general no se han realizado.
Por lo tanto, añade, esta Federación, es esencial continuar con una política hidráulica que permita la construcción sostenible de infraestructuras.
Prudencia en los caudales ecológicos. Para Fenacore no se deberían haber incrementado en el tercer ciclo de Planificación Hidrológica, ya que han supuesto una reducción media del 16% de la disponibilidad de agua, según un estudio de la Cátedra de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), incrementando los daños de la sequía.
Medidas operativas de infraestructuras: Fenacore exige un plan de fomento e incentivos de ejecución de balsas en las zonas regables para el aprovechamiento de las aguas de escorrentías, que se generan con las lluvias, y para almacenar agua con la que atender las demandas de cultivos.
Además, Fenacore ha tenido una vez más que salir a defender el papel de los regantes en el gabinete de crisis contra la sequía. Algo que debería incumbir a los Ministerios de Agricultura, Hacienda, Seguridad Social y Transición Ecológica dado que, en su opinión, el regadío es parte de la solución, y no del problema.
Frente a la demonización y a la campaña de desprestigio que sufre este colectivo, esta Federación destaca que “ninguna población en España sufrirá restricciones de agua por culpa de los cultivos, ya que así lo recogen la propia Ley de Aguas y los Planes de Sequía de las Confederaciones Hidrográficas, que establecen claramente la prioridad de uso siempre para el abastecimiento.”
Según Andrés Del Campo, “el regadío es el motor que alimenta el mundo y, si el Gobierno sigue mirando hacia otro lado, la viabilidad de un gran número de cultivos agrícolas correrá un serio peligro por la falta generalizada de agua. Las pérdidas van a ser históricas para los agricultores y la ciudadanía sufrirá también una escalada de precios sin precedentes de los alimentos”.