Teresa López, presidenta de Fademur: «El techo de las mujeres para acceder a puestos directivos en el sector agrario no es de cristal, es de hormigón»
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, hoy 8 de marzo, hemos hablado con Teresa López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, Fademur, una organización que lucha por alcanzar la igualdad y el progreso de las mujeres que viven y trabajan en el medio rural, sobre la situación de las mujeres rurales en España.
Titularidad Compartida
Desde 2011, cuando se aprobó la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias, a febrero de 2024 las altas de esta figura ascienden a 1.257, no parecen muchas, ¿cómo lo ve? ¿Cree que se debería fomentar de otra forma?
El número es realmente bajo para las potenciales beneficiarias que se pueden inscribir, lo cual demuestra las dificultades que hay para gestionarlo y para tomar conciencia. Para gestionarlo, porque todavía es un complejo proceso burocrático que te manda de ventanilla en ventanilla y muchas veces con muy poca información por parte de los funcionarios y funcionarias, que desconocen todavía esta figura y les resulta más sencillo recomendar otras fórmulas que, a priori encajan, pero que no muestran la realidad de las explotaciones.
Por eso, desde Fademur insistimos en que tenemos que ser proactivas y facilitar toda la burocracia relacionada. Tenemos que hacer que esta figura se convierta en lo que realmente es: el núcleo duro de la agricultura familiar en este país. Desde nuestro punto de vista, la futura Ley de la Agricultura Familiar de la que se está hablando y que nosotras demandamos con muchas expectativas, podría dar un impulso definitivo a esta figura para aplicarla y establecer toda serie de incentivos, preferencias y de beneficios que identifican esas explotaciones en las que la pareja gestiona la explotación, que están en el territorio, lo mantienen vivo, poblado, y además nos proveen de alimentos sanos, seguros y de calidad.
¿La figura es buena, pero le falta visibilidad?
Le falta visibilidad, todavía a día de hoy existe un gran desconocimiento tanto por parte de agricultores y agricultoras, ganaderos y ganaderas, como por parte de las personas responsables de tramitarla y de gestionarla. Se han puesto en marcha incentivos, que se consideraban ya cuando se aprobó la ley, pero se ha tardado diez años en ponerlos sobre la mesa.
Se van dando los pasos para que se conozca y se aproveche pero muy lentamente. Esta ley fue aprobada en 2011 y se metió en el cajón hasta 2018 y los resultados son muy dispares y muy desiguales, todavía hay comunidades que tienen cero altas en esta figura y eso no es real. Entendemos que la Ley de la Agricultura Familiar puede ser el encaje definitivo y hasta que la ley esté en marcha hay que seguir diseñando medidas de difusión e incentivos que ayuden a cambiar esa mentalidad y esa dinámica.
Servicios
Las mujeres rurales muestran peores indicadores de desarrollo y bienestar, no sólo en comparación con los hombres rurales, sino también en comparación con las mujeres que residen en espacios urbanos. Desde las organizaciones de mujeres rurales se denuncia la falta de servicios que podrían ayudar en la conciliación (como residencias o escuelas infantiles), ¿ha habido avances en este ámbito?
Se avanza en lo que se refiere a la visualización o a la visibilidad de los problemas. En Fademur entendemos que es cierto que desde hace unos años el mundo rural está en la agenda política y en la agenda de los medios, y la realidad de las mujeres rurales es más visible. Sabemos qué es lo que falta y lo tenemos identificado, lo que necesitamos es empezar a dar respuestas a las necesidades de las mujeres, que es la prioridad si de verdad queremos garantizar y demostrar que los pueblos son viables y tienen futuro.
