Esta mañana el Observatorio de Sostenibilidad ha presentado en el Gabinete de Historia Natural el Informe de Estimación de las emisiones de CO2 de 2016, así como el balance climatológico y el análisis energético del pasado año, apuntando que las emisiones de gases de efecto invernadero han disminuido en un 3% respecto a 2015.
El Observatorio de Sostenibilidad presenta el Informe de Estimación de las Emisiones de CO2 de 2016
Los autores del informe son el doctor ingeniero industrial Juan Avellaner, el economista José Santamarta y la jefa del Departamento de Desarrollo y Aplicaciones de la Agencia Estatal de Meteorología Yolanda Luna.
José Santamarta ha presentado los datos estimados de las emisiones de gases de efecto invernadero de 2016, que apuntan a un descenso de algo más del 3% con respecto al año anterior, debido principalmente al descenso de más del 30% de la quema de carbón para generar electricidad. En concreto, las emisiones en 2016 fueron de casi 329 toneladas de dióxido de carbono equivalente, mientras que en 2015 la cantidad ascendió a 339 millones de toneladas.
En contraposición a la energía producida por la quema de carbón, suma una cifra importante el uso de las energías renovables, especialmente la eólica, que han cubierto casi un 41% de la generación de electricidad en 2016, situándose por encima de la nuclear (casi un 30%). De este 41% de energía producida, casi el 20% fue aportado por la energía hidráulica, algo menos del 15% por la hidráulica, el 3% por la fotovoltaica y poco más del 2% por la termosolar.
A pesar del descenso de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2016, Santamarta afirma que España sigue siendo uno de los países industrializados donde más han aumentado las emisiones y sigue necesitando un importante esfuerzo para la etapa posterior al Protocolo de Kioto, sin acudir a los mecanismos de flexibilidad, que le permite adquirir en el exterior derechos de emisión.
Asimismo, ha objetado que las políticas llevadas a cabo por las distintas instituciones gubernamentales «no están yendo en la senda del objetivo marcado por la Unión Europea» y que «sería deseable que hubiese unas políticas más activas» en favor del uso de las energías renovables.
Por su parte, Yolanda Luna, de la Agencia Estatal de Meteorología, ha hecho un repaso de la situación climatológica en España durante el último año. Si bien es cierto que a nivel global el año 2016 ha registrado temperaturas récord, también lo es que dentro del territorio nacional estos niveles de temepatura se han situado en niveles normales. De esta manera, la temperatura media se ha situado entre los 15 y los 16º, superando tan solo en 0,7º el periodo de referencia (1981-2010), lo que ha posicionado al 2016 como el sexto año más cálido desde 1965 y el quinto en lo que lleva de siglo.
En general, 2016 ha sido húmedo en España. El promedio anual ha sido de 682 mm de precipitación, alrededor de un 5% por encima del valor normal. Esta anomalía positiva se debe a que durante los cinco primeros meses la precipitación acumulada fue superior al 40% mientras que los siguientes fueron secos o muy secos (excepto Noviembre, que fue ligeramente húmedo).
Como consecuencia de la tendencia al aumento de la temperatura a nivel global, Luna ha aventurado que cada vez las temperaturas serán más altas en las zonas situadas más al norte, lo que podría provocar que cultivos típicamente mediterráneos como el olivo o la viña se desplazasen.
Por último, el ingeniero industrial Juan Avellaner ha analizado el año 2016 desde el punto de vista de la energía exponiendo su relación con el mix energético y los precios de la energía. Avellaner ha explicado que las energías renovables se han estancado en todos los sectores y usos, manteniendo en el 2016 un porcentaje del 14%, lejos todavía del propuesto 20% de la Unión Europea.
El cambio hacia el mix energético descarbonizado, base de la transición energética, impulsada por los Paquetes de Clima y Energía de la UE, está provocando cambios estructurales hacia distintas energías, además de nuevas formas de participación como el autoconsumo, la compra pública innovadora, las responsabilidades de las ciudades en energía-medioambiente o la asunción de la pobreza energética.
También ha destacado el plano de I+D del sector energético, que considera esencial en España y donde, a su parecer, en el año 2016 ha despuntado el potencial y la capacidad de generar innovación del tejido científico-tecnológico, clave para abrir mercados domésticos y nuevas economías, generar empleos de calidad y avanzar hacia escenarios más atractivos.