No podemos olvidar que la PAC ha contribuido a hacer de Europa una enorme potencia agraria y ha llevado al sistema agroalimentario (SAA) español a cotas inimaginables hace varias décadas. La PAC significa, pues, mucho para España y para Europa.
Necesitaremos más PAC en el futuro. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por JAIME LAMO DE ESPINOSA, director de Vida Rural.
Querido lector:
En una de mis últimas cartas comentaba la importancia de la conferencia convocada en Madrid por la ministra de Agricultura, a finales de marzo, bajo el lema de “Construyendo la PAC del futuro post 2020”. Fue oportuna y era necesaria. El debate de la nueva PAC está abierto y a él debemos contribuir todos aportando ideas, nuevas soluciones, criticando prácticas que hoy deberían caer en desuso, y en definitiva, contribuyendo a esbozar los principios de la nueva PAC post 2020.
Puede que algunos se pregunten si la PAC sigue siendo necesaria hoy igual que lo ha sido durante los últimos sesenta años. Es lógico formularse esta cuestión. Pero dados los resultados de la misma a nivel europeo y a nivel español la respuesta no puede ser otra más que la de seguir apostando por su necesidad. Como dijo la ministra en esa sesión “La PAC continúa siendo sinónimo de estabilidad, de prosperidad y, sobre todo, de futuro”.
Esta consulta pública era y es, a mi juicio, muy necesaria, porque la PAC que hoy disfrutamos es la consecuencia de sucesivas modificaciones sobre aquella primera que nació en la Conferencia de Stressa y de las variaciones habidas, manteniendo siempre un cierto continuismo.
Sin embargo, son muchas las cosas que han variado desde entonces. Han surgido nuevas potencias agrícolas, se ha incrementado fuertemente la demanda mundial, los mercados se han hecho globales, la productividad ha crecido de modo exponencial, la población activa agraria ha disminuido en proporciones crecientes, el medio rural se ha despoblado, la preocupación por la seguridad alimentaria mundial ha crecido, la percepción de que los factores limitantes –tierra y agua– de la “capacidad de carga” del planeta son cada vez más escasos en términos relativos, etc. Pero al mismo tiempo no podemos olvidar que la PAC ha contribuido a hacer de Europa una enorme potencia agraria y ha llevado al sistema agroalimentario (SAA) español a cotas inimaginables hace varias décadas. La PAC significa, pues, mucho para España y para Europa.
España desde el año 1986 hasta 2016 ha percibido 170.813 millones de euros de los cuales 149.518 millones proceden de la política de mercados y 21.294 millones de la política estructural. Además, nuestro sector agroalimentario es el responsable del 10% de nuestro PIB y proporciona empleo a más de 2,3 millones de personas. Nuestras exportaciones agroalimentarias podrían alcanzar en 2017 un valor igual o superior a 50.000 millones de euros, exportaciones que ya no tienen solo los mercados comunitarios como destino sino los principales países del planeta.
Y en ese contexto España se ha convertido en el primer productor mundial de aceite de oliva, el tercero en vino y en exportación mundial de carne de porcino, el sexto productor mundial de frutas y hortalizas siendo los cuartos exportadores de cítricos a nivel mundial. Y nuestra ratio de consumos intermedios (CI) muestra que estamos en el top de la tecnología y la innovación.
¿Es todo esto fruto de la PAC? Es evidente que no, pero también lo es que sin ella, sin esta política, las cotas alcanzadas y descritas jamás se hubieran logrado. Será necesario por tanto, contar con una nueva PAC más allá de 2020, una PAC que forme parte de la prioridades europeas, que garantice la seguridad alimentaria y las rentas de los agricultores comunitarios.
Como afirmó con acierto Isabel García Tejerina, “necesitaremos más PAC en el futuro”. Y esa nueva PAC deberá ampliar y tomar en cuenta nuevos objetivos y nuevas prioridades como, por ejemplo, las que exigen los acuerdos sobre el cambio climático y las que derivan del proceso de despoblamiento, y en parte de desertización, de nuestro propio territorio, lo que deberá ser afrontado, entre otras cosas, mediante la Declaración de Cork 2.0.
Un dato singular que se da en el momento presente es que, a diferencia de las décadas anteriores, este cambio en la PAC debe ser abordado sabiendo que contaremos con un Estado miembro menos en la Unión. Reino Unido abandona el barco y el Brexit despierta inquietudes no pequeñas. Pero no hay que olvidar que, probablemente, Reino Unido sería en el seno de la UE un fuerte enemigo de la financiación de la PAC, cuestión esta que será relevante durante las nuevas negociaciones.
Se ha abierto pues, un periodo de debate, de sugerencias, de iniciativas y desde estas páginas de Vida Rural estaremos abiertos a reproducir todas aquellas propuestas que traten de dotar de un mayor contenido y de una mejor operativa a la nueva PAC o de sugerir nuevos instrumentos para su mejor desarrollo. Es una obligación que tenemos todos aquellos a quienes nos preocupa esta materia.
Un cordial saludo