Lo que necesitamos es tener oportunidades de empleo, ser independientes económicamente y contar con servicios públicos y con el acceso a los servicios en condiciones de igualdad porque también, lo que nos muestra la experiencia es que cuando los servicios públicos no existen, todas las labores vinculadas con los cuidados y la logística familiar parece que son responsabilidad casi exclusiva de las mujeres y eso al final acaba complicando su vida de una manera increíble. Se está avanzando en la visualización, se está hablando de ese «medio rural 30», para que todos los servicios estén garantizados a menos de 30 minutos. Hay muchas ideas, muchos proyectos y muchos pilotos sobre la mesa. Lo que necesitamos es agilidad para implantarlos y para que lleguen a todo el territorio.
Formación
Programas como “Fademur vuela”, que instruye a mujeres rurales en el pilotaje de drones y les da la opción de especializarse en la aplicación de drones a la agricultura de precisión, son un importante paso en la integración y tecnificación de las mujeres en la agricultura, ¿qué resultado está teniendo? ¿está entre sus planes lanzar otros programas similares?
El resultado es extraordinario. Se está desarrollando este año también. La idea es formar a 500 mujeres como pilotas de drones para acercar la tecnología a las explotaciones familiares y hacerlas más sostenibles y más viables. La tecnología está revolucionándolo todo, también la producción de alimentos. Está abriendo y mejorando el futuro de las explotaciones, que en el caso de explotaciones de mujeres son más pequeñas, menos rentables y tienen más dificultades para acceder a todos estos avances tecnológicos.
Creemos, y así nos lo dicen las participantes, que es una iniciativa que está logrando un impacto muy importante, está abriendo las pequeñas explotaciones al uso de esta tecnología que es absolutamente novedosa para que la puedan incorporar en su gestión y en su día a día. Las explotaciones de las mujeres, por esa falta de servicios y esa sobrecarga de trabajo y de cuidados, son más pequeñas. Todo lo que podamos incorporar o poner en marcha para avanzar en sostenibilidad, para descubrir e implantar métodos innovadores que mejoren la rentabilidad de las explotaciones, es imprescindible.
El programa se enmarca además en un plan más amplio, el Plan Allen Rural, donde también trabajamos la sostenibilidad desde otros puntos de vista: la comercialización, el cuidado del medio ambiente, la diversificación de las explotaciones de una manera más integral para tratar de que esas producciones también se puedan diferenciar en el mercado y puedan conseguir unos precios que se correspondan con su calidad.
Empleo
En España las mujeres suponen el 23,9% del total de ocupados en la agricultura y pesca. Es decir, la mitad de lo que representan en la economía, sin embargo, es en el sector primario donde parece que más está costando alcanzar la igualdad, ¿por qué? ¿qué propone para que esto cambie?
Los datos del censo agrario arrojan que alrededor de 390.000 mujeres se dedican a la agricultura y unas 240.000 son titulares de sus explotaciones, no llegan a ser el 30%. Y esto lo que nos muestra es que tenemos un camino por andar para hacer que todas las mujeres que quieran dedicarse al sector primario puedan hacerlo y para facilitar que sus explotaciones se dimensionen. Creemos que se está empezando a tomar medidas, el simple hecho de que la PAC incorpore como objetivo la igualdad es muy importante. Las medidas que incluye la PAC son tremendamente importantes, aunque pueden ir a más, y es un camino para empezar a facilitar que la participación y el dimensionamiento de las mujeres agricultoras y ganaderas.
Creemos también que la futura Ley de la Agricultura Familiar tiene que marcar el camino para fortalecer ese modelo de producción que es imprescindible y que es el característico de España y de Europa, que es el que nos ha salvado durante la pandemia por ejemplo. Es algo que no podemos olvidar en este complicado momento en el que cada vez hay un modelo de producción de alimentos más industrial compitiendo con las explotaciones familiares y con las explotaciones de las mujeres. Es el momento también de apostar porque las mujeres se queden en el sector primario y cada vez sean más y en mejores condiciones, mas formadas, con más tecnología y con explotaciones más viables.
Según el Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo Agroalimentario, OSCAE, una herramienta de Cooperativas Agro-alimentarias de España, las mujeres representan el 28% de la base social de las cooperativas, aunque el porcentaje baja al 9% teniendo en cuenta su participación en los órganos de gestión y gobernanza. Aunque la tendencia es de subida, solo el 4% de las cooperativas tienen a una mujer como presidenta, ¿hay todavía un techo de cristal para la mujer agrícola?
En muchas ocasiones parece que ese techo no es de cristal sino de hormigón. Por un lado un suelo pegajoso y por otro lado un techo de hormigón. Es una reflexión que hacemos constantemente. Necesitamos que las mujeres participen en los puestos de decisión porque, si no, al final se está trabajando en las organizaciones y en las cooperativas solamente con un modelo de producción, sin integrar toda la visión y toda la potencialidad que se tiene, y todo el talento que se tiene para poder mejorar a las cooperativas, y también organizaciones agrarias y cualquier tipo de organización socioeconómica implicada en el mundo rural. Para nosotras esa falta de participación y visibilidad es un déficit que urge corregir.
Creemos además que se tiene que apostar por ser proactivos. Tenemos claro que la igualdad y la implicación de las mujeres enriquece porque se consigue una visión más panorámica y más global de la realidad. Lo que pedimos desde Fademur es que la administración de un paso adelante y defina o ponga en marcha un estatuto de las mujeres rurales en el que abordar entre otras cosas este que nos preocupa. Que sea valiente y que se haga algo similar a lo que se ha hecho en Castilla-La Mancha. Las cooperativas dicen que no hay mujeres que se quieran involucrar, pero por ejemplo habría que ver a qué hora se organizan las reuniones… Eso no facilita la inclusión.
Tiene que haber algún incentivo o medida que facilite que se pueda abrir la perspectiva y el interés para que las mujeres participen. Después de tantos años creemos que nada mejor que vincularlo a las ayudas o a la percepción de fondos públicos porque realmente es el mejor incentivo para esas mujeres que están interesadas en participar y que además su participación va a ir en beneficio de esa cooperativa, reflejando toda la pluralidad y toda la diversidad.
Estatuto de las Mujeres Rurales
¿Cómo va la demanda de ese Estatuto de las Mujeres Rurales a nivel nacional?
Para nosotras es una reivindicación. Lo que estamos pidiendo es que el Ministerio de Igualdad sea nuestro aliado para impulsar este estatuto. En el mundo rural tenemos una serie de condicionantes y de circunstancias que hacen que tengamos que adaptar muchas de las normas y de las dinámicas para que realmente generen el impacto que buscamos, y si lo que queremos es que los pueblos sean sostenibles y permanezcan vivos, las mujeres tenemos que estar y participar y para eso hay que dar respuesta a las demandas que planteamos.
Por un lado el empleo en la agricultura y la ganadería, facilitando que participemos como titulares o con titularidad compartida con nuestras parejas, incentivando ese modelo, pero también incentivando y acompañando por ejemplo a las mujeres emprendedoras que quieren poner en marcha un negocio.
La parte de los servicios es imprescindible, todos los servicios que tienen que ver con los cuidados, pero más allá de los cuidados, necesitamos repensar el transporte público, pensado para otro momento, para otra sociedad y otra demografía. Y tenemos tecnología para plantear otros sistemas de transporte.
Garantizar acceso a la vivienda también es importante en el medio rural. Estamos planteando también que entre la participación de las mujeres en todos los ámbitos y que se incentive una participación equilibrada en los sistemas socioeconómicos. Nosotras queremos que se vincule con la percepción de fondos públicos, que es la manera de avanzar de una manera más rápida porque no nos podemos permitir perder tiempo. Y estamos también incorporando ahí todos los servicios relacionados y todos los protocolos de la lucha contra la violencia de género.
Violencia de género
Durante un encuentro con la ministra de Igualdad denunciaba que el sistema COMETA tiene muchos fallos que permiten que los agresores sigan ejerciendo violencia y que la antigüedad de los dispositivos hace que tengan peor amparo. ¿Está la mujer rural más expuesta a la violencia de género? ¿Qué dicen las cifras?
La lucha contra la violencia de género hay que hacerla con la perspectiva de dónde estamos, en qué sociedad nos movemos. Teniendo en cuenta el medio físico y el funcionamiento como sociedad para hacer protocolos que sean accesibles. Las estadísticas dicen que la mujer rural está más expuesta a la violencia, pero hay que hacer muchas más estadísticas y más desglosadas porque nos faltan datos. Tenemos muchos datos, pero están acumulados y nos parece que tendríamos que incorporar la variable del tamaño de los municipios o el código postal para tener un mapa real de cómo está la situación en las zonas rurales y poder actuar de una manera más precisa diseñando unos protocolos más efectivos.
Tener los datos es imprescindible y luego afrontar las realidades que nos encontramos en el día a día. Afrontar que en nuestro medio físico hay órdenes de alejamiento que en una ciudad pueden ser válidas pero en otros territorios no, que todavía hay zonas que se quedan sin cobertura para los dispositivos de protección y eso es inadmisible.
Y tenemos también otra serie de problemas que son compartidos a la hora de afrontar la lucha contra la violencia de género. La coordinación entre los distintos intervinientes por ejemplo. Tenemos que abordar la lucha contra la violencia de género desde la perspectiva y desde la experiencia que tenemos las organizaciones. Nosotras llevamos muchos años trabajando en la sensibilización, información y acompañamiento y creemos que resulta indispensable incorporar también fórmulas que se han demostrado efectivas en otras comunidades autónomas como ha hecho la Comunidad Valenciana al involucrar a los servicios de salud primaria en la detección activa de posibles casos de violencia de género.
Protestas agrícolas
También comentaba en su reunión con la ministra de Igualdad que las mujeres rurales “quieren trabajar la tierra y conciliar con su vida personal, no pasar 10 horas al día haciendo papeleo”, ¿está alineada con las protestas agrícolas?
Fademur es la organización hermana de UPA. En la parte agraria hemos apoyado y participado activamente en todas las manifestaciones que ha convocado UPA. Compartimos esa reivindicación de hacer la vida y la producción más fácil para quienes están en el territorio. La disminución de la burocracia es imprescindible, la mejora y el fortalecimiento de la Ley de la Cadena Alimentaria también porque al final somos explotaciones pequeñas en las que solemos estar en una posición competitiva más frágil. Que funcione esa ley de la cadena para nosotras es imprescindible, y en ese sentido nos sumamos a todas las reivindicaciones que están planteando nuestros compañeros y compañeras de UPA.
Emprendimiento
Esta semana Fademur ha entregado los premios del Programa TalentA de emprendimiento femenino en el campo. ¿Qué efecto cree que tienen este tipo de iniciativas? ¿Echan en falta más iniciativas de este tipo?
Estamos muy satisfechas y muy contentas con los resultados que se obtienen con TalentA porque es una manera de visibilizar todo el esfuerzo que se hace, las iniciativas tremendamente potentes e innovadoras que se están desarrollando y poner sobre la mesa todas esas dificultades a las que se enfrentan y que queremos que nadie tenga que seguir sufriendo.
Si algo demuestran las mujeres de Fademur es que son muy generosas a la hora de compartir su experiencia, su conocimiento y su manera de hacer las cosas. Si algo dicen es que no tienen vocación de heroínas, esa llamada de atención para facilitar la vida, la producción, el emprendimiento y toda la burocracia relacionada con la producción agroalimentaria. Es una manera también de reivindicar esa adaptación para que esos emprendimientos puedan tener éxito. Emprendimientos que son modernos, innovadores, sostenibles, que nos sorprenden.
También son un termómetro de cómo están las mujeres en el rural y de las ganas que tienen también por poner en marcha un negocio y quedarse a vivir en sus pueblos. Eso también es muy importante. Las mujeres estamos apostando por quedarnos en el territorio, según unos datos de Reto Demográfico en los últimos cinco años hay 140.000 mujeres más en los municipios de menos de 5.000 habitantes en saldo neto migratorio